PAÍS CIRCULAR – El ex ministro del Medio Ambiente de Perú que encabezó la COP20 previa al Acuerdo de París, Manuel Pulgar-Vidal, fue el orador principal del seminario “COP25 en Chile” organizado ayer por País Circular, donde planteó que entre los principales desafíos de nuestro país al mando de la mayor cumbre global sobre el clima estará impulsar la ambición y los nuevos compromisos vinculantes de los países. Pero, principalmente, recuperar un momento político en esta materia que se está perdiendo. “Si tenemos estudiantes en la calle, si tenemos cada vez más gente reclamando, es porque la señal política que está dando el mundo es pésima”, afirmó.
“El gran tema de discusión para 2019 y 2020 es la ambición. ¿Por qué? Porque lo que estamos haciendo no es suficiente y no alcanza”. Ese será el gran desafío, afirmó ayer Manuel Pulgar-Vidal, que deberá impulsar y asumir Chile desde la presidencia de la COP25 que se desarrollará en nuestro país a partir del próximo 2 de diciembre. Pulgar, ex ministro del Ambiente de Perú y a quien le tocó liderar la COP20 en Lima -negociación previa al Acuerdo de París- expuso ayer en el seminario “COP25 en Chile” organizado por País Circular, donde explicó los principales desafíos de esta cita, cómo se construyen y avanzan los acuerdos multilaterales sobre cambio climático, y la urgencia de retomar la decisión política de actuar frente a este fenómeno.
Se trata de una necesidad apremiante, afirmó, porque las señales que se están dando desde el mundo político en las negociaciones globales sobre el cambio climático no son buenas. Una muestra de ello es la decisión de los líderes mundiales de hacer caso omiso en la pasada COP24 de Katowice (Polonia) del informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de limitar el calentamiento global a no más de 1,5ºC.
Allí, pese a lo contundente de la evidencia científica presentada respecto de la necesidad de adoptar medidas urgentes, el documento fue sacado del debate principalmente por la oposición férrea de países como Arabia Saudita, Rusia, Estados Unidos y Kuwait al documento, lo que llevó a que finalmente la cumbre solo “tomara nota” de este. El hecho motivó la molestia generalizada, principalmente, de las organizaciones ciudadanas que en los últimos meses han iniciado una serie de movilizaciones a nivel global, y también en Chile.
Por ello, dijo Manuel Pulgar-Vidal, la COP25 que se realizará en Santiago es una oportunidad para retomar las confianzas. “Le toca a Chile hacer lo posible para reconstruir el momento político climático, porque se está perdiendo y eso no es bueno. Si tenemos estudiantes en la calle demandando, si tenemos cada vez más gente reclamando, es porque la señal política que está dando el mundo es pésima”, afirmó.
“Chile tiene que ser consciente de esto -agregó-, que la gente está volviendo a las calles y está reclamando a los políticos mayor fortaleza en sus decisiones. Por tanto, hay que reconstruir un momento político, ese momento político debe ser en 2020, y Chile tiene que ser artífice en construirlo en esta COP25. Ese es un elemento central, porque si no vamos a tener cada vez más movilización, más escepticismo sobre el proceso formal, y eventualmente lo vamos a poner en riesgo”.
Mayores contribuciones nacionales
En su exposición, Manuel Pulgar-Vidal -hoy líder de Clima y Energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF Internacional)- repasó los principales hitos que han marcado el proceso de negociación multilateral en materia de cambio climático, desde el proceso de Kioto –“la primera vez que el mundo se animó a tomar acciones concretas contra el cambio climático”- hasta el traspié que significó la cumbre global del clima de Copenhague en 2009, la que es considerada como un fracaso y donde muchos pensaron que marcaría el fin de las negociaciones.
A partir de ahí, dijo, fue necesario retomar las confianzas entre los países. Aunque la cumbre en si fue un fracaso, la decisión de China y Estados Unidos -junto a otros tres países- de suscribir un acuerdo paralelo no vinculante quedó marcada como la primera vez que ambas potencias suscribieron un compromiso conjunto en materia climática, y en sus escuetas dos páginas quedaron sentados varios principios de lo que seis años más tarde sería el Acuerdo de París.
“Cada cierto tiempo hay procesos en marcha que establecen un hito significativo que permite seguir avanzando”, afirmó Pulgar. En el caso de Copenhague, esto fue el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, lo que luego derivó en la presentación de compromisos nacionales de mitigación por parte de todos los países, lo que se conoce como NDC. En esa línea, el Acuerdo de París marcó un nuevo hito: si bien esos compromisos iniciales se hicieron voluntariamente y sin reglas como una forma de reconstruir las confianzas, en París se estableció que en 2020 estos fueran revisados y que eventualmente se incrementara su ambición.
Y esto, dice Pulgar-Vidal, será central en la discusión que se dará en la COP25 en Chile previo a que el próximo año se cumpla esa fecha, luego que en Katowice se estableciera un libro de reglas para la presentación de las nuevas NDC. “De lo que se trata es que la contribución nacional futura que los países van a poner sobre la mesa, y que se está pidiendo que lo hagan en 2020, es que sea verificable, monitoreable, basada en ciencia, transparente y un conjunto de elementos que reviertan esa primera situación, donde era casi voluntaria”, explicó.
“Estamos en un momento donde ya no estamos caminando hacia un acuerdo- agregó, estamos caminando hacia su implementación. Chile y su COP25 se realiza sobre la base de un acuerdo, de reglas complementarias logradas en Katowice, y por lo tanto el rol de Chile es impulsar y presionar para que esa implementación se dé: para que las nuevas contribuciones nacionales se presenten, para que se incremente la ambición, para que las finanzas climáticas se dinamicen, entre muchos otros elementos”.
Y en ese sentido, afirmó Manuel Pulgar-Vidal, el gran tema de la COP hoy es la ambición. Y esto implica evaluar una serie de acciones posibles que permitirían construir en la COP25 un “paquete de ambición”: nuevos NDC de los países con metas verificables y trazables; marcar el año 2020 como la fecha para llegar al peak de emisiones globales; acciones climáticas con resultados no solo potenciales sino exponenciales, en temas como transporte y movilidad, energía, ciudades, alimentación o agricultura; el establecimiento de una trayectoria por parte de los países hacia un 2050 carbono neutral, o la revisión de los elementos del Acuerdo de París que puedan ser fortalecidos para acelerar la acción climática, por citar algunos.
“Chile va a tener que desarrollar, y eso va a ser parte de su legado, una herramienta que permita que la ambición sea el foco, pero que realmente se cumpla y que construya un 2020 sólido. Hay un conjunto de herramientas, elementos y lugares donde se puede construir esa ambición, el tema es cómo empaquetarlo de panera que ese paquete chileno de ambición en la COP25 sea realmente atractivo para que el mundo se mueva hacia él”, dijo Pulgar Vidal.
¿Por qué incrementar la ambición?
El Acuerdo de París fijó un umbral tope para el calentamiento global: no más allá de 2ºC. En 2018, el IPCC fijó ese umbral en 1,5ºC. “Pero estamos hablando de un planeta que ya emitió aun nivel que ha incrementado la temperatura en 1,1ºC y por lo tanto nos queda un incremento potencial de temperatura de 0,4ºC. La tendencia y la trayectoria actual no es buena, y por lo tanto la ambición se convierte en el tema central del debate”, explica Pulgar-Vidal.
Si hoy sumamos todos los NDCs comprometidos por los países llevaríamos la temperatura a un incremento de entre 2,8ºC y 3ºC. Por lo tanto, y aunque la ciencia ya ha comenzado a explorar soluciones que frenen el calentamiento global, se requieren cambios más profundos. “El mundo no está pretendiendo ni detener la ciencia, ni hacer que sea tan sólo la ciencia la que detenga los problemas, sino que sea la conducta humana la que cambie. Y fundamentalmente la conducta humana que se pretende cambiar es la reducción de emisiones”, dijo Pulgar-Vidal.
Esto ha llevado a que cerca de 15 países hayan desarrollado estrategias en ese sentido, pero ha sido principalmente la Unión Europea la que ha impulsado con más fuerza este camino, proponiendo una serie de acciones para tener una economía descarbonizada al año 2050. Esto, dijo Pulgar, significará un impacto directo en los países y sus economías.
“Si finalmente la tendencia es hacia la descarbonización, el no cumplimiento de estas metas va a sacar a los países de los mercados. Eso es lo más claro. Si estamos hablando de continentes, o regiones, como la Unión Europea que están estableciendo metas tan ambiciosas, esas metas van a estar vinculadas a mercados más exigentes que limiten productos que vienen del exterior, o por huella de carbono, o por falta de sostenibilidad, o por falta de compromiso climático”.
Esto tendrá también su correlato en las empresas, afirmó Pulgar, lo que ha llevado a que los actores no estatales hayan adquirido un rol cada vez más relevante en las conversaciones multilaterales de cambio climático desde el año 2014, con una agenda que hoy es dinámica, muy fuerte y muy organizada.
“En París los sectores ya empezaron a identificarse claramente -energía, transporte, ciudades, etc.- y evolucionaron a establecerse metas basadas en ciencia a partir de las cuales los actores no estatales se comprometen con metas de reducción de carbono monitoreables no solo para su actividad directa, sino para su cadena de valor”, explicó.
“El gran reto para las empresas y su supervivencia -afirmó Pulgar-Vidal- es tener compromisos climáticos claros, metas claras, reducir emisiones y plantearse metas al 2020, al 2030 y al 2050. Eso es inevitable: bonos, bolsa, entidades que establecen seguimiento y monitoreo, mercados, preferencias de los consumidores, todo ha cambiado en el mundo de las empresas. La empresa climática, sostenible y responsable es la empresa que va a sobrevivir en el futuro, y eso es clarísimo”.
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Fuente: País Circular, Miércoles 20 de marzo de 2019