EL MERCURIO – Niveles históricos ha alcanzado el deterioro de la actividad producto de las medidas para contener el coronavirus. De acuerdo con el Informe de Cuentas Nacionales del Banco Central, durante el segundo trimestre el PIB anotó una caída del 14,1% (-13,2 en términos desestacionalizados) respecto de igual período del año anterior. Dentro de las actividades más afectadas, destacan la industria manufacturera (-10,6%), construcción (-20,4%), comercio (-20,6%), servicios personales (-27,9%), transporte (-34,4%), y restaurantes y hoteles (-52,8%). Los rubros de la minería, administración pública y servicios financieros registraron modestos crecimientos (1,6%, 2,4% y 2,6%, respectivamente), evitando un declive aún mayor. Dado el comportamiento del hemisferio norte, que ya pasó por este complejo momento, es posible anticipar que estas deberían ser las peores cifras para los distintos rubros en esta crisis. El retroceso reducirá nuestro PIB per cápita real a los niveles observados antes de 2013.
Consistente ha sido el detrimento del mercado laboral. Según el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en la semana del 27 de julio al 2 de agosto, la tasa de desempleo alcanzó el 10,8%, anotando una leve mejoría con respecto al mes anterior (11,5%). Sin embargo, la tasa de empleo se ubicó en 42,3%, implicando una caída anual del 25% y la pérdida aproximada de 2,3 millones de empleos en un año. Aunque el retroceso es generalizado, particularmente inquietante es la situación de las mujeres: en doce meses han experimentado descensos del 28% en la ocupación y del 27% en la fuerza laboral (-23% y -19%, respectivamente, en el caso de los hombres).
El fenómeno no es exclusivo de Chile. Un factor importante que lo explica es que los sectores intensivos en el empleo de mujeres, como el comercio y los servicios, se han visto particularmente impactados por las medidas sanitarias. A esto debe agregarse la dispar distribución de roles dentro del hogar: de acuerdo con cifras del Centro UC de Encuestas, durante la pandemia las mujeres han dedicado 9 horas semanales más que los hombres a tareas domésticas, 14 horas más al cuidado de niños menores de 14 años y cinco más al cuidado de otras personas.
A pesar de su larga tramitación, es positivo el despacho por el Congreso de la ley que busca impulsar la reactivación. El conjunto de iniciativas, que incluyen la reducción transitoria del impuesto de primera categoría para las empresas acogidas al régimen propyme y una regulación transitoria para permitir depreciación y amortización instantánea del 100% de activos fijos (y algunos intangibles), apunta en la dirección correcta. Quedan, sin embargo, dudas respecto del insistente foco en pequeñas y medianas empresas, considerando que esta es una crisis que ha golpeado a firmas de todo tamaño y recordando que la generación de incentivos para perpetuar la condición de pyme termina limitando el crecimiento de los negocios.
Pero aun cuando esas iniciativas pueden impulsar la actividad, no es claro su impacto en la creación de puestos de trabajo, dados los ajustes en las labores productivas para evitar contagios y la casi nula normalización de las actividades escolares, que dificulta las opciones de los padres para emplearse. La extensión de la Ley de Protección del Empleo puede dar un respiro, pero está llegando el momento de evaluar hasta qué punto el paquete de medidas y subsidios adoptados puede estar afectando los incentivos laborales. A su vez, el detalle de los planes de apoyo a la contratación y mantención de puestos de trabajo debe ser conocido a la brevedad. Más allá de la posibilidad de que la actividad haya tocado piso, cabe anticipar una dura primavera y un difícil verano para un mercado laboral cuya crisis recién comienza a dimensionarse.
Fuente: El Mercurio, Jueves 20 de Agosto de 2020
Actividad, empleo y recuperación
EL MERCURIO – Niveles históricos ha alcanzado el deterioro de la actividad producto de las medidas para contener el coronavirus. De acuerdo con el Informe de Cuentas Nacionales del Banco Central, durante el segundo trimestre el PIB anotó una caída del 14,1% (-13,2 en términos desestacionalizados) respecto de igual período del año anterior. Dentro de las actividades más afectadas, destacan la industria manufacturera (-10,6%), construcción (-20,4%), comercio (-20,6%), servicios personales (-27,9%), transporte (-34,4%), y restaurantes y hoteles (-52,8%). Los rubros de la minería, administración pública y servicios financieros registraron modestos crecimientos (1,6%, 2,4% y 2,6%, respectivamente), evitando un declive aún mayor. Dado el comportamiento del hemisferio norte, que ya pasó por este complejo momento, es posible anticipar que estas deberían ser las peores cifras para los distintos rubros en esta crisis. El retroceso reducirá nuestro PIB per cápita real a los niveles observados antes de 2013.
Consistente ha sido el detrimento del mercado laboral. Según el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en la semana del 27 de julio al 2 de agosto, la tasa de desempleo alcanzó el 10,8%, anotando una leve mejoría con respecto al mes anterior (11,5%). Sin embargo, la tasa de empleo se ubicó en 42,3%, implicando una caída anual del 25% y la pérdida aproximada de 2,3 millones de empleos en un año. Aunque el retroceso es generalizado, particularmente inquietante es la situación de las mujeres: en doce meses han experimentado descensos del 28% en la ocupación y del 27% en la fuerza laboral (-23% y -19%, respectivamente, en el caso de los hombres).
El fenómeno no es exclusivo de Chile. Un factor importante que lo explica es que los sectores intensivos en el empleo de mujeres, como el comercio y los servicios, se han visto particularmente impactados por las medidas sanitarias. A esto debe agregarse la dispar distribución de roles dentro del hogar: de acuerdo con cifras del Centro UC de Encuestas, durante la pandemia las mujeres han dedicado 9 horas semanales más que los hombres a tareas domésticas, 14 horas más al cuidado de niños menores de 14 años y cinco más al cuidado de otras personas.
A pesar de su larga tramitación, es positivo el despacho por el Congreso de la ley que busca impulsar la reactivación. El conjunto de iniciativas, que incluyen la reducción transitoria del impuesto de primera categoría para las empresas acogidas al régimen propyme y una regulación transitoria para permitir depreciación y amortización instantánea del 100% de activos fijos (y algunos intangibles), apunta en la dirección correcta. Quedan, sin embargo, dudas respecto del insistente foco en pequeñas y medianas empresas, considerando que esta es una crisis que ha golpeado a firmas de todo tamaño y recordando que la generación de incentivos para perpetuar la condición de pyme termina limitando el crecimiento de los negocios.
Pero aun cuando esas iniciativas pueden impulsar la actividad, no es claro su impacto en la creación de puestos de trabajo, dados los ajustes en las labores productivas para evitar contagios y la casi nula normalización de las actividades escolares, que dificulta las opciones de los padres para emplearse. La extensión de la Ley de Protección del Empleo puede dar un respiro, pero está llegando el momento de evaluar hasta qué punto el paquete de medidas y subsidios adoptados puede estar afectando los incentivos laborales. A su vez, el detalle de los planes de apoyo a la contratación y mantención de puestos de trabajo debe ser conocido a la brevedad. Más allá de la posibilidad de que la actividad haya tocado piso, cabe anticipar una dura primavera y un difícil verano para un mercado laboral cuya crisis recién comienza a dimensionarse.
Fuente: El Mercurio, Jueves 20 de Agosto de 2020