DIARIO FINANCIERO – Llevamos 14 años de sequía en la zona central y estamos como el llamado “síndrome de la rana hervida”, que está en una olla de agua tibia, y que no salta fuera de ella para salvarse mientras se va calentando. En efecto, de acuerdo con el World Resources Institute, Chile se encuentra en el puesto número 18 de 164 países alrededor del mundo con mayor estrés hídrico. De hecho, somos el más expuesto de todo occidente. Los que nos anteceden en el ranking son todos de Oriente Medio.
Hemos avanzado bastante en medidas de mitigación de Gases Efecto Invernadero, fundamentalmente gracias a la incorporación de energías renovables. Pero falta mucho en medidas de adaptación, que son aquellas que buscan prevenir o reducir los efectos del cambio climático. No atacar sus causas, pero sí sus efectos.
“Aunque hace poco el Presidente Boric inauguró el embalse Chironta en Arica, el programa de construcción de grandes obras de riego, lejos de crecer, ha venido reduciéndose”.
Entre aquellas medidas que hemos realizado en forma exitosa cabe destacar los enormes estanques de acumulación de Aguas Andinas en Pirque; también las obras de control aluvional en muchas quebradas. En materia normativa, se aprobó la Ley Marco de Cambio Climático y se encuentra en consulta pública la reforma al Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, el primero de los 12 Reglamentos que el Ejecutivo debe dictar para implementar esta Ley Marco.
Y aunque hace poco el Presidente Boric inauguró el embalse Chironta en Arica, también es cierto que el programa de construcción de grandes obras de riego, lejos de crecer, ha venido reduciéndose. De hecho, en la cartera de concesiones de obras públicas para los años 2023/2027 no se contempla ninguna obra de regulación hídrica. Ni embalses ni carreteras hídricas, que también fueron analizadas. Con razón se preguntaba el expresidente Frei en un Seminario del CPI: “¿Por qué paramos los embalses? No tengo idea, ministra, yo creo que es un tema clave”.
En materia de desalación, en tanto, también se aprecian esas dudas hamletianas sobre si impulsar estas obras en forma explícita, o ponerle todo tipo de trabas, para permitir sólo aquellas que son capaces de resistir los años de desarrollo, estudios y reuniones que requiere el Estado chileno para las obras de cierta envergadura.
El vaso medio lleno es que se encuentra en discusión un proyecto de ley que busca resolver varios problemas que aquejan a las plantas de desalinización: (i) crea la concesión de desalinización, cuyos plazos de otorgamiento se espera más cortos, (ii) otorga servidumbres especiales para el transporte del agua producida y (iii) crea una especie de “acceso abierto” u obligación de ampliación de obras, para el consumo humano.
El vaso medio vacío es que este proyecto avanza a paso de tortuga y luego vienen el reglamento y la estrategia, que seguro tomarán años, todo a cargo de la Dirección General de Aguas, que no ha logrado digitalizar sus procedimientos y que sigue tardando entre dos a tres años por la aprobación de un permiso de obra mayor.
Por ello, con estos tímidos avances, seguimos como la rana en agua tibia, siendo hervidos de a poco. Al menos agua para ser hervidos nos queda todavía.
Fuente: Diario Financiero, Miércoles 17 de Mayo de 2023