Jueves, Diciembre 26, 2024

Agua, Agricultura y Energía: dónde debe poner Chile su capacidad tecnológica y conocimiento para enfrentar el nuevo escenario climático

PAÍS CIRCULAR – Estudio realizado por Cambio Global UC revela cuales son las necesidades tecnológicas prioritarias para enfrentar el cambio climático en el país: adaptación en materia de Recursos Hídricos y Silvoagricultura, y mitigación en Energía. En ese orden. Como necesidades urgentes a implementar antes de 2020 están garantizar el servicio de agua potable para las ciudades e implementar una estrategia para fuentes alternativas de suministro; programas para enfrentar riesgo de incendios con foco en efectos a transmisión eléctrica, agricultura y asentamientos humanos, y soluciones de eficiencia hídrica y de conducción de aguas; y la implementación de medidas que fomenten la electromovilidad y que le den más flexibilidad al Sistema Eléctrico Nacional, entre las principales.
En el marco del estudio “Diagnóstico de las capacidades de transferencia tecnológica del país y desarrollo de la primera etapa del análisis de necesidades tecnológicas en cambio climático”, el Centro Interdisciplinario Cambio Global UC realizó recientemente un análisis de los sectores de mitigación y adaptación, los que fueron evaluados en base a una serie de criterios económicos, sociales, técnico-ambientales, impacto, nivel de riesgo y de oportunidades, entre otros.
Junto con ello, el informe analizó la factibilidad de implementación de medidas tecnológicas para los desafíos de mitigación y de adaptación para cada sector. Esto fue analizado por distintas metodologías y se consultó con 12 expertos y profesionales, de distintas instituciones, vinculados a la transferencia de capacidades tecnológicas en el marco del cambio climático, quienes puntuaron cada uno de los sectores de acuerdo a los parámetros establecidos.
Así se llegó a tres sectores con la mayor puntuación como prioritarios: el primero fue el de adaptación en recursos hídricos, seguido en la adaptación silvoagropecuaria y en tercer lugar la mitigación en el sector de energía. Más atrás se ubicaron los sectores de adaptación en energía, biodiversidad, ciudades, infraestructura, pesca y acuicultura, salud y la mitigación en procesos industriales y uso de productos.
“Esta mirada lo que busca es un equilibrio entre las cosas que están desarrolladas en el país, cuáles son las capacidades, qué centros de investigación existen y en qué temas son buenos; y por otro lado, ver por dónde están las necesidades”, explica Andrés Pica, director ejecutivo de Cambio Global UC.
Una de las conclusiones de este análisis -agrega Pica- es que hoy existe una distancia entre las capacidades que tienen los centros de investigación, “que conocen bastante bien el tema del cambio climático, y el conocimiento que tienen los sectores público y privado, lo que es normal. Pero hay una falta de comunicación y de transferencia de este conocimiento, entonces los centros tienen que lograr comunicar y transferir estas capacidades al sector público-privado para que estos puedan implementar soluciones”.
¿Por qué los temas de adaptación aparecen prioritarios? Según los autores del estudio, porque allí es donde están hoy las mayores brechas. En términos de mitigación, el sector con mayores emisiones de gases de efecto invernadero del país ha impulsado un fuerte despliegue de las energías renovables que se seguirá expandiendo en el futuro, y si bien existen una brecha de transferencia de capacidades no es tan alta como la que se registra en recursos hídricos.

“Hay zonas que se están quedando sin agua, lagunas como Aculeo que ya se secaron, y eso genera un problema mucho mayor porque tenemos un impacto y no estamos logrando disminuir ese impacto. Ahí tenemos un camino que recorrer que está menos avanzado. La característica de los recursos hídricos y de los sistemas silvoagrícolas es que necesitan soluciones que sean más locales”, afirma Andrés Pica.
“No es como llegar y poner un panel solar -agrega-, porque puedes poner un riego por goteo, que es la tecnología, pero debes implementarlo de acuerdo a tu hidrología local. Ahí hay una brecha, especialmente para los pequeños empresarios”.
Por eso, insiste, en términos tecnológicos si existe hoy la necesidad de priorizar la vulnerabilidad, porque requiere de soluciones locales, a diferencia de lo que ocurre con mitigación. “El auto eléctrico es global, el panel solar es una solución global, a diferencia de las soluciones de riego o de gestión del agua”.

El agua, clave para el desarrollo

El carácter estratégico y vital del agua para la mantención de las poblaciones y ecosistemas es evidente, pero también es clave para la economía, donde los principales usuarios del agua son el sector silvoagropecuario (82%), el sector sanitario (8%), la industria (7%) y la minería (3%).
Pero a esta condición estratégica y diversa en el uso, dice el estudio, se suma hoy la alta variabilidad de su disponibilidad a lo largo del territorio nacional y los efectos esperados del cambio climático. Frente a las menores lluvias y al aumento de las temperaturas pronosticado, se proyecta una disminución de caudales superficiales, pérdida de capacidad de acumulación de nieve en la cordillera y cambio de estacionalidad en caudales de régimen nival.
A esto se suma que los eventos extremos asociados a tormentas cálidas, con aumento de caudales máximos y riesgo de deslizamiento de tierras e inundaciones, tienen efectos ya observados en la provisión de agua potable para las ciudades y daños sobre la población y la infraestructura.
En ese sentido, el estudio de Cambio Global UC propone como medidas “urgentes” definir e implementar una estrategia de transferencia tecnológica antes de 2020 que garanticen la continuidad del servicio de agua potable para las ciudades; implementar una estrategia similar para el uso de fuentes alternativas de provisión de agua potable, principalmente desalación.

Con menor urgencia, propone definir e implementar antes de 2030 sistemas y soluciones para el reúso de aguas grises, el reúso de aguas servidas tratadas y la disminución de las pérdidas en los sistemas de conducción de agua potable.
“El concepto de urgencia es porque tienes que partir por las situaciones que están generando problemas hoy. Ya hay evidencia -lo llamen cambio climático o no- de que el costo de la inacción es alto, y por eso se justifica partir hoy con ese desafío. No implica que lo otro sea menos importante, sino que tienes un poco más de tiempo para reaccionar”, dice Andrés Pica, director ejecutivo del Centro de Cambio Global UC.
Esto no obstante, agrega, que la disponibilidad de agua es un concepto relativo que finalmente requerirá de cambios de conducta. “Uno está acostumbrado a la disponibilidad de agua histórica, y los estilos de consumo y los ecosistemas están asociados a ese nivel de disponibilidad de agua. Los ecosistemas tienen menos capacidad de adaptarse, pero las prácticas agrícolas y nuestro consumo humano eventualmente podrían adaptarse a los de una zona con menos recursos hídricos. Sí habría que generar técnicas de gestión de eficiencia hídrica”.

Sector silvoagropecuario, altamente vulnerable

En Chile, el sector agrícola representa el 3,7% del PIB nacional y un 10% del empleo, y en conjunto con las plantaciones forestales ocupan un 8,4% de la superficie nacional. Pero al mismo tiempo, el sector silvoagropecuario es altamente vulnerable al cambio climático. Con una reducción hídrica moderada, las caídas en la producción agrícola van de un 5% a un 16%, a lo que se suman impactos por cambios en temperaturas y eventos climáticos extremos.
Si bien estos mismos factores han impulsado una serie de avances en el sector, principalmente en medidas de adaptación y mejoras en la eficiencia de riego y en el ahorro de agua – como el uso de productos poliméricos súper absorbentes que retienen el agua y la liberan paulatinamente al contacto con la planta- aún existen variados desafíos y metas que cumplir.
En ese sentido, en materia de agricultura el estudio de Cambio Global UC establece como medidas urgentes de transferencia tecnológica antes de 2020 el desarrollo de investigación, diseño e implementación de programas de soluciones en materia de eficiencia hídrica y conducción, así como herramientas para la gestión del riesgo climático en el sector. Esto último considera de manera particular los cambios en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos con efectos en la producción agrícola.

Y en el sector silvícola, a 2020 se señala como urgente el desarrollo de programas de investigación en materia de prevención, monitoreo y gestión de incendios forestales, con especial atención a las interacciones con otros usuarios del territorio como transmisión eléctrica, agricultura y asentamientos humanos; y el desarrollo de estrategias para mejorar la gestión del bosque nativo para proteger los servicios ecosistémicos que estos proveen.
Al respecto, dice Andrés Pica, en esta área es importante generar la transferencia tecnológica, porque hay muchos centros de investigación que trabajan en esta temática y que tienen capacidades. El desafío, entonces, es cómo este conocimiento de los centros se traspasa a los privados y al Estado.
“En el sector silvícola hay un déficit de transferencia desde los dos lados. Por un lado, los centros no siempre hacen investigación en los temas de interés del sector privado o público, y ahí hay que hacer una alineación de intereses. Y por otro lado, hay cosas que ya están disponibles en los centros de investigación pero que no son de dominio del sector público-privado”, dice Andrés Pica.
Es en materia de agricultura, agrega el director ejecutivo de Cambio Global, donde están las mayores brechas. “Esto porque en Chile hay muchos productores pequeños y ellos están enfrentando estos desafíos de una manera mucho más reactiva y no tienen capacidades. Ahí falta generar instrumentos financieros, como seguros, y también generar financiamiento. Ahí hay un déficit porque están siendo golpeados, y se requiere de un set de medidas y soluciones posibles: cómo le garantizas riego, cómo le entregas información respecto de cultivos más resilientes al nuevo escenario climático, por ejemplo. Tienen esas necesidades”, afirma.

Energía, determinante para la mitigación

Si bien el sector Energía es actualmente el principal emisor de gases de efecto invernadero del país (generación eléctrica con un 41,5% del total, y transportes con un 31,3%) por el alto consumo de combustibles fósiles, ha tenido al mismo tiempo un rápido desarrollo tecnológico en los últimos años que ha permitido la incorporación de nuevas tecnologías más limpias y eficientes.
Desde 2014, más del 40% de los proyectos de generación que se construyen cada año en Chile corresponden a ERNC, con un gran crecimiento de la generación eólica y solar. Y en materia de transportes, se está impulsando la eficiencia energética y la electromovilidad a nivel público y privado.

Sin embargo, aún existen importantes brechas y desafíos. En materia de transportes, el estudio propone como medidas urgentes (2020) la definición de al infraestructura necesaria para fomentar la electromovilidad, con priorización de las tecnologías de carga y definición del modelo de transferencia que se aplicará a cada tecnología; y la implementación de herramientas que permitan mejorar la logística del transporte de carga, especialmente en la entrega al consumidor final (última milla).
Y respecto de la generación eléctrica, aparece como más urgente la identificación, definición e implementación de las herramientas de coordinación hidrotérmica necesarias para manejar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de manera robusta; y la priorización de las tecnologías capaces de entregar flexibilidad al SEN, así como el modelo de transferencia que se aplicará a cada tecnología.
“En transportes, uno de los grandes drivers son las emisiones de gases de efecto invernadero, y hay una parte en que la electromovilidad ayuda en ese sentido, y especialmente en transporte público es bastante abordable. Después hay un desafío que es distinto y que tiene que ver con el transporte de carga, y ahí las soluciones son un poquito más propias que se pueden desarrollar a nivel nacional: optimización, sistemas de manejo de carga para que el camión vaya siempre lleno (de gestión), y de cambio modal”, explica Andrés Pica.
“Y por otro lado -afirma- están los desafíos que aparecen hoy con todas las plataformas de comida y la logística urbana de última milla: cómo haces a la ciudad funcionar y emitir menos en la lógica de un mundo que tiene mucho más Uber, Rappi, Cabify y otras aplicaciones de ese estilo”.
En materia de generación eléctrica, agrega Pica, el desafío es darle flexibilidad a un sistema que va a estar dominado por al energía solar y eólica, para que esté disponible todo el tiempo y alineada con la demanda.
“Ahí hay un desafío que se resuelve en parte con almacenamiento de energía. Invertir en eso es una necesidad como país, independiente de si se define que lo haga el sector privado o el sector público. Hay inversión asociada en invertir en sistemas de gestión, que se podría resolver nacionalmente”, finaliza.
Ver Artículo
Fuente: País Circular, Miércoles 03 de Abril de 2019

PAÍS CIRCULAR – Estudio realizado por Cambio Global UC revela cuales son las necesidades tecnológicas prioritarias para enfrentar el cambio climático en el país: adaptación en materia de Recursos Hídricos y Silvoagricultura, y mitigación en Energía. En ese orden. Como necesidades urgentes a implementar antes de 2020 están garantizar el servicio de agua potable para las ciudades e implementar una estrategia para fuentes alternativas de suministro; programas para enfrentar riesgo de incendios con foco en efectos a transmisión eléctrica, agricultura y asentamientos humanos, y soluciones de eficiencia hídrica y de conducción de aguas; y la implementación de medidas que fomenten la electromovilidad y que le den más flexibilidad al Sistema Eléctrico Nacional, entre las principales.
En el marco del estudio “Diagnóstico de las capacidades de transferencia tecnológica del país y desarrollo de la primera etapa del análisis de necesidades tecnológicas en cambio climático”, el Centro Interdisciplinario Cambio Global UC realizó recientemente un análisis de los sectores de mitigación y adaptación, los que fueron evaluados en base a una serie de criterios económicos, sociales, técnico-ambientales, impacto, nivel de riesgo y de oportunidades, entre otros.
Junto con ello, el informe analizó la factibilidad de implementación de medidas tecnológicas para los desafíos de mitigación y de adaptación para cada sector. Esto fue analizado por distintas metodologías y se consultó con 12 expertos y profesionales, de distintas instituciones, vinculados a la transferencia de capacidades tecnológicas en el marco del cambio climático, quienes puntuaron cada uno de los sectores de acuerdo a los parámetros establecidos.
Así se llegó a tres sectores con la mayor puntuación como prioritarios: el primero fue el de adaptación en recursos hídricos, seguido en la adaptación silvoagropecuaria y en tercer lugar la mitigación en el sector de energía. Más atrás se ubicaron los sectores de adaptación en energía, biodiversidad, ciudades, infraestructura, pesca y acuicultura, salud y la mitigación en procesos industriales y uso de productos.
“Esta mirada lo que busca es un equilibrio entre las cosas que están desarrolladas en el país, cuáles son las capacidades, qué centros de investigación existen y en qué temas son buenos; y por otro lado, ver por dónde están las necesidades”, explica Andrés Pica, director ejecutivo de Cambio Global UC.
Una de las conclusiones de este análisis -agrega Pica- es que hoy existe una distancia entre las capacidades que tienen los centros de investigación, “que conocen bastante bien el tema del cambio climático, y el conocimiento que tienen los sectores público y privado, lo que es normal. Pero hay una falta de comunicación y de transferencia de este conocimiento, entonces los centros tienen que lograr comunicar y transferir estas capacidades al sector público-privado para que estos puedan implementar soluciones”.
¿Por qué los temas de adaptación aparecen prioritarios? Según los autores del estudio, porque allí es donde están hoy las mayores brechas. En términos de mitigación, el sector con mayores emisiones de gases de efecto invernadero del país ha impulsado un fuerte despliegue de las energías renovables que se seguirá expandiendo en el futuro, y si bien existen una brecha de transferencia de capacidades no es tan alta como la que se registra en recursos hídricos.

“Hay zonas que se están quedando sin agua, lagunas como Aculeo que ya se secaron, y eso genera un problema mucho mayor porque tenemos un impacto y no estamos logrando disminuir ese impacto. Ahí tenemos un camino que recorrer que está menos avanzado. La característica de los recursos hídricos y de los sistemas silvoagrícolas es que necesitan soluciones que sean más locales”, afirma Andrés Pica.
“No es como llegar y poner un panel solar -agrega-, porque puedes poner un riego por goteo, que es la tecnología, pero debes implementarlo de acuerdo a tu hidrología local. Ahí hay una brecha, especialmente para los pequeños empresarios”.
Por eso, insiste, en términos tecnológicos si existe hoy la necesidad de priorizar la vulnerabilidad, porque requiere de soluciones locales, a diferencia de lo que ocurre con mitigación. “El auto eléctrico es global, el panel solar es una solución global, a diferencia de las soluciones de riego o de gestión del agua”.

El agua, clave para el desarrollo

El carácter estratégico y vital del agua para la mantención de las poblaciones y ecosistemas es evidente, pero también es clave para la economía, donde los principales usuarios del agua son el sector silvoagropecuario (82%), el sector sanitario (8%), la industria (7%) y la minería (3%).
Pero a esta condición estratégica y diversa en el uso, dice el estudio, se suma hoy la alta variabilidad de su disponibilidad a lo largo del territorio nacional y los efectos esperados del cambio climático. Frente a las menores lluvias y al aumento de las temperaturas pronosticado, se proyecta una disminución de caudales superficiales, pérdida de capacidad de acumulación de nieve en la cordillera y cambio de estacionalidad en caudales de régimen nival.
A esto se suma que los eventos extremos asociados a tormentas cálidas, con aumento de caudales máximos y riesgo de deslizamiento de tierras e inundaciones, tienen efectos ya observados en la provisión de agua potable para las ciudades y daños sobre la población y la infraestructura.
En ese sentido, el estudio de Cambio Global UC propone como medidas “urgentes” definir e implementar una estrategia de transferencia tecnológica antes de 2020 que garanticen la continuidad del servicio de agua potable para las ciudades; implementar una estrategia similar para el uso de fuentes alternativas de provisión de agua potable, principalmente desalación.

Con menor urgencia, propone definir e implementar antes de 2030 sistemas y soluciones para el reúso de aguas grises, el reúso de aguas servidas tratadas y la disminución de las pérdidas en los sistemas de conducción de agua potable.
“El concepto de urgencia es porque tienes que partir por las situaciones que están generando problemas hoy. Ya hay evidencia -lo llamen cambio climático o no- de que el costo de la inacción es alto, y por eso se justifica partir hoy con ese desafío. No implica que lo otro sea menos importante, sino que tienes un poco más de tiempo para reaccionar”, dice Andrés Pica, director ejecutivo del Centro de Cambio Global UC.
Esto no obstante, agrega, que la disponibilidad de agua es un concepto relativo que finalmente requerirá de cambios de conducta. “Uno está acostumbrado a la disponibilidad de agua histórica, y los estilos de consumo y los ecosistemas están asociados a ese nivel de disponibilidad de agua. Los ecosistemas tienen menos capacidad de adaptarse, pero las prácticas agrícolas y nuestro consumo humano eventualmente podrían adaptarse a los de una zona con menos recursos hídricos. Sí habría que generar técnicas de gestión de eficiencia hídrica”.

Sector silvoagropecuario, altamente vulnerable

En Chile, el sector agrícola representa el 3,7% del PIB nacional y un 10% del empleo, y en conjunto con las plantaciones forestales ocupan un 8,4% de la superficie nacional. Pero al mismo tiempo, el sector silvoagropecuario es altamente vulnerable al cambio climático. Con una reducción hídrica moderada, las caídas en la producción agrícola van de un 5% a un 16%, a lo que se suman impactos por cambios en temperaturas y eventos climáticos extremos.
Si bien estos mismos factores han impulsado una serie de avances en el sector, principalmente en medidas de adaptación y mejoras en la eficiencia de riego y en el ahorro de agua – como el uso de productos poliméricos súper absorbentes que retienen el agua y la liberan paulatinamente al contacto con la planta- aún existen variados desafíos y metas que cumplir.
En ese sentido, en materia de agricultura el estudio de Cambio Global UC establece como medidas urgentes de transferencia tecnológica antes de 2020 el desarrollo de investigación, diseño e implementación de programas de soluciones en materia de eficiencia hídrica y conducción, así como herramientas para la gestión del riesgo climático en el sector. Esto último considera de manera particular los cambios en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos con efectos en la producción agrícola.

Y en el sector silvícola, a 2020 se señala como urgente el desarrollo de programas de investigación en materia de prevención, monitoreo y gestión de incendios forestales, con especial atención a las interacciones con otros usuarios del territorio como transmisión eléctrica, agricultura y asentamientos humanos; y el desarrollo de estrategias para mejorar la gestión del bosque nativo para proteger los servicios ecosistémicos que estos proveen.
Al respecto, dice Andrés Pica, en esta área es importante generar la transferencia tecnológica, porque hay muchos centros de investigación que trabajan en esta temática y que tienen capacidades. El desafío, entonces, es cómo este conocimiento de los centros se traspasa a los privados y al Estado.
“En el sector silvícola hay un déficit de transferencia desde los dos lados. Por un lado, los centros no siempre hacen investigación en los temas de interés del sector privado o público, y ahí hay que hacer una alineación de intereses. Y por otro lado, hay cosas que ya están disponibles en los centros de investigación pero que no son de dominio del sector público-privado”, dice Andrés Pica.
Es en materia de agricultura, agrega el director ejecutivo de Cambio Global, donde están las mayores brechas. “Esto porque en Chile hay muchos productores pequeños y ellos están enfrentando estos desafíos de una manera mucho más reactiva y no tienen capacidades. Ahí falta generar instrumentos financieros, como seguros, y también generar financiamiento. Ahí hay un déficit porque están siendo golpeados, y se requiere de un set de medidas y soluciones posibles: cómo le garantizas riego, cómo le entregas información respecto de cultivos más resilientes al nuevo escenario climático, por ejemplo. Tienen esas necesidades”, afirma.

Energía, determinante para la mitigación

Si bien el sector Energía es actualmente el principal emisor de gases de efecto invernadero del país (generación eléctrica con un 41,5% del total, y transportes con un 31,3%) por el alto consumo de combustibles fósiles, ha tenido al mismo tiempo un rápido desarrollo tecnológico en los últimos años que ha permitido la incorporación de nuevas tecnologías más limpias y eficientes.
Desde 2014, más del 40% de los proyectos de generación que se construyen cada año en Chile corresponden a ERNC, con un gran crecimiento de la generación eólica y solar. Y en materia de transportes, se está impulsando la eficiencia energética y la electromovilidad a nivel público y privado.

Sin embargo, aún existen importantes brechas y desafíos. En materia de transportes, el estudio propone como medidas urgentes (2020) la definición de al infraestructura necesaria para fomentar la electromovilidad, con priorización de las tecnologías de carga y definición del modelo de transferencia que se aplicará a cada tecnología; y la implementación de herramientas que permitan mejorar la logística del transporte de carga, especialmente en la entrega al consumidor final (última milla).
Y respecto de la generación eléctrica, aparece como más urgente la identificación, definición e implementación de las herramientas de coordinación hidrotérmica necesarias para manejar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de manera robusta; y la priorización de las tecnologías capaces de entregar flexibilidad al SEN, así como el modelo de transferencia que se aplicará a cada tecnología.
“En transportes, uno de los grandes drivers son las emisiones de gases de efecto invernadero, y hay una parte en que la electromovilidad ayuda en ese sentido, y especialmente en transporte público es bastante abordable. Después hay un desafío que es distinto y que tiene que ver con el transporte de carga, y ahí las soluciones son un poquito más propias que se pueden desarrollar a nivel nacional: optimización, sistemas de manejo de carga para que el camión vaya siempre lleno (de gestión), y de cambio modal”, explica Andrés Pica.
“Y por otro lado -afirma- están los desafíos que aparecen hoy con todas las plataformas de comida y la logística urbana de última milla: cómo haces a la ciudad funcionar y emitir menos en la lógica de un mundo que tiene mucho más Uber, Rappi, Cabify y otras aplicaciones de ese estilo”.
En materia de generación eléctrica, agrega Pica, el desafío es darle flexibilidad a un sistema que va a estar dominado por al energía solar y eólica, para que esté disponible todo el tiempo y alineada con la demanda.
“Ahí hay un desafío que se resuelve en parte con almacenamiento de energía. Invertir en eso es una necesidad como país, independiente de si se define que lo haga el sector privado o el sector público. Hay inversión asociada en invertir en sistemas de gestión, que se podría resolver nacionalmente”, finaliza.
Ver Artículo
Fuente: País Circular, Miércoles 03 de Abril de 2019

TITULARES