LA TERCERA – En un mundo cada vez más urbanizado y afectado por el cambio climático, el “Biourbanismo”, concepto acuñado en su reciente libro por el paisajista australiano Adrian McGregor, cobra una relevancia crucial. Un enfoque basado en la integración de la naturaleza con el diseño urbano, proclamando que las ciudades pueden ser la solución a la crisis global. Lo que en parte es cierto, ya que según ONU-Habitat, las ciudades consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero; y abarcan menos del 3% de la superficie de la Tierra. Por lo que si nos concentramos en hacerlas más eficientes y sustentables, serán el atajo para salir de la crisis.
McGregor propone la “integración de la naturaleza en la ciudad”, ya que hemos urbanizado con poca consideración por la biodiversidad, como si urbano y natural fueran antónimos, derivando en segregación socioespacial, fragmentación de ecosistemas, y una creciente desconexión entre los habitantes y su entorno natural. Para revertirlo, McGregor sugiere crear espacios verdes accesibles y bien conectados dentro de las ciudades, lo que podría revitalizar barrios vulnerables, con la construcción de más parques, recuperación de corredores biológicos y zonas naturales, mejorando la calidad de vida, equidad urbana y restaurando ecosistemas dañados.
Otro concepto fundamental es el “diseño urbano basado en la ecología”, referido a la planificación siguiendo principios ecológicos para la sostenibilidad a largo plazo, desde la gestión del agua hasta la promoción de hábitats para flora y fauna locales. Incorporar infraestructuras verdes, como jardines de lluvia o sistemas de captación de lluvias, mitigará los impactos de sequías y fomenta la biodiversidad. La inclusión de plantas nativas y especies autóctonas en los espacios urbanos favorecería la resiliencia ecológica.
El “Biourbanismo” también subraya la importancia de la “resiliencia urbana” frente al cambio climático y fenómenos meteorológicos más extremos; incorporando infraestructuras naturales que no sólo embellezcan la ciudad, sino también como amortiguadores frente a estos cambios: humedales y parques inundables que contengan crecidas, árboles bien distribuidos en las calles que reduzcan el efecto de isla de calor, entre otras. Otros pilares son la “participación comunitaria” y la “educación ambiental”; es fundamental educar a la población sobre la importancia de convivir con la naturaleza.
Es por ello que celebramos que McGreggor visite esta semana nuestro país compartiendo su visión en la XIV versión del Foro Santiago 2041, con estudiantes y académicos en la UDD y el viernes en el Seminario Concepción Ciudad Esponja. El objetivo es que las futuras generaciones crezcan no solo rodeadas de naturaleza, sino también con el conocimiento y la voluntad para protegerla. El “Biourbanismo” ofrece una oportunidad de rediseñar nuestras ciudades no solo para que sean más habitables, sino para que coexistan en armonía con la naturaleza. La pregunta no es si Santiago o Concepción puedan beneficiarse de estas ideas, sino cuándo comenzaremos a implementarlas de manera decidida.
Por Pablo Allard, decano Fac. de Arquitectura, U. de Desarrollo
Fuente: La Tercera, Domingo 13 de Octubre de 2024