EL SUR – Los recursos hídricos y la gama de servicios que prestan juegan un papel clave en el crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental y reducción de la pobreza. El agua es un elemento importante en el bienestar de la población y tiene un impacto positivo en la vida de las personas, al incidir en la seguridad alimentaria y energética, la salud humana y el medio ambiente.
Sin embargo, Chile se encuentra entre los 30 países con mayor riesgo hídrico en el mundo, de acuerdo con la publicación,“Radiografía del agua: brecha y riesgo hídrico en Chile”, elaborada por la Fundación Chile, que plantea la necesidad de conocer la situación del agua en el territorio nacional y su tendencia en el tiempo. El tema ha sido analizado en la Comisión Especial sobre Desertificación y Sequía del Senado, con el fin de identificar las zonas con mayor brecha hídrica, niveles de calidad del agua en los territorios y efectos del cambio climático.
Una de las evidencias más críticas es que al menos 20 cuencas en Chile cuentan con una brecha hídrica entre moderada y alta, registrando un desbalance entre oferta y demanda y una fuerte presión sobre el recurso, cuya baja disponibilidad es un factor limitante del desarrollo económico. La Fundación Chile -corporación pública-privada que promueve soluciones de alto impacto para el desarrollo del país- destacó que el objetivo del estudio realizado es transformar estos problemas y brechas en oportunidades. El organismo trabaja en seis cuencas referentes (Copiapó, Aconcagua, Maipo, Maule, Lebu y Baker), para analizar la sustentabilidad del agua a largo plazo.
Gran parte del país enfrenta una prolongada sequía, que los habitantes de los centros urbanos no alcanzan a dimensionar, a menos que vean cómo se estrechan los caudales de los ríos, como es el caso del Biobío. Sin embargo, en las comunas rurales esto se traduce en que las napas se están secando paulatinamente, lo que afecta a miles de personas, que no cuentan con un buen suministro de agua para enfrentar sus necesidades diarias y para regar sus cultivos. También ha habido en los últimos años un cambio en el régimen de lluvias, porque cuando caen precipitaciones fuertes, se concentran en muy poco tiempo, por lo que el agua escurre superficialmente y no se infiltra para recargar los acuíferos. Eso parece explicar los problemas que hay en la captación de aguas subterráneas en verano. Se recordará que incluso desde 2013 en 45 comunas rurales de la región se debe entregar agua en camiones aljibes a los habitantes, para sus necesidades elementales.
Hay que considerar también que los procesos de urbanización han ido modificando los patrones de drenaje de los terrenos, lo que reduce la infiltración, el agua no se absorbe y -por el contrario- hay más posibilidades de desbordes de los ríos en invierno. El estudio de la Fundación Chile dice que las regiones que presentan el mayor número de eventos por inundación entre 1912 y 2017, son los grandes centros urbanos, como la Región Metropolitana (138), Región del Biobío (81). Región de La Araucanía (81). Región de Antofagasta (79) y Región de Valparaíso (74).
El cambio climático es una realidad innegable. Paralelamente, está la creciente necesidad de agua que tienen la agricultura, la industria y las ciudades. Por otra parte, la contaminación de ríos, laguna, lagos es cada vez mayor, lo que afecta a muchas zonas y acelera la crisis. Y mientras nuestra zona enfrenta el déficit de lluvias, en el norte de Chile, la desertificación avanza sin cesa Son situaciones que deben llevamos a enfrentar esta realidad. Es un trabajo que puede tener muchas dimensiones. Primero, la comunidad científica y académica, a través de propuestas tecnológicas que impulsen una agricultura sustentable y capaz de enfrentar el cambio climático, mientras el Estado busca asegurar estándares ambientales y entregar el apoyo necesario para mejores prácticas que hagan sostenible la conservación y recuperación de suelos.
Fuente: El Sur, Viernes 24 de agosto de 2018