EL MERCURIO – Cada vez se extiende más la idea de que el desarrollo de un país no solo ha de considerar aspectos económicos, sino también las dimensiones sociales, medioambientales y de calidad de vida de los ciudadanos englobadas en el concepto de desarrollo sustentable. Entre las manifestaciones de esta nueva aproximación, una de las más notorias es la fuerza con que han irrumpido en la agenda pública temas como la calidad de los espacios urbanos y el entorno que ofrecen las ciudades a sus habitantes y comunidades.
Al día de hoy, de acuerdo con la última medición censal, nueve de cada diez chilenos viven en ciudades. El proceso de modernización económica consolidó esta tendencia y reconfiguró la fisonomía urbana de manera definitiva, especialmente en lo relativo a espacios públicos, accesibilidad y seguridad.
Dos recientes estudios ponen de relieve esta cuestión. Por una parte, la Corporación Ciudades, una nueva agrupación especializada en estos temas, elaboró recientemente un Atlas de Bienestar Territorial, que mide y compara diferentes aspectos de calidad urbana presentes en las 21 urbes chilenas con más de 100 mil habitantes. El ranking publicado, que las ordena en función de tres ejes —ambiental, infraestructura y accesibilidad—, sitúa en primer lugar al Gran Concepción (donde hoy viven 970 mil personas), superando a núcleos urbanos como Iquique-Alto Hospicio, el Gran Valparaíso e incluso el Gran Santiago. Llama la atención que todos ellos suelen aparecer en puestos inferiores en otras mediciones semejantes, que destacan, en cambio, a Valdivia, Viña del Mar o Punta Arenas. De acuerdo con especialistas, esto se debe a que las muestras con las que trabaja la Corporación Ciudades se toman de cada manzana de las ciudades, lo que permite considerar las diferencias al interior de estas, mientras que los otros estudios consideran las comunas en su totalidad.
Este último sería el caso del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), que desde hace nueve años elaboran la Cámara Chilena de la Construcción y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC. En esta versión los resultados presentaron algunas novedades que pueden ser incluso objeto de discusión, como el avance en varios puestos registrado por Valparaíso, Peñaflor y Colina, si bien las primeras posiciones siguen siendo ocupadas por Vitacura o Las Condes. En cualquier caso, el índice aporta valiosa información acumulada en casi una década, la que permite estudios y comparaciones. En esa línea, sus autores destacan la estrecha correlación entre la ubicación en el ranking y la cantidad de recursos que reciben los municipios, donde aquellas que más dependen del Fondo Común Municipal tienen peor calidad de vida. Y proponen, por lo mismo, la elaboración de planes de desarrollo para atraer inversión pública y privada, actualizar el sistema de pago de contribuciones y definir estándares urbanos mínimos.
Aunque las diferencias metodológicas pueden causar confusión en la interpretación de sus resultados, y aunque algunos de ellos pueden ser controvertidos, estos indicadores constituyen un insumo relevante que debiera ser considerado por las autoridades al momento de tomar decisiones que busquen mejorar la calidad de vida territorial y superar las brechas existentes al interior de nuestras urbes. En un país tan diverso geográficamente, donde cerca de tres millones ochocientas mil personas viven aún en zonas de bajo estándar urbano, el desarrollo armónico de las regiones y sus ciudades debiera constituir una prioridad.
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Fuente: El Mercurio, Viernes 10 de Mayo de 2019
Calidad de vida urbana
EL MERCURIO – Cada vez se extiende más la idea de que el desarrollo de un país no solo ha de considerar aspectos económicos, sino también las dimensiones sociales, medioambientales y de calidad de vida de los ciudadanos englobadas en el concepto de desarrollo sustentable. Entre las manifestaciones de esta nueva aproximación, una de las más notorias es la fuerza con que han irrumpido en la agenda pública temas como la calidad de los espacios urbanos y el entorno que ofrecen las ciudades a sus habitantes y comunidades.
Al día de hoy, de acuerdo con la última medición censal, nueve de cada diez chilenos viven en ciudades. El proceso de modernización económica consolidó esta tendencia y reconfiguró la fisonomía urbana de manera definitiva, especialmente en lo relativo a espacios públicos, accesibilidad y seguridad.
Dos recientes estudios ponen de relieve esta cuestión. Por una parte, la Corporación Ciudades, una nueva agrupación especializada en estos temas, elaboró recientemente un Atlas de Bienestar Territorial, que mide y compara diferentes aspectos de calidad urbana presentes en las 21 urbes chilenas con más de 100 mil habitantes. El ranking publicado, que las ordena en función de tres ejes —ambiental, infraestructura y accesibilidad—, sitúa en primer lugar al Gran Concepción (donde hoy viven 970 mil personas), superando a núcleos urbanos como Iquique-Alto Hospicio, el Gran Valparaíso e incluso el Gran Santiago. Llama la atención que todos ellos suelen aparecer en puestos inferiores en otras mediciones semejantes, que destacan, en cambio, a Valdivia, Viña del Mar o Punta Arenas. De acuerdo con especialistas, esto se debe a que las muestras con las que trabaja la Corporación Ciudades se toman de cada manzana de las ciudades, lo que permite considerar las diferencias al interior de estas, mientras que los otros estudios consideran las comunas en su totalidad.
Este último sería el caso del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), que desde hace nueve años elaboran la Cámara Chilena de la Construcción y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC. En esta versión los resultados presentaron algunas novedades que pueden ser incluso objeto de discusión, como el avance en varios puestos registrado por Valparaíso, Peñaflor y Colina, si bien las primeras posiciones siguen siendo ocupadas por Vitacura o Las Condes. En cualquier caso, el índice aporta valiosa información acumulada en casi una década, la que permite estudios y comparaciones. En esa línea, sus autores destacan la estrecha correlación entre la ubicación en el ranking y la cantidad de recursos que reciben los municipios, donde aquellas que más dependen del Fondo Común Municipal tienen peor calidad de vida. Y proponen, por lo mismo, la elaboración de planes de desarrollo para atraer inversión pública y privada, actualizar el sistema de pago de contribuciones y definir estándares urbanos mínimos.
Aunque las diferencias metodológicas pueden causar confusión en la interpretación de sus resultados, y aunque algunos de ellos pueden ser controvertidos, estos indicadores constituyen un insumo relevante que debiera ser considerado por las autoridades al momento de tomar decisiones que busquen mejorar la calidad de vida territorial y superar las brechas existentes al interior de nuestras urbes. En un país tan diverso geográficamente, donde cerca de tres millones ochocientas mil personas viven aún en zonas de bajo estándar urbano, el desarrollo armónico de las regiones y sus ciudades debiera constituir una prioridad.
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Fuente: El Mercurio, Viernes 10 de Mayo de 2019