Lunes, Octubre 21, 2024

Cómo se está avanzando desde el ámbito público para impulsar una industria de la construcción más sostenible

PAÍS CIRCULAR – El Estado, a través de la infraestructura y edificación pública, así como mediante los lineamientos para todos los sectores, está enfrentando el desafío de impulsar los cambios necesarios en la industria de la construcción para reducir su impacto negativo en el medio ambiente. Junto con promover el uso de materiales sustentables, una mejor gestión de los residuos y mayor eficiencia energética, también se están desarrollando o actualizando planes y estrategias, como el Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del sector Infraestructura. Para profundizar sobre estos temas, País Circular conversó con representantes de la Dirección General de Obras Públicas del MOP, del programa Construye2025 de Corfo, y de Aceros AZA, cuyo acero reciclado está presente en infraestructura pública y privada a lo largo del país.

“El sector construcción es un gran motor para la economía, para el desarrollo y crecimiento de nuestro país. Sin embargo, también es un gran consumidor de materias primas, y genera cerca del 34% de los residuos”, señala Alejandra Tapia, coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025, apuntando a dos aspectos esenciales de esta industria, que lleva varios años incorporando prácticas destinadas a reducir su impacto ambiental, impulsadas tanto desde el ámbito público como privado.

La especialista recuerda que, en materia de recursos naturales, ya en mayo pasado Chile fue el primer país de Latinoamérica con “sobregiro ecológico”, es decir, que en 5 meses había explotado los recursos para todo un año. Por tanto, dice Tapia, “para un crecimiento más sostenible de la industria de la construcción, es primordial hacer un uso más eficiente de los recursos, tanto de la energía como de los materiales, reduciendo la extracción de materias primas vírgenes y combustibles fósiles”.

Pero los desafíos no son solamente ambientales, sino también sociales, subraya la coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025, programa creado hace más de nueve años al amparo de la Corfo. “Elegir materiales sustentables para un proyecto, o mejor aún, materiales sostenibles, es un enorme desafío no sólo en cuanto a sus atributos, reducción de huella de carbono, circularidad, residuos, no peligrosidad, entre otros aspectos ambientales, sino que también desafíos sociales en su cadena de manejo y en lo que se refiere a la Responsabilidad Social de las empresas que los fabrican y distribuyen, comercio justo, condiciones laborales de los trabajadores, impactos en la comunidad, entre otros aspectos que validen una producción y consumo responsable y sostenible”.

Consultada sobre algunos ejemplos de estos materiales, Tapia, quien es arquitecta y magíster en Arquitectura, destaca los revestimientos arquitectónicos de madera de la empresa Reviste, productos hechos de madera recuperada principalmente de la industria de la construcción y fabricados en reinserción laboral.

Asimismo, menciona “la industria del acero verde” y da el ejemplo de Aceros AZA, que “considera la circularidad en tres jerarquías. Primero, la reutilización de la estructura, la enfierradura interna del hormigón que considera más de un 97% de acero reciclado, y los áridos artificiales provenientes de la escoria siderúrgica, residuo generado en el proceso del reciclaje del acero, que puede ser incorporado en el hormigón. En cuanto a los procesos productivos, el acero reciclado es fabricado en un 18% con chatarra recolectada por recicladores base, personas que se dedican, de forma independiente o asociativa, a las actividades de recolección, separación y comercialización de chatarra para el reciclaje, obteniendo sus ingresos a partir de la venta de materiales reciclables a empresas recuperadoras, intermediarios y centros de reciclaje”.

Acero verde en infraestructura pública

El Reporte de Sostenibilidad de AZA de 2023 menciona que el año pasado entregaron 100 mil toneladas (lo que equivale a la enfierradura de unos 15 hospitales), de “acero verde para proyectos emblemáticos de infraestructura pública y edificación de Chile”, y menciona, entre otros, los hospitales Sótero del Río, de Constitución, Cordillera, de Buin, y de la red Maule, Cauquenes y Constitución; así como el uso de su acero en tramos de las Líneas 7, 2 y 3 del Metro de Santiago. “Gracias a la decisión de adquirir nuestros productos y soluciones, se evitó emitir 175.000 tCO2e”, subraya el documento de la empresa, que posee 71 años de trayectoria.

En este sentido, el jefe de desarrollo de productos de Aceros AZA, Manuel Riquelme, señala que “estamos en los principales proyectos de infraestructura del país”, y comenta que esto va en línea con lo que se busca desde el Estado: “El Ministerio de Obras Públicas tiene una misión, que es el crecimiento sostenible de la infraestructura, con una preocupación por el impacto que pueda generar, tanto en la construcción como en la operación”.

Riquelme agrega que para la compañía “es un orgullo que nos consideren para proyectos tan grandes, que nos vean como un partner, porque no solamente es la transacción por un producto, sino que también participamos en más cosas, como el desarrollo de soluciones especiales”. Esto, explica, se da tanto con proyectos privados como públicos y, además, son parte de diversas instancias técnicas convocadas por organismos del Estado en materia de construcción sostenible.

En concordancia con lo dicho por Alejandra Tapia, Riquelme pone énfasis en que Aceros AZA posee un modelo de economía circular efectivo, tanto en el negocio de producción de acero a partir de chatarra ferrosa, como a través de su filial EcoAZA, que revaloriza los residuos de aquel proceso para diversos usos. “Cuando vendemos fierro también nos preocupamos de comprar chatarra, tanto así que hoy día tenemos, por ejemplo, operaciones en las mineras -entre ellas El Teniente, de Codelco- , en faenas donde se recolecta la chatarra, que para ellos son desechos, y después se los mandamos como producto terminado como fierros de refuerzo o pernos de fortificación, entonces ahí se maneja ese modelo circular”.

Desde el punto de vista ambiental, el jefe de desarrollo de productos de Aceros AZA destaca que “el impacto positivo que genera el acero verde en la construcción es muy grande. El precio es el mismo que otros aceros, pero se genera un tremendo aporte desde la construcción al dejar de emitir toneladas de CO2 por consumo de energía, por fabricación de acero, reducción del consumo de agua. Eso para nosotros es una satisfacción, porque estamos aportando a que nuestros hijos tengan un mejor futuro”.

Respecto al uso del acero reciclado, desde la Dirección General de Obras Públicas (DGOP) del Ministerio de Obras Públicas (MOP), que dirige el ingeniero civil constructor Boris Olguín Morales, comentan a País Circular que “el acero ‘verde’ cumple con las mismas exigencias técnicas que otros aceros certificados pero cuyo origen no contiene materias recicladas, por lo tanto, técnicamente es competitivo. Sin embargo, en el aspecto ambiental, contribuye a la disminución de residuos al usar elementos reciclados en su producción (y en el mismo sentido reduce la necesidad de extracción de nuevas materias primas), y con ello los productos resultantes tienen una huella de carbono mucho menor”.

Acero reciclado (Foto: gentileza AZA)

“El Estado avanza desde distintos frentes”

El uso de materiales con menos huella de carbono, o que contribuyan a la reducción de residuos, son solo algunos elementos de todo lo que se puede hacer desde el ámbito público para avanzar en una construcción más sostenible. En este contexto, frente a la pregunta sobre el rol del Estado para avanzar en esa línea, Alejandra Tapia responde que “es un gran desafío, sobre todo desde la enorme demanda del Estado por construcciones para prestar servicios a la ciudadanía, tanto en edificación como en la construcción de caminos, carreteras, puentes y puertos, entre otros”.

“El Estado actualmente avanza en distintos frentes”, explica la coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025 y, en cuanto a políticas públicas, destaca al menos dos materias en desarrollo: la actualización de la Estrategia Nacional de Construcción Sustentable, inserta en un convenio interministerial y liderada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), y la actualización de la Política de Sustentabilidad del MOP. “Esta última iniciativa considera como objetivo avanzar en forma integral en diversas dimensiones de la sustentabilidad -ambiental, económica, social e institucional-, contribuyendo en términos de equidad e inclusión, con enfoque transversal de género y transparencia, acorde a los desafíos que plantea la crisis climática y de biodiversidad”.

En cuanto a acciones concretas, la arquitecta menciona que “el Departamento de Economía Circular y Cambio Climático de la División de Infraestructura Sustentable del MOP está trabajando en impulsar el desarrollo de infraestructura y edificaciones resilientes al clima, bajas en emisiones de carbono, todo esto dentro de la Ley Marco sobre Cambio Climático (N° 21.455). Además de avanzar en las bases de licitación para incorporar exigencias como la utilización de Energías Renovables No Convencionales, la medición de huella de carbono y la gestión de los residuos de construcción”.

“También hay que relevar que se consideran dos proyectos para la fase de construcción donde las bases de licitación priorizaron el uso de acero reciclado. Se trata de los proyectos Puente de Marquesa, en la región de Coquimbo, y Puente Rubens, en la región de La Araucanía, donde se considera que un 80% de las barras de refuerzo sea reciclado; mientras que en las mallas de armadura, un mínimo del 65%, entre otros aspectos”.

Desde la Dirección General de Obras Públicas del MOP aluden básicamente a los mismos aspectos que menciona Tapia en relación a la forma en que el Ministerio impulsa estos cambios. La DGOP informa que el MOP está en pleno desarrollo de dos instrumentos que orientan su accionar en estas materias: la señalada Política de Sostenibilidad del MOP, y también la Ley 21.455, bajo cuyo mandato están elaborando el Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del sector Infraestructura.

Agregan que, a nivel de proyectos, se implementan acciones que se orientan a distintas ámbitos de la sostenibilidad; en lo social, dicen, se desarrollan procesos de participación ciudadana y consultas indígenas, cuando corresponde. En lo ambiental, destacan el “desarrollo de infraestructura resiliente al cambio climático, con diseños que consideran modelaciones del clima actual y futuro, así como la obligatoriedad de que todos los proyectos incluyan planes de gestión de residuos cuando están en fase de construcción”. Mencionan también una dimensión económico-financiera, con la participación del MOP en dos emisiones de bonos verdes soberanos. Y en la dimensión institucional, la DGOP releva que la mayoría de la edificación pública obtiene Certificación de Edificación Sustentable, CES.

En relación a esta certificación CES, explica Alejandra Tapia, “ha habido importantes logros en su versión para aeropuertos y aeródromos, que incorpora la eficiencia en el uso de aguas, acústica y eficiencia en el uso de energía”.

Otros avances mencionados por la profesional de Construye2025 son la modificación del Manual de Carreteras para incorporar estos conceptos de sostenibilidad, y los esfuerzos para implementar nuevas normas que permitan la utilización de materiales reciclados o reutilizados. “En este último aspecto, en los avances del sector construcción destaca el desarrollo de cuatro normas técnicas (NCh) relacionadas con el uso de áridos reciclados y artificiales en el hormigón, así como las definiciones de requisitos generales para este tipo de materiales y su uso en bases y subbases de pavimentos”.

Crisis climática y social

En términos amplios, la DGOP destaca que la construcción sostenible es un interés central para ellos, y comenta que “el MOP se encuentra alineado con las políticas nacionales de cambio climático y economía circular, buscando implementar a través de los proyectos mejoras en la sostenibilidad, para atender de manera más eficiente y eficaz los desafíos que plantea la triple crisis que atraviesa el planeta: climática, de biodiversidad y de contaminación. Por tanto, nos encontramos fomentando el uso de materiales y productos ‘verdes’ a través de estrategias de ecodiseño, siempre que cumplan con los estándares técnicos, de manera de presionar menos a los sistemas naturales, hoy altamente vulnerables por el cambio climático”.

Junto a lo anterior, agrega la DGOP, está en desarrollo la incorporación de criterios de circularidad aplicados en todo el ciclo de vida de las obras, así como la medición y gestión de la huella de carbono y la factibilidad de soluciones basadas en la naturaleza para obras públicas.

Alejandra Tapia, de Contruye2025, plantea que para avanzar realmente hacia la sostenibilidad en la industria de la construcción es necesario abordar los cambios de manera global. Subraya que, si bien hay una triple crisis climática, “la verdadera crisis es social y humana. Por tanto, las acciones que se impulsen desde el Estado y desde el sector privado tienen un impacto en el desarrollo de una industria más sostenible; existen iniciativas que pueden traccionar cambios relevantes, como requisitos de sostenibilidad en las bases de licitaciones y en el consumo y producción sostenibles”.

Del mismo modo, la arquitecta hace un llamado de atención sobre la forma en que esto se debe enfrentar y en quiénes recaen las principales responsabilidades: “¿Cómo podemos pedir a alguien que reduzca su huella de carbono, si tal vez ni siquiera tenga recursos para alimentarse? Lo mismo pasa con el consumo de energía, promovemos la eficiencia y el ahorro energético, y hay personas que ni siquiera tienen dónde vivir y menos cómo calefaccionar”.

En este sentido, considera que “el foco de la industria, de las entidades públicas y privadas, debiese avanzar responsablemente en su rol en la sociedad, como entidades que promuevan la contribución al ‘bien común’ generando impactos positivos en lo ambiental, social y económico, considerando estos aspectos en toda la organización. En cuanto a los impactos, es importante la transparencia y la debida diligencia, promoviendo conductas responsables, cadenas de suministro resilientes, mitigación y reparación, entre otros”.

Ver artículo

Fuente: País Circular, Miércoles 04 de Septiembre de 2024

PAÍS CIRCULAR – El Estado, a través de la infraestructura y edificación pública, así como mediante los lineamientos para todos los sectores, está enfrentando el desafío de impulsar los cambios necesarios en la industria de la construcción para reducir su impacto negativo en el medio ambiente. Junto con promover el uso de materiales sustentables, una mejor gestión de los residuos y mayor eficiencia energética, también se están desarrollando o actualizando planes y estrategias, como el Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del sector Infraestructura. Para profundizar sobre estos temas, País Circular conversó con representantes de la Dirección General de Obras Públicas del MOP, del programa Construye2025 de Corfo, y de Aceros AZA, cuyo acero reciclado está presente en infraestructura pública y privada a lo largo del país.

“El sector construcción es un gran motor para la economía, para el desarrollo y crecimiento de nuestro país. Sin embargo, también es un gran consumidor de materias primas, y genera cerca del 34% de los residuos”, señala Alejandra Tapia, coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025, apuntando a dos aspectos esenciales de esta industria, que lleva varios años incorporando prácticas destinadas a reducir su impacto ambiental, impulsadas tanto desde el ámbito público como privado.

La especialista recuerda que, en materia de recursos naturales, ya en mayo pasado Chile fue el primer país de Latinoamérica con “sobregiro ecológico”, es decir, que en 5 meses había explotado los recursos para todo un año. Por tanto, dice Tapia, “para un crecimiento más sostenible de la industria de la construcción, es primordial hacer un uso más eficiente de los recursos, tanto de la energía como de los materiales, reduciendo la extracción de materias primas vírgenes y combustibles fósiles”.

Pero los desafíos no son solamente ambientales, sino también sociales, subraya la coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025, programa creado hace más de nueve años al amparo de la Corfo. “Elegir materiales sustentables para un proyecto, o mejor aún, materiales sostenibles, es un enorme desafío no sólo en cuanto a sus atributos, reducción de huella de carbono, circularidad, residuos, no peligrosidad, entre otros aspectos ambientales, sino que también desafíos sociales en su cadena de manejo y en lo que se refiere a la Responsabilidad Social de las empresas que los fabrican y distribuyen, comercio justo, condiciones laborales de los trabajadores, impactos en la comunidad, entre otros aspectos que validen una producción y consumo responsable y sostenible”.

Consultada sobre algunos ejemplos de estos materiales, Tapia, quien es arquitecta y magíster en Arquitectura, destaca los revestimientos arquitectónicos de madera de la empresa Reviste, productos hechos de madera recuperada principalmente de la industria de la construcción y fabricados en reinserción laboral.

Asimismo, menciona “la industria del acero verde” y da el ejemplo de Aceros AZA, que “considera la circularidad en tres jerarquías. Primero, la reutilización de la estructura, la enfierradura interna del hormigón que considera más de un 97% de acero reciclado, y los áridos artificiales provenientes de la escoria siderúrgica, residuo generado en el proceso del reciclaje del acero, que puede ser incorporado en el hormigón. En cuanto a los procesos productivos, el acero reciclado es fabricado en un 18% con chatarra recolectada por recicladores base, personas que se dedican, de forma independiente o asociativa, a las actividades de recolección, separación y comercialización de chatarra para el reciclaje, obteniendo sus ingresos a partir de la venta de materiales reciclables a empresas recuperadoras, intermediarios y centros de reciclaje”.

Acero verde en infraestructura pública

El Reporte de Sostenibilidad de AZA de 2023 menciona que el año pasado entregaron 100 mil toneladas (lo que equivale a la enfierradura de unos 15 hospitales), de “acero verde para proyectos emblemáticos de infraestructura pública y edificación de Chile”, y menciona, entre otros, los hospitales Sótero del Río, de Constitución, Cordillera, de Buin, y de la red Maule, Cauquenes y Constitución; así como el uso de su acero en tramos de las Líneas 7, 2 y 3 del Metro de Santiago. “Gracias a la decisión de adquirir nuestros productos y soluciones, se evitó emitir 175.000 tCO2e”, subraya el documento de la empresa, que posee 71 años de trayectoria.

En este sentido, el jefe de desarrollo de productos de Aceros AZA, Manuel Riquelme, señala que “estamos en los principales proyectos de infraestructura del país”, y comenta que esto va en línea con lo que se busca desde el Estado: “El Ministerio de Obras Públicas tiene una misión, que es el crecimiento sostenible de la infraestructura, con una preocupación por el impacto que pueda generar, tanto en la construcción como en la operación”.

Riquelme agrega que para la compañía “es un orgullo que nos consideren para proyectos tan grandes, que nos vean como un partner, porque no solamente es la transacción por un producto, sino que también participamos en más cosas, como el desarrollo de soluciones especiales”. Esto, explica, se da tanto con proyectos privados como públicos y, además, son parte de diversas instancias técnicas convocadas por organismos del Estado en materia de construcción sostenible.

En concordancia con lo dicho por Alejandra Tapia, Riquelme pone énfasis en que Aceros AZA posee un modelo de economía circular efectivo, tanto en el negocio de producción de acero a partir de chatarra ferrosa, como a través de su filial EcoAZA, que revaloriza los residuos de aquel proceso para diversos usos. “Cuando vendemos fierro también nos preocupamos de comprar chatarra, tanto así que hoy día tenemos, por ejemplo, operaciones en las mineras -entre ellas El Teniente, de Codelco- , en faenas donde se recolecta la chatarra, que para ellos son desechos, y después se los mandamos como producto terminado como fierros de refuerzo o pernos de fortificación, entonces ahí se maneja ese modelo circular”.

Desde el punto de vista ambiental, el jefe de desarrollo de productos de Aceros AZA destaca que “el impacto positivo que genera el acero verde en la construcción es muy grande. El precio es el mismo que otros aceros, pero se genera un tremendo aporte desde la construcción al dejar de emitir toneladas de CO2 por consumo de energía, por fabricación de acero, reducción del consumo de agua. Eso para nosotros es una satisfacción, porque estamos aportando a que nuestros hijos tengan un mejor futuro”.

Respecto al uso del acero reciclado, desde la Dirección General de Obras Públicas (DGOP) del Ministerio de Obras Públicas (MOP), que dirige el ingeniero civil constructor Boris Olguín Morales, comentan a País Circular que “el acero ‘verde’ cumple con las mismas exigencias técnicas que otros aceros certificados pero cuyo origen no contiene materias recicladas, por lo tanto, técnicamente es competitivo. Sin embargo, en el aspecto ambiental, contribuye a la disminución de residuos al usar elementos reciclados en su producción (y en el mismo sentido reduce la necesidad de extracción de nuevas materias primas), y con ello los productos resultantes tienen una huella de carbono mucho menor”.

Acero reciclado (Foto: gentileza AZA)

“El Estado avanza desde distintos frentes”

El uso de materiales con menos huella de carbono, o que contribuyan a la reducción de residuos, son solo algunos elementos de todo lo que se puede hacer desde el ámbito público para avanzar en una construcción más sostenible. En este contexto, frente a la pregunta sobre el rol del Estado para avanzar en esa línea, Alejandra Tapia responde que “es un gran desafío, sobre todo desde la enorme demanda del Estado por construcciones para prestar servicios a la ciudadanía, tanto en edificación como en la construcción de caminos, carreteras, puentes y puertos, entre otros”.

“El Estado actualmente avanza en distintos frentes”, explica la coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025 y, en cuanto a políticas públicas, destaca al menos dos materias en desarrollo: la actualización de la Estrategia Nacional de Construcción Sustentable, inserta en un convenio interministerial y liderada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), y la actualización de la Política de Sustentabilidad del MOP. “Esta última iniciativa considera como objetivo avanzar en forma integral en diversas dimensiones de la sustentabilidad -ambiental, económica, social e institucional-, contribuyendo en términos de equidad e inclusión, con enfoque transversal de género y transparencia, acorde a los desafíos que plantea la crisis climática y de biodiversidad”.

En cuanto a acciones concretas, la arquitecta menciona que “el Departamento de Economía Circular y Cambio Climático de la División de Infraestructura Sustentable del MOP está trabajando en impulsar el desarrollo de infraestructura y edificaciones resilientes al clima, bajas en emisiones de carbono, todo esto dentro de la Ley Marco sobre Cambio Climático (N° 21.455). Además de avanzar en las bases de licitación para incorporar exigencias como la utilización de Energías Renovables No Convencionales, la medición de huella de carbono y la gestión de los residuos de construcción”.

“También hay que relevar que se consideran dos proyectos para la fase de construcción donde las bases de licitación priorizaron el uso de acero reciclado. Se trata de los proyectos Puente de Marquesa, en la región de Coquimbo, y Puente Rubens, en la región de La Araucanía, donde se considera que un 80% de las barras de refuerzo sea reciclado; mientras que en las mallas de armadura, un mínimo del 65%, entre otros aspectos”.

Desde la Dirección General de Obras Públicas del MOP aluden básicamente a los mismos aspectos que menciona Tapia en relación a la forma en que el Ministerio impulsa estos cambios. La DGOP informa que el MOP está en pleno desarrollo de dos instrumentos que orientan su accionar en estas materias: la señalada Política de Sostenibilidad del MOP, y también la Ley 21.455, bajo cuyo mandato están elaborando el Plan de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del sector Infraestructura.

Agregan que, a nivel de proyectos, se implementan acciones que se orientan a distintas ámbitos de la sostenibilidad; en lo social, dicen, se desarrollan procesos de participación ciudadana y consultas indígenas, cuando corresponde. En lo ambiental, destacan el “desarrollo de infraestructura resiliente al cambio climático, con diseños que consideran modelaciones del clima actual y futuro, así como la obligatoriedad de que todos los proyectos incluyan planes de gestión de residuos cuando están en fase de construcción”. Mencionan también una dimensión económico-financiera, con la participación del MOP en dos emisiones de bonos verdes soberanos. Y en la dimensión institucional, la DGOP releva que la mayoría de la edificación pública obtiene Certificación de Edificación Sustentable, CES.

En relación a esta certificación CES, explica Alejandra Tapia, “ha habido importantes logros en su versión para aeropuertos y aeródromos, que incorpora la eficiencia en el uso de aguas, acústica y eficiencia en el uso de energía”.

Otros avances mencionados por la profesional de Construye2025 son la modificación del Manual de Carreteras para incorporar estos conceptos de sostenibilidad, y los esfuerzos para implementar nuevas normas que permitan la utilización de materiales reciclados o reutilizados. “En este último aspecto, en los avances del sector construcción destaca el desarrollo de cuatro normas técnicas (NCh) relacionadas con el uso de áridos reciclados y artificiales en el hormigón, así como las definiciones de requisitos generales para este tipo de materiales y su uso en bases y subbases de pavimentos”.

Crisis climática y social

En términos amplios, la DGOP destaca que la construcción sostenible es un interés central para ellos, y comenta que “el MOP se encuentra alineado con las políticas nacionales de cambio climático y economía circular, buscando implementar a través de los proyectos mejoras en la sostenibilidad, para atender de manera más eficiente y eficaz los desafíos que plantea la triple crisis que atraviesa el planeta: climática, de biodiversidad y de contaminación. Por tanto, nos encontramos fomentando el uso de materiales y productos ‘verdes’ a través de estrategias de ecodiseño, siempre que cumplan con los estándares técnicos, de manera de presionar menos a los sistemas naturales, hoy altamente vulnerables por el cambio climático”.

Junto a lo anterior, agrega la DGOP, está en desarrollo la incorporación de criterios de circularidad aplicados en todo el ciclo de vida de las obras, así como la medición y gestión de la huella de carbono y la factibilidad de soluciones basadas en la naturaleza para obras públicas.

Alejandra Tapia, de Contruye2025, plantea que para avanzar realmente hacia la sostenibilidad en la industria de la construcción es necesario abordar los cambios de manera global. Subraya que, si bien hay una triple crisis climática, “la verdadera crisis es social y humana. Por tanto, las acciones que se impulsen desde el Estado y desde el sector privado tienen un impacto en el desarrollo de una industria más sostenible; existen iniciativas que pueden traccionar cambios relevantes, como requisitos de sostenibilidad en las bases de licitaciones y en el consumo y producción sostenibles”.

Del mismo modo, la arquitecta hace un llamado de atención sobre la forma en que esto se debe enfrentar y en quiénes recaen las principales responsabilidades: “¿Cómo podemos pedir a alguien que reduzca su huella de carbono, si tal vez ni siquiera tenga recursos para alimentarse? Lo mismo pasa con el consumo de energía, promovemos la eficiencia y el ahorro energético, y hay personas que ni siquiera tienen dónde vivir y menos cómo calefaccionar”.

En este sentido, considera que “el foco de la industria, de las entidades públicas y privadas, debiese avanzar responsablemente en su rol en la sociedad, como entidades que promuevan la contribución al ‘bien común’ generando impactos positivos en lo ambiental, social y económico, considerando estos aspectos en toda la organización. En cuanto a los impactos, es importante la transparencia y la debida diligencia, promoviendo conductas responsables, cadenas de suministro resilientes, mitigación y reparación, entre otros”.

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Fuente: País Circular, Miércoles 04 de Septiembre de 2024

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