EL MERCURIO – El crecimiento del tráfico en los aeropuertos nacionales ha sido enorme. En 2008, aproximadamente 9,4 millones de pasajeros los utilizaban, para viajes nacionales e internacionales. Diez años después, la cifra llegaba a los casi 36,9 millones: un aumento de casi cuatro veces. Restando los turistas extranjeros que ingresan por vía aérea (casi 2,35 millones), la cifra de utilización de aeropuertos es de casi dos por residente en Chile por año; es decir, el país se acerca a la cifra promedio de un viaje por persona al año, y no se encuentra demasiado distante del número de viajes per cápita del continente europeo.
Todo indica que este crecimiento debería proseguir, pues recién han comenzado a desarrollarse los programas de vuelos de bajo costo, al tiempo que los ingresos económicos de las personas continúan aumentando. También puede avizorarse el que cada vez se vayan tornando más comunes los viajes directos entre ciudades, sin pasar por Santiago, debido a que los flujos seguirán incrementándose y a que las personas están dispuestas —según estudios— a pagar un sobreprecio por no tener que realizar escalas. De este modo, cabe naturalmente la pregunta de si los aeropuertos actuales cuentan con la capacidad para hacer frente a este predecible crecimiento.
Ante la perspectiva de una mayor congestión en los terminales aéreos, el Gobierno ha definido un plan de acción que considera aumentar la capacidad de los once aeropuertos concesionados existentes y concesionar otros seis actualmente no adscritos a esta modalidad. De acuerdo con este plan, quince aeropuertos del país estarán habilitados para recibir vuelos internacionales (es decir, aparte de las capacidades técnicas necesarias, contarán con aduanas, revisión del SAG y policía internacional), lo que representa un cambio respecto de la situación actual, en que solo seis pueden recibir viajes del exterior. Los nuevos aeropuertos estarían todos operativos al 2027, pero no es claro que puedan acomodar las expectativas de crecimiento de tráfico aéreo hacia 2035-2040, la fecha final de las proyecciones utilizadas.
Con todo, existe una pequeña posibilidad de que las tendencias de constante crecimiento en el número de pasajeros que hoy se observan cambien en el futuro. Ello, pues una parte del movimiento ambientalista se muestra hoy crítica frente a los viajes aéreos, debido a la emisión de gases de efecto invernadero que provocan. Pese a que su contribución a las emisiones globales de CO{-2} es relativamente pequeña, y no supera el 2-3%, estos grupos consideran que muchos de estos viajes, que son motivados por placer o por negocios, resultan innecesarios y deberían eliminarse, de ser esto posible.
Ante esta potencial amenaza a su negocio, las líneas aéreas y los fabricantes están comenzando a explorar la posibilidad de nuevas tecnologías que no emitan gases. La opción más fácil es el uso de biocombustibles, pero no todos los ambientalistas aceptan esta solución, pues significa utilizar para su producción terrenos que podrían dedicarse a la agricultura o mantenerse en su estado natural. La preferencia es por aviones eléctricos, más amigables desde un punto de vista ecológico. Aparentemente, para viajes de corta duración (hasta 250-350 km), la tecnología actual de almacenamiento eléctrico permitiría aviones de este tipo que resulten competitivos con los convencionales. Para trayectos más largos, los fabricantes están considerando modelos híbridos, en que la propulsión eléctrica ayudaría en el despegue y aterrizaje, que es cuando se generan más emisiones.
Si estas tecnologías prosperan, la duda sobre el crecimiento de largo plazo del número de viajes se disiparía, y se confirmaría el carácter socialmente rentable de la inversión de casi US$ 1.500 millones que considera el plan anunciado.
El país se acerca a la cifra promedio de un viaje aéreo por persona al año.
Fuente: El Mercurio, Jueves 27 de Junio de 2019