DIARIO FINANCIERO – El cambio climático tiene diversos impactos crónicos y agudos en la infraestructura. Esto implica que ya no podemos mirar el desempeño pasado de ésta, sino que adaptarla a la nueva realidad. La infraestructura afecta la vida de las personas de muchas maneras; el principal problema de no considerar el cambio climático en la planificación de las obras es que la infraestructura puede mitigar, pero también crear riesgos.
En términos de seguridad, se prevé un aumento de accidentes debido al incremento de las precipitaciones. Las altas temperaturas, la formación de hielo y los fuertes vientos son riesgosos para el sistema de transporte. Por ejemplo, los cortes de energía eléctrica pueden provocar interrupciones en los trenes, el fallo en las señales luminosas o en vehículos eléctricos lo que aumentará la congestión y reducirá la seguridad vial. Asimismo, el cambio climático puede acelerar la degradación de las infraestructuras e incrementar los costos de adaptación y mantenimiento. Por ejemplo, la Unión Europea estima que los impactos del cambio climático en el transporte por carretera representan 1.805 millones de euros anuales.
En las actuales condiciones, inevitablemente vemos un incremento de los riesgos que se derivan del hecho de que la infraestructura existente está diseñada para el pasado, no para el futuro. Los próximos escenarios de cambio climático y sus consiguientes impactos hacen indispensable una evaluación a largo plazo de la resiliencia de la infraestructura. Para hacer ello, debemos identificar qué sistemas deben fortalecerse hoy, en lugar de esperar a que el clima siga cambiando. Si los sistemas de electricidad colapsan durante una tormenta, debemos asegurarnos de que existan planes de respaldo para que las personas aún tengan acceso al agua, la calefacción y la atención médica.
La característica que define a las infraestructuras resistentes al clima es que están planificadas, diseñadas, construidas y operadas de forma que se anticipan, preparan y adaptan a condiciones cambiantes. También pueden resistir, responder y recuperarse rápidamente de las interrupciones causadas por estas.
Así se están desarrollando las políticas de infraestructura en países desarrollados. Ejemplo de ello es el plan presentado por el presidente Joe Biden, que contempla una iniciativa de infraestructura de amplio alcance que promete que “cada dólar” gastado en la reconstrucción de carreteras, aeropuertos, sistemas de agua y más, se utilizará para “prevenir, reducir y soportar los impactos de la crisis climática”.
Las inversiones en sistemas y tecnologías de energía, transporte, agua y comunicaciones seguras para el clima ofrecen oportunidades para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentar la resiliencia a las tensiones climáticas y garantizar el acceso a la energía, los alimentos y el aire y el agua limpios, en las que todos ganan.
Nos parece fundamental que tanto las autoridades nacionales como locales, las empresas, los trabajadores, gremios y todos aquellos que participan del ecosistema de la infraestructura pública en nuestro país, tengan en consideración el enfoque que en este tema se está aplicando en otras latitudes, con el fin de agilizar y profundizar las políticas de resiliencia de la infraestructura frente al cambio climático en Chile.
Fuente: Diario Financiero, Lunes 11 de Abril de 2022