PULSO – La medición consistió en acompañar a personas con discapacidad durante sus trayectos dentro de Medellín, Bogotá y Santiago. Para Chile, el sondeo reveló que el Metro es la opción preferente para quienes tienen problemas de movilidad, pero en términos generales, se percibe una infraestructura poco amigable y falta de empatía, tanto de los funcionarios, como de otros pasajeros.
Miedo, estrés, rabia e ira son algunas de las sensaciones que viven las personas con alguna discapacidad que diariamente tienen que moverse por Santiago utilizando el transporte público. La baja satisfacción de la gente que tiene alguna dificultad (ver infografía) se genera porque viven en lugares, donde el grueso de la población, planifica su funcionamiento y desplazamiento en base a un “usuario promedio” que no tiene ningún tipo de problema. Esta es una de las principales conclusiones del reciente estudio “Mapas de viaje: Metodología para el diagnóstico y propuestas de mejora de la accesibilidad universal en sistemas de transporte público en América Latina y el Caribe” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La apuesta del estudio fue levantar una metodología que permita generar propuestas para mejorar la experiencia de las personas con discapacidad en las distintas etapas, por medio del seguimiento de su trayecto, además de las emociones y comentarios en cada minuto del viaje.
El sondeo no solo toma la experiencia de personas de este grupo en Santiago, sino también de Medellín y Bogotá, Colombia. En términos generales, la ciudad chilena ocupó el segundo lugar en la medición con una nota de 3,8 en satisfacción promedio, en una escala del 1 al 5, detrás de Medellín (4,1) y delante de Bogotá (3,2).
Algo que resalta la medición es que Santiago es el lugar donde se realiza la mayor cantidad de transbordos, complicando más los viajes. Sin embargo, “los usuarios de los dos modos que componen el sistema público tienden a valorar positivamente al Metro por encima del sistema de buses en materia de accesibilidad. Además, los participantes manifestaron la tendencia a eludir los servicios de bus cada vez que fuera posible. Estos son percibidos como componente de un viaje difícil, porque presentan mayores barreras físicas, de comunicación y operación, en contraste con el sistema de Metro”, dice el estudio.
Durante el primer trimestre de este año, tanto en Chile como en el país cafetero, los primeros problemas para la movilización de las personas con discapacidad comienzan con la planificación, dado que tienen una ruta memorizada que ante el mínimo cambio les genera un gran problema. Por ejemplo, los cierres de estaciones de la red de Metro, cortes en las calles o problemas de frecuencia, entre otros, desincentiva o genera un gran dolor de cabeza a la hora de transportarse. Debido a esto, el BID recomienda impulsar canales más formales de información y seguir el ejemplo de Londres, que ofrece una planificación del viaje y cobro de tarifa especial para quienes tienen alguna dificultad. Algo que hoy solo existe en el país para estudiantes y adultos mayores.
Regular el comercio ambulante
Otro de los problemas que identifica la publicación es la llegada a las estaciones del Metro. El desplazamiento se hace muy difícil, dado el mal estado de las calles, señaléticas y semáforos, situación que empeoró estos días tras el estallido social. Además, el comercio ambulante, que en esta época del año ha aumentado, también se identifica como una problemática, por lo que el BID recomienda regularlo.
Las dificultades también aparecen por el poco fortalecimiento de las habilidades blandas del personal, en términos de inclusión, para mejorar la experiencia del usuario con discapacidad en las distintas etapas de ingreso, viaje y salida. El mismo problema se destaca para los pasajeros, quienes tienen baja consideración de este grupo a la hora de darles la preferencia en el vagón o en el uso de ascensores, según indica la investigación.
Con respecto a antes de ingresar al transporte mismo, los problemas apuntan a los torniquetes que no favorecen la autoatención y los desniveles entre el piso del andén y el tren. Ya dentro del vagón o del bus, los problemas detectados van por la falta en respetar el área preferencial y poco espacio de esta, para maniobrar de forma adecuada al entrar o al salir. Uno de los ejemplos para tratar de solucionar esta dificultad fue la inclusión de monitores con distintos tipos de discapacidad en Medellín, para poder concientizar a las personas sobre el uso amigable del medio de transporte.
Fuente: Pulso, Viernes 20 de Diciembre de 2019
BID: buses en Santiago tienen una deuda con un transporte público más inclusivo
PULSO – La medición consistió en acompañar a personas con discapacidad durante sus trayectos dentro de Medellín, Bogotá y Santiago. Para Chile, el sondeo reveló que el Metro es la opción preferente para quienes tienen problemas de movilidad, pero en términos generales, se percibe una infraestructura poco amigable y falta de empatía, tanto de los funcionarios, como de otros pasajeros.
Miedo, estrés, rabia e ira son algunas de las sensaciones que viven las personas con alguna discapacidad que diariamente tienen que moverse por Santiago utilizando el transporte público. La baja satisfacción de la gente que tiene alguna dificultad (ver infografía) se genera porque viven en lugares, donde el grueso de la población, planifica su funcionamiento y desplazamiento en base a un “usuario promedio” que no tiene ningún tipo de problema. Esta es una de las principales conclusiones del reciente estudio “Mapas de viaje: Metodología para el diagnóstico y propuestas de mejora de la accesibilidad universal en sistemas de transporte público en América Latina y el Caribe” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La apuesta del estudio fue levantar una metodología que permita generar propuestas para mejorar la experiencia de las personas con discapacidad en las distintas etapas, por medio del seguimiento de su trayecto, además de las emociones y comentarios en cada minuto del viaje.
El sondeo no solo toma la experiencia de personas de este grupo en Santiago, sino también de Medellín y Bogotá, Colombia. En términos generales, la ciudad chilena ocupó el segundo lugar en la medición con una nota de 3,8 en satisfacción promedio, en una escala del 1 al 5, detrás de Medellín (4,1) y delante de Bogotá (3,2).
Algo que resalta la medición es que Santiago es el lugar donde se realiza la mayor cantidad de transbordos, complicando más los viajes. Sin embargo, “los usuarios de los dos modos que componen el sistema público tienden a valorar positivamente al Metro por encima del sistema de buses en materia de accesibilidad. Además, los participantes manifestaron la tendencia a eludir los servicios de bus cada vez que fuera posible. Estos son percibidos como componente de un viaje difícil, porque presentan mayores barreras físicas, de comunicación y operación, en contraste con el sistema de Metro”, dice el estudio.
Durante el primer trimestre de este año, tanto en Chile como en el país cafetero, los primeros problemas para la movilización de las personas con discapacidad comienzan con la planificación, dado que tienen una ruta memorizada que ante el mínimo cambio les genera un gran problema. Por ejemplo, los cierres de estaciones de la red de Metro, cortes en las calles o problemas de frecuencia, entre otros, desincentiva o genera un gran dolor de cabeza a la hora de transportarse. Debido a esto, el BID recomienda impulsar canales más formales de información y seguir el ejemplo de Londres, que ofrece una planificación del viaje y cobro de tarifa especial para quienes tienen alguna dificultad. Algo que hoy solo existe en el país para estudiantes y adultos mayores.
Regular el comercio ambulante
Otro de los problemas que identifica la publicación es la llegada a las estaciones del Metro. El desplazamiento se hace muy difícil, dado el mal estado de las calles, señaléticas y semáforos, situación que empeoró estos días tras el estallido social. Además, el comercio ambulante, que en esta época del año ha aumentado, también se identifica como una problemática, por lo que el BID recomienda regularlo.
Las dificultades también aparecen por el poco fortalecimiento de las habilidades blandas del personal, en términos de inclusión, para mejorar la experiencia del usuario con discapacidad en las distintas etapas de ingreso, viaje y salida. El mismo problema se destaca para los pasajeros, quienes tienen baja consideración de este grupo a la hora de darles la preferencia en el vagón o en el uso de ascensores, según indica la investigación.
Con respecto a antes de ingresar al transporte mismo, los problemas apuntan a los torniquetes que no favorecen la autoatención y los desniveles entre el piso del andén y el tren. Ya dentro del vagón o del bus, los problemas detectados van por la falta en respetar el área preferencial y poco espacio de esta, para maniobrar de forma adecuada al entrar o al salir. Uno de los ejemplos para tratar de solucionar esta dificultad fue la inclusión de monitores con distintos tipos de discapacidad en Medellín, para poder concientizar a las personas sobre el uso amigable del medio de transporte.
Fuente: Pulso, Viernes 20 de Diciembre de 2019