DIARIO FINANCIERO – Siendo Chile un país tan vulnerable al cambio climático, no puede relegar a un inmerecido segundo lugar las políticas para adaptarse a él. Recientemente, el Gobierno ha dado a conocer la actualización del plan de acción climática, y así como sorprende con metas más exigentes para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, decepciona al no lograr proponer acciones concretas para adaptarnos a la nueva realidad.
En materia de mitigación de emisiones Chile, ha presentado una meta absoluta al 2030 (sin depender de las condiciones de la economía), un supuesto de emisiones entre el 2020 y 2030, y un peak al año 2025, tomando nota de anteriores compromisos con difíciles condiciones de verificación de cumplimiento y sin el respaldo científico necesario. Las metas de mitigación presentadas se justifican con importantes disminuciones del sector energía y transportes, dando continuidad a políticas que aumentan la presencia de energías renovables y la descarbonización de nuestra matriz energética.
Sin embargo, la adaptación al cambio climático vuelve a ser un factor secundario. Quizás porque no hay intereses corporativos que lo releven y, al no tener medios de verificación, se vuelven metas retóricas. Cada sector productivo y cada territorio va a requerir de una hoja de ruta para implementar medidas que reduzcan y controlen los impactos negativos del cambio climático.
La recuperación verde post Covid-19 no podrá obviar las acciones e inversiones que requiere una política de adaptación al calentamiento global. Sectores productivos como el silvoagropecuario deberán moderar sus patrones de consumo de agua que presenta menor disponibilidad en la mayoría de las cuencas, la planificación y el crecimiento de las ciudades se restringirá si considera nuevas áreas de riesgos naturales, la infraestructura física del país tendrá otro diseño y probablemente se propondrán fondos de riesgos para hacer frente a eventos climáticos extremos cada vez más presentes, entre otras prioridades.
Por su parte, implementar el plan de acción climática presentado por el Gobierno requiere de financiamiento como medio de implementación. La Estrategia Financiera frente al Cambio Climático (EFCC) del Ministerio de Hacienda propone recién para 2020 y 2021 la identificación de inversiones y hoja de ruta para desarrollar indicadores sectoriales para monitorear su implementación. Es en esta estrategia donde nos jugamos el éxito de la acción climática nacional.
Si la tragedia del coronavirus fue inesperada, la tragedia del calentamiento global es conocida por todos. Por lo mismo, países vulnerables al cambio climático no deben postergar el diseño y financiamiento de buenas políticas públicas que permitan adaptarnos a sus efectos.
Es muy positivo ser activos en disminuir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Es rentable, responsable y valorado. Sin embargo, la recuperación verde post Covid-19 estará marcada por el éxito de sectores y actividades que logren adaptarse a la nueva realidad climática.
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Fuente: Diario Financiero, Miércoles 22 de Abril de 2020
Adaptación al cambio climático post Covid-19, por Pablo Badenier
DIARIO FINANCIERO – Siendo Chile un país tan vulnerable al cambio climático, no puede relegar a un inmerecido segundo lugar las políticas para adaptarse a él. Recientemente, el Gobierno ha dado a conocer la actualización del plan de acción climática, y así como sorprende con metas más exigentes para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, decepciona al no lograr proponer acciones concretas para adaptarnos a la nueva realidad.
En materia de mitigación de emisiones Chile, ha presentado una meta absoluta al 2030 (sin depender de las condiciones de la economía), un supuesto de emisiones entre el 2020 y 2030, y un peak al año 2025, tomando nota de anteriores compromisos con difíciles condiciones de verificación de cumplimiento y sin el respaldo científico necesario. Las metas de mitigación presentadas se justifican con importantes disminuciones del sector energía y transportes, dando continuidad a políticas que aumentan la presencia de energías renovables y la descarbonización de nuestra matriz energética.
Sin embargo, la adaptación al cambio climático vuelve a ser un factor secundario. Quizás porque no hay intereses corporativos que lo releven y, al no tener medios de verificación, se vuelven metas retóricas. Cada sector productivo y cada territorio va a requerir de una hoja de ruta para implementar medidas que reduzcan y controlen los impactos negativos del cambio climático.
La recuperación verde post Covid-19 no podrá obviar las acciones e inversiones que requiere una política de adaptación al calentamiento global. Sectores productivos como el silvoagropecuario deberán moderar sus patrones de consumo de agua que presenta menor disponibilidad en la mayoría de las cuencas, la planificación y el crecimiento de las ciudades se restringirá si considera nuevas áreas de riesgos naturales, la infraestructura física del país tendrá otro diseño y probablemente se propondrán fondos de riesgos para hacer frente a eventos climáticos extremos cada vez más presentes, entre otras prioridades.
Por su parte, implementar el plan de acción climática presentado por el Gobierno requiere de financiamiento como medio de implementación. La Estrategia Financiera frente al Cambio Climático (EFCC) del Ministerio de Hacienda propone recién para 2020 y 2021 la identificación de inversiones y hoja de ruta para desarrollar indicadores sectoriales para monitorear su implementación. Es en esta estrategia donde nos jugamos el éxito de la acción climática nacional.
Si la tragedia del coronavirus fue inesperada, la tragedia del calentamiento global es conocida por todos. Por lo mismo, países vulnerables al cambio climático no deben postergar el diseño y financiamiento de buenas políticas públicas que permitan adaptarnos a sus efectos.
Es muy positivo ser activos en disminuir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Es rentable, responsable y valorado. Sin embargo, la recuperación verde post Covid-19 estará marcada por el éxito de sectores y actividades que logren adaptarse a la nueva realidad climática.
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Fuente: Diario Financiero, Miércoles 22 de Abril de 2020