ESTRATEGIA – La relación entre los municipios pobres y los ricos es un tema de gran relevancia en el análisis socioeconómico de una región o país. Los datos del año 2023 son elocuentes. Los gastos totales del sistema municipal alcanzan a MM$12.718.887. De ellos MM$8.900.982 son gastos operacionales y el diferencial es destinado a iniciativas de inversión, salud y educación municipal preferentemente. En los extremos encontramos municipios como Las Condes, Santiago, Maipú y Puerto Montt los que encabezan el ranking de municipios que superan los MM$200.000 en gastos anuales.
Santiago, Providencia y las Condes destacan como comunas que cuentan con más predios destinados a actividades comerciales y con mayor número de predios habitacionales e industriales. En contraste comunas como Timaukel, Primavera, General Lagos, Rio Verde y Tortel entre otros no superan los MM$3.500.00 como presupuestos de gastos y cuentan con estructuras prediales con bajos indicadores habitacionales, productivos y comerciales.
Estas a modo de ejemplo, y otras muchas características confirman una clara disparidad en sus niveles de desarrollo, reflejándose en una distribución desigual de los recursos y oportunidades de desarrollo, lo cual tiene implicaciones significativas en el bienestar de la población. Los municipios “pobres” se caracterizan por tener bajos niveles de ingresos per cápita, una infraestructura deficiente y un acceso limitado a servicios básicos como educación y salud. Esto se traduce en mayores tasas de pobreza, desempleo y exclusión social, perpetuando un ciclo de desventaja que es difícil de romper. Estos municipios enfrentan graves limitaciones en cuanto a la capacidad de generar riqueza y ofrecer a sus habitantes oportunidades de desarrollo, lo que los mantiene en una situación de vulnerabilidad y retraso económico.
Por otro lado, los municipios de mayores ingresos suelen contar con una economía más diversificada, una mayor generación de riqueza y mejores indicadores sociales. Estos municipios tienen la capacidad de invertir en el desarrollo de su población, lo cual les permite mejorar la calidad de vida y ofrecer mayores oportunidades a sus habitantes. La concentración de recursos y capacidades en estos municipios acentúa aún más la brecha con aquellos que se encuentran en situación de desventaja, generando una dinámica de crecimiento desigual que tiende a perpetuarse, afectando de manera evidente la equidad y cohesión social.
Esta brecha en aumento requiere de la implementación de políticas públicas que promuevan un desarrollo más equilibrado y reduzcan las disparidades, asegurando que todos los ciudadanos accedan a las mismas oportunidades, independientemente de su lugar de residencia.
Algunas de las estrategias que debieran ser implementadas con urgencia y convicción para enfrentar este desafío, son la descentralización de los recursos y la toma de decisiones, el aumento de la inversión en infraestructura y servicios públicos en los municipios más desfavorecidos, la promoción de actividades económicas diversificadas y el fortalecimiento de las capacidades locales, generando polos de desarrollo mediante la colaboración y la coordinación público privada, entre las diferentes reparticiones de gobierno y con la participación activa de la sociedad civil en la formulación e implementación de estas políticas.
Abordar la desigualdad territorial requiere de una política de estado, compartir una mirada de futuro y tener una voluntad política capaz de generar nuevas y mejores oportunidades en cada una de las comunas de nuestro país.
Américo Ibarra Lara
Director Observatorio en Política Pública y Territorio
Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido
Universidad de Santiago de Chile
Fuente: Estrategia, Jueves 20 de Junio de 2024