Domingo, Noviembre 24, 2024

Chile tendrá su primer inventario de lagos glaciares y un mapa de riesgos de crecidas

EL MERCURIO – Los pobladores del valle del río Huemules, ubicado en la comuna de Tortel, en Aysén, saben que sobre ellos y su ganado se cierne una amenaza cada verano. Lo vivieron el 15 de enero pasado, cuando una abrupta crecida inundó una gran extensión y dañó sus casas.
Saben, también, que deben acudir a un refugio en altura para cuidar sus vidas y esperar el rescate que, con un río irremontable, solo puede llegar con un helicóptero de Carabineros.
Al causante de este desastre ni siquiera lo ven: es un lago enmontañado pegado al glaciar HPN4 en Campo de Hielo Norte, de unas 115 hectáreas, que se descarga abruptamente, en un fenómeno conocido como Glof (Glacier Lake Outburst Flood). Antes de este verano, ya lo había hecho en febrero de 2014 y se prevé que lo repetirá.
“El alza de temperatura del planeta y el derretimiento de hielos ha hecho crecer estos cuerpos de agua en las alturas de los Andes, en zonas inestables geológicamente, lo que representa un peligro aguas abajo por vaciamientos rápidos y amenazas de aluviones”, explica Gino Casassa, quien lidera el equipo de la Unidad de Glaciología y Nieves de la Dirección General de Aguas (DGA-MOP).
Es un factor que revela la vulnerabilidad de Chile ante el cambio climático. Por esta razón, esa unidad construirá el primer inventario de lagos glaciares y elaborará simultáneamente un mapa de riesgos que permita monitorear estos fenómenos y dar alertas preventivas a la población por parte de Onemi ante las crecidas e inundaciones. Esta herramienta, que ya cuenta con algunos estudios preliminares, se elaborará entre 2020 y 2021, y servirá también para planificación territorial, afirma Casassa.
Los lagos glaciares constituyen uno de los principales peligros glaciológicos —también llamados “criosféricos”— que afectan hoy a distintas cordilleras del planeta y que, en el caso de Chile, se extienden desde la región de Copiapó hasta Magallanes. Otras amenazas criosféricas son: los deslizamientos glaciares que se desacoplan de su base y generan aludes; los terremotos que pueden causar avalanchas de hielo; erupciones volcánicas que derriten nieves y hielos y generan aluviones (lahares) y el derretimiento de nieves y suelos congelados (permafrost).
Vulnerabilidad
Los eventos “criosféricos” más recientes se concentran en Aysén. A lo ya descrito en el valle Huemules se sumó, en octubre de 2018, una inundación de la ruta que une Puerto Tranquilo con bahía Exploradores en Aysén, a causa del vaciamiento intempestivo de la laguna Triángulo, ubicada en un sector del glaciar Exploradores. También, la situación de Lago Cachet II, embalse del glaciar Colonia, que se ha vaciado en la última década más de veinticinco veces, en ocasiones con daños a viviendas y ganado por la crecida del caudal del río Baker.
En el norte, en la cuenca del río Copiapó, hay antecedentes de alto riesgo. El 14 de mayo de 1985, un lago del glaciar río Seco de Tronquitos, situado a unos 5 mil metros de altitud, evacuó 5 millones de metros cúbicos en tres horas y originó una crecida enorme que fue atajada aguas abajo por el embalse Lautaro (que no estaba lleno), lo que evitó un desastre mayor. El lago existe aún, la DGA lo observó en 2014 con su superficie helada, y basta un período cálido para que el fenómeno se repita.
En la Región Metropolitana, en tanto, científicos observan con interés la laguna El Morado, por el riesgo de que un derrumbe o la caída de un bloque del glaciar pudiese causar en una zona donde llegan turistas y está el poblado de Baños Morales, faenas mineras y las obras de una central hidroeléctrica.
En el Cajón del Maipo, describe Casassa, el aluvión de río Colorado (Alfalfal) en 1987, que causó la muerte a 41 personas, tuvo su inicio en una avalancha de rocas, pero involucró también suelo congelado y nieve que se derritió y aportó un enorme caudal.

RED DE MONITOREO
Este año, la DGA iniciará el monitoreo de suelos congelados o permafrost que también causan aluviones. 

Fuente: El Mercurio, Domingo 30 de Junio de 2019

EL MERCURIO – Los pobladores del valle del río Huemules, ubicado en la comuna de Tortel, en Aysén, saben que sobre ellos y su ganado se cierne una amenaza cada verano. Lo vivieron el 15 de enero pasado, cuando una abrupta crecida inundó una gran extensión y dañó sus casas.
Saben, también, que deben acudir a un refugio en altura para cuidar sus vidas y esperar el rescate que, con un río irremontable, solo puede llegar con un helicóptero de Carabineros.
Al causante de este desastre ni siquiera lo ven: es un lago enmontañado pegado al glaciar HPN4 en Campo de Hielo Norte, de unas 115 hectáreas, que se descarga abruptamente, en un fenómeno conocido como Glof (Glacier Lake Outburst Flood). Antes de este verano, ya lo había hecho en febrero de 2014 y se prevé que lo repetirá.
“El alza de temperatura del planeta y el derretimiento de hielos ha hecho crecer estos cuerpos de agua en las alturas de los Andes, en zonas inestables geológicamente, lo que representa un peligro aguas abajo por vaciamientos rápidos y amenazas de aluviones”, explica Gino Casassa, quien lidera el equipo de la Unidad de Glaciología y Nieves de la Dirección General de Aguas (DGA-MOP).
Es un factor que revela la vulnerabilidad de Chile ante el cambio climático. Por esta razón, esa unidad construirá el primer inventario de lagos glaciares y elaborará simultáneamente un mapa de riesgos que permita monitorear estos fenómenos y dar alertas preventivas a la población por parte de Onemi ante las crecidas e inundaciones. Esta herramienta, que ya cuenta con algunos estudios preliminares, se elaborará entre 2020 y 2021, y servirá también para planificación territorial, afirma Casassa.
Los lagos glaciares constituyen uno de los principales peligros glaciológicos —también llamados “criosféricos”— que afectan hoy a distintas cordilleras del planeta y que, en el caso de Chile, se extienden desde la región de Copiapó hasta Magallanes. Otras amenazas criosféricas son: los deslizamientos glaciares que se desacoplan de su base y generan aludes; los terremotos que pueden causar avalanchas de hielo; erupciones volcánicas que derriten nieves y hielos y generan aluviones (lahares) y el derretimiento de nieves y suelos congelados (permafrost).
Vulnerabilidad
Los eventos “criosféricos” más recientes se concentran en Aysén. A lo ya descrito en el valle Huemules se sumó, en octubre de 2018, una inundación de la ruta que une Puerto Tranquilo con bahía Exploradores en Aysén, a causa del vaciamiento intempestivo de la laguna Triángulo, ubicada en un sector del glaciar Exploradores. También, la situación de Lago Cachet II, embalse del glaciar Colonia, que se ha vaciado en la última década más de veinticinco veces, en ocasiones con daños a viviendas y ganado por la crecida del caudal del río Baker.
En el norte, en la cuenca del río Copiapó, hay antecedentes de alto riesgo. El 14 de mayo de 1985, un lago del glaciar río Seco de Tronquitos, situado a unos 5 mil metros de altitud, evacuó 5 millones de metros cúbicos en tres horas y originó una crecida enorme que fue atajada aguas abajo por el embalse Lautaro (que no estaba lleno), lo que evitó un desastre mayor. El lago existe aún, la DGA lo observó en 2014 con su superficie helada, y basta un período cálido para que el fenómeno se repita.
En la Región Metropolitana, en tanto, científicos observan con interés la laguna El Morado, por el riesgo de que un derrumbe o la caída de un bloque del glaciar pudiese causar en una zona donde llegan turistas y está el poblado de Baños Morales, faenas mineras y las obras de una central hidroeléctrica.
En el Cajón del Maipo, describe Casassa, el aluvión de río Colorado (Alfalfal) en 1987, que causó la muerte a 41 personas, tuvo su inicio en una avalancha de rocas, pero involucró también suelo congelado y nieve que se derritió y aportó un enorme caudal.

RED DE MONITOREO
Este año, la DGA iniciará el monitoreo de suelos congelados o permafrost que también causan aluviones. 

Fuente: El Mercurio, Domingo 30 de Junio de 2019

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