LA TERCERA – Como todos los años, arquitectos y urbanistas esperábamos con ansias los anuncios sobre ciudad y equidad urbana en la cuenta presidencial del nuevo gobierno del presidente Piñera. Pese a conocer personalmente el compromiso de Piñera con la ciudad, en mi rol como ex coordinador del grupo programático en su campaña, reconozco que mi expectativa era un tanto cándida y autorreferente. Si mal no recuerdo, el único presidente que explícitamente ha puesto a las ciudades como eje de su visión de desarrollo fue Lagos en su cuenta del 2001, cuando dijo que “se hace urgente transformar en una nueva política el rol central que las ciudades juegan en la generación de oportunidades para las personas y en el desarrollo del país.”
Sin embargo, y en la medida que avanzaba el discurso del presidente Piñera, emergían énfasis y temáticas que sin duda explicaban por qué la ciudad aparentemente no era prioridad: atacar al crimen; mejorar el acceso y calidad a los servicios de salud; mejorar la calidad de la educación y capacitación; un nuevo trato para los niños, mujeres, adultos mayores, discapacitados y clase media; la recuperación del crecimiento.
En la medida que el discurso avanzaba, se sentía a la ciudad cada vez más lejos, tal vez porque la ansiada Política Nacional de Desarrollo Urbano prometida por Lagos el 2001 ya había sido promulgada por el mismo Piñera 12 años después, y porque potenciar o reparar las erráticas políticas y reformas de Bachelet sin duda cambiaron las prioridades.
Sin embargo, hacia el último tercio del discurso apareció un anuncio tan radical como ambicioso, que podría significar uno de los cambios más relevantes en la historia urbana de Santiago: Que al 2026 “el 50% de la población de Santiago podrá caminar desde su hogar a una estación de Metro.”
Esa simple frase, engloba una cantidad de ideas y efectos que bien valen como una gran visión o política urbana: Que casi un cuarto de la población del país tenga acceso peatonal a transporte público no contaminante y de calidad es un hito más que relevante. Si además el énfasis se hace en las comunas más alejadas de las oportunidades que ofrece la ciudad, ese Metro es además un atajo hacia la equidad, potenciará la inversión privada y la creación de subcentros de comercio, equipamiento y servicio en el entorno de sus estaciones que romperán con la condición de guetos de muchos de esos barrios.
Si bien hacia el final del discurso se hace un guiño a atacar el déficit cuantitativo y cualitativo de vivienda, con el anuncio de nuevos subsidios de arriendo y erradicación de campamentos, más allá de la crítica es momento de reconocer que en gran parte el futuro de nuestras ciudades está en el transporte urbano de calidad post-Transantiago.
Dejando atrás la retórica, el pragmatismo del compromiso presidencial de agregar 57 kms. a la red de Metro es un hito que supera cualquiera de nuestras expectativas. Más aún si ese anuncio lo extiende a regiones con menciones a Merval en Valparaíso y Biovías en Concepción, así como otras ciudades regionales. Sin duda priorizar la intermodalidad peatón, ciclista, buses alimentadores, trenes urbanos y/o Metro es clave en una visión sustentable y equitativa de la ciudad. Si ponemos las prioridades y esfuerzos en ello, la ciudad ya no se sentirá tan lejos de las prioridades políticas y estaremos a un metro de la equidad.
Fuente: La Tercera, Lunes 04 de Junio de 2018