Jueves, Diciembre 26, 2024

“Calles compartidas; calles de encuentro”, una intervención urbana para repensar el espacio público

ARCH DAILY – Como parte de una nueva iniciativa del laboratorio multidisciplinario con sede en México, dérive LAB se presenta “Calles compartidas”, un proyecto con enfoque de diseño urbano que busca transformar espacialmente la calle para que esta se rija a partir de las relaciones humanas, más que utilizando dispositivos de control de tránsito; lo anterior sugiere que la calle no es únicamente un espacio destinado al transporte y la movilidad, sino en el que ocurre otra buena cantidad de actividades sociales, económicas y culturales.

Una calle compartida es aquella que se diseña con elementos alternativos para transformar el espacio vial en un espacio común que puede ser negociado entre todas las personas que lo utilizan. De manera contraintuitiva, se asume que la eliminación de señalamientos, guarniciones (segregación entre banqueta y arroyo vehicular), así como otros dispositivos de control, sumada a la integración de texturas, pavimentos y mobiliario urbano, favorece la reducción de la velocidad del transporte motorizado, haciendo de estas calles espacios seguros, donde los vehículos y personas a pie, en bicicleta y otros modos de transporte activo, son capaces de regular y negociar su paso y permanencia en el espacio. Lo anterior, sin duda, favorece la infraestructura social y brinda amplias oportunidades para integrar equipamiento e infraestructura verde.- dérive LAB.

En 2015, se publicó el primer manual de Calles Compartidas en español, como un primer acercamiento al concepto y a sus posibilidades en cuanto a pacificación del tránsito, aumento de la seguridad vial y recuperación de espacio público. A partir del 2021, el laboratorio ha trabajado de la mano de la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH en México mediante el programa “Protección del Clima en la Política Urbana de México (CiClim)”, específicamente desarrollando distintas aproximaciones al tema de las calles compartidas y explorando su capacidad de aportar seguridad a las calles, aumentar la resiliencia de las ciudades y mitigar el impacto que la movilidad motorizada impone sobre los espacios públicos.

En la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, y con apoyo de distintas organizaciones y vecinos del barrio de San Roque, se implementó una versión piloto de una calle compartida, probando algunas de sus premisas: mediante una superficie continua, en este caso lograda a través de una cuadrícula amarilla que logró difuminar (simbólicamente) los límites entre banqueta y arroyo vehicular, y utilizando una serie de mobiliarios flexibles, fue posible configurar la calle de distintas maneras, disminuyendo la velocidad de autos y colectivos, y dando más espacio para el descanso, el ocio y la convivencia en un lugar normalmente ocupado por carros estacionados.

A lo largo de unas semanas, la calle se utilizó de maneras muy distintas a las usuales, las vecinas y vecinos se apropiaron de muchos de estos mobiliarios, colocándoles plantas o aprovechándolos para ofrecer asientos a sus comensales; las niñas y niños retomaron el espacio previamente ocupado por autos, jugando y pidiendo a automovilistas que disminuyeran la velocidad; ocurrieron actividades culturales y de reconocimiento como el rap de las calles compartidas, Nocturna, caminata para mujeres y La danza de lAs albatros; Ensamble coreográfico en tres tiempos. A partir de estas experiencias de participación e imaginación, se realizó un proyecto de diseño urbano que ha sido entregado al ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez para su implementación, lo cual podrá traer grandes beneficios ambientales y de movilidad a aquellas personas que diariamente transitan y frecuentan la calle, así como a la ciudad en general. – dérive LAB

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Fuente: Arch Daily, Jueves 9 de Febrero de 2023

ARCH DAILY – Como parte de una nueva iniciativa del laboratorio multidisciplinario con sede en México, dérive LAB se presenta “Calles compartidas”, un proyecto con enfoque de diseño urbano que busca transformar espacialmente la calle para que esta se rija a partir de las relaciones humanas, más que utilizando dispositivos de control de tránsito; lo anterior sugiere que la calle no es únicamente un espacio destinado al transporte y la movilidad, sino en el que ocurre otra buena cantidad de actividades sociales, económicas y culturales.

Una calle compartida es aquella que se diseña con elementos alternativos para transformar el espacio vial en un espacio común que puede ser negociado entre todas las personas que lo utilizan. De manera contraintuitiva, se asume que la eliminación de señalamientos, guarniciones (segregación entre banqueta y arroyo vehicular), así como otros dispositivos de control, sumada a la integración de texturas, pavimentos y mobiliario urbano, favorece la reducción de la velocidad del transporte motorizado, haciendo de estas calles espacios seguros, donde los vehículos y personas a pie, en bicicleta y otros modos de transporte activo, son capaces de regular y negociar su paso y permanencia en el espacio. Lo anterior, sin duda, favorece la infraestructura social y brinda amplias oportunidades para integrar equipamiento e infraestructura verde.- dérive LAB.

En 2015, se publicó el primer manual de Calles Compartidas en español, como un primer acercamiento al concepto y a sus posibilidades en cuanto a pacificación del tránsito, aumento de la seguridad vial y recuperación de espacio público. A partir del 2021, el laboratorio ha trabajado de la mano de la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH en México mediante el programa “Protección del Clima en la Política Urbana de México (CiClim)”, específicamente desarrollando distintas aproximaciones al tema de las calles compartidas y explorando su capacidad de aportar seguridad a las calles, aumentar la resiliencia de las ciudades y mitigar el impacto que la movilidad motorizada impone sobre los espacios públicos.

En la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, y con apoyo de distintas organizaciones y vecinos del barrio de San Roque, se implementó una versión piloto de una calle compartida, probando algunas de sus premisas: mediante una superficie continua, en este caso lograda a través de una cuadrícula amarilla que logró difuminar (simbólicamente) los límites entre banqueta y arroyo vehicular, y utilizando una serie de mobiliarios flexibles, fue posible configurar la calle de distintas maneras, disminuyendo la velocidad de autos y colectivos, y dando más espacio para el descanso, el ocio y la convivencia en un lugar normalmente ocupado por carros estacionados.

A lo largo de unas semanas, la calle se utilizó de maneras muy distintas a las usuales, las vecinas y vecinos se apropiaron de muchos de estos mobiliarios, colocándoles plantas o aprovechándolos para ofrecer asientos a sus comensales; las niñas y niños retomaron el espacio previamente ocupado por autos, jugando y pidiendo a automovilistas que disminuyeran la velocidad; ocurrieron actividades culturales y de reconocimiento como el rap de las calles compartidas, Nocturna, caminata para mujeres y La danza de lAs albatros; Ensamble coreográfico en tres tiempos. A partir de estas experiencias de participación e imaginación, se realizó un proyecto de diseño urbano que ha sido entregado al ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez para su implementación, lo cual podrá traer grandes beneficios ambientales y de movilidad a aquellas personas que diariamente transitan y frecuentan la calle, así como a la ciudad en general. – dérive LAB

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Fuente: Arch Daily, Jueves 9 de Febrero de 2023

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