Domingo, Noviembre 24, 2024

¿Son útiles todavía los embalses en Chile?

PAUTA – Las intensas lluvias vividas en la zona central del país durante la segunda quincena de junio sirvieron para reducir gran parte del déficit hídrico en algunas lagos y embalses de la zona centro y centro sur del país. Y parecen no condecirse con lo expresado por el Presidente Gabriel Boric durante su campaña, cuando planteó que “ya no sirve invertir en embalses cuando no hay agua para llenarlos”.

Las redes sociales fueron el espacio predilecto para recordar esta frase del mandatario y abrir un debate respecto de la real efectividad de estos reservorios artificiales, por lo que nuestro Contestadog, de Watchdog Pauta, salió a preguntarle a expertos si los embalses son todavía útiles en un país como Chile.

Los embalses son estructuras hidráulicas que contienen un gran depósito de agua proveniente de ríos. Entonces, las aguas que se pierden por escurrimiento se almacenan para ser aprovechadas durante los períodos en que se origina un déficit, y se usan para el riego, abastecimiento o producción de energía, entre otros beneficios.

El agrónomo y máster en Economía Agraria de la Pontificia Universidad Católica, Juan Pablo Subercaseaux, afirma que los embalses sigue siendo útiles hoy en día. “Poder embalsar agua es una excelente posibilidad; en el norte ha permitido que se siga haciendo agricultura, y en la Región de O’Higgins permitió comenzar a regar zonas que eran de secano. Entonces, no solo se aseguró el riego, sino que se hizo en zonas que antes no se podían regar. El problema o la limitante son los costos, que son bastante altos”, plantea el académico.

Según el equipo de Escenarios Hídricos 2030, los embalses son una medida potencial dentro de un conjunto de soluciones que puede abordar la seguridad hídrica en el territorio nacional. “(Pero) su efectividad y utilidad varía dependiendo de las características físicas y climáticas de cada cuenca y región”, plantean desde esta organización. A esto agregan que, en el contexto de Chile, se deben considerar las características únicas del territorio, tanto geográficas, físicas y biológicas. “Además, el país se encuentra entre los 30 países con mayor riesgo hídrico, lo que significa que se espera un aumento de las temperaturas y una disminución de las precipitaciones debido al cambio climático”, sostienen desde Escenarios Hídricos 2030.

Entonces, para analizar la viabilidad de invertir en embalses es importante considerar varios criterios. Uno de ellos es que los embalses requieren una inversión significativa y un largo período de implementación, generalmente entre 10 y 20 años. “Sin embargo, el cambio climático está avanzando a un ritmo más rápido que nuestra capacidad de adaptación, lo que plantea desafíos adicionales para su diseño y mantención”, comenta el equipo de Escenarios Hídricos 2030.

Por otro lado, también es necesario evaluar la cantidad de recursos hídricos disponibles en la cuenca donde se planea construir el embalse, por lo que se deben realizar estudios para determinar si hay un caudal suficiente que justifique la inversión, dada la incertidumbre causada por los posibles escenarios de cambio climático. El académico de la Pontificia Universidad Católica y miembro del Centro de Derecho y Gestión de Aguas, Guillermo Donoso, menciona que los embalses traen múltiples beneficios, ya que la retención de agua mediante grandes embalses acumula parte de la escorrentía en años húmedos desplazando este a años secos, reduciendo la variabilidad hidrológica y aumentando la probabilidad de excedencia de los caudales.

Legislación obsoleta

Sin embargo, Donoso agrega que debe considerarse que son proyectos financieramente caros y que se demoran varios años. “Nuestra legislación para grandes obras hidráulicas data sin cambios desde hace más de 40 años, y nuestra legislación ambiental considera los embalses en cuanto a sus impactos negativos, pero no en cuanto a sus impactos positivos. Por lo anterior, no son una solución para enfrentar, en el corto plazo, la escasez hídrica”, enfatiza.

La Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas (MOP) monitorea 25 embalses en nueve regiones del país, de los cuales el 12% son para agua potable, 64% para riego, 16% para generación y el 8% para un uso mixto (generación y riego). Según el último informe hidrometeorológico elaborado por la DGA al 3 de julio, luego de las grandes lluvias de junio, hay almacenados 5.648 millones de metros cúbicos de agua, lo que significa un aumento de 22,2% respecto de la misma fecha del 2022, cuando había 4.621 millones. Sin embargo, la cantidad es menor al promedio histórico mensual que es 5.982 millones de m3.

En cuanto a esto, el ingeniero civil con mención Hidráulica Sanitaria Ambiental y académico de la Universidad de Santiago, Carlos Reiher, comenta que los embalses no son siempre la solución apropiada, ya que la escasez se origina no solo por una falta de agua disponible a partir de la lluvia o los deshielos, sino que también por los usos intensivos que el ser humano le da a los recursos hídricos. “No obstante, uno de los aportes de los embalses es dar seguridad, permitiendo regular y amortiguar las variaciones que hay entre diferentes años, algunos secos y otros más húmedos, al menos en la manera como estábamos acostumbrados antes de la prolongada sequía de la última década”, dice Reiher.

Donoso añade que para enfrentar más efectivamente la escasez, considerando los impactos del cambio climático, hay que pensar en embalses de menor tamaño. “Con una función de regulación estacional desplazando parte de la escorrentía en períodos lluviosos (invierno) de manera temporal al período seco (verano). Esto es, además, una medida de adaptación al cambio climático que proyecta mayores temperaturas, lluvias con una isoterma más alta, lo que reduce la acumulación de nieve en la cordillera”, aclara.

Por otro lado, los expertos señalan que se deben tomar en cuenta los impactos que tienen. Uno de los más importantes de los embalses es la regulación del ciclo hidrológico y sedimentológico de los ríos aguas abajo de estos, ya que la cantidad de agua y sedimentos, y con ellos, de minerales y materia orgánica quedan condicionados por la forma de operar el embalse, por lo que se debe estudiar no afectar a otros usuarios o ecosistemas acuáticos.

En cuanto a esto, Reiher comenta que “esta misma capacidad de regular es la responsable de externalidades positivas como la regulación de crecidas y mitigación de inundaciones, que incluso en escenarios de necesidad de abrir compuertas y dejar pasar el agua, suele ser menor el daño frente a la crecida que se hubiese dado naturalmente”. El caso de la central Rapel y su caudalosa salida de agua por las compuertas, muy viralizada en redes sociales durante junio, es un ejemplo.

Otras soluciones a la escasez hídrica

Un aspecto fundamental de entender es que no existe una solución única para abordar los eventos extremos de sequía e inundaciones que ya forman parte de la realidad del país. Sobre la base de esto, además de los embalses, una de las soluciones es realizar cambios a cultivos menos demandantes de agua y mejorar la eficiencia del riego, lo que disminuye las pérdidas por infiltración y aprovecha mejor el agua disponible.

Reiher agrega que, en la generalidad de los usos, “también es posible explorar la reutilización de aguas servidas, la desalinización de agua del mar y la exploración de nuevas fuentes de aguas subterráneas. Las alternativas mejor evaluadas serán aquellas que permitan tener recursos más cercanos, de calidad adecuada para el uso esperado, y ojalá sustentables y renovables”.

Subercaseaux añade que la tecnificación del riego es otra solución además de los embalses, ya que hay sondas de capacitancia (aparatos que miden la cantidad de agua que hay en el suelo) que permiten monitorear y saber con certeza cuándo y cuánto tengo que regar. “Cuando logro a través de la tecnificación entregarle la cantidad de agua que requiere la planta, sin lugar a duda voy a tener un escenario muy favorable para optimizar su uso”, añade.

Asimismo, hay soluciones específicas para ciertos territorios. Por ejemplo, según resultados obtenidos en cuencas estudiadas por Escenarios Hídricos 2030, los antecedentes técnicos no recomiendan embalses en la cuenca del Maipo, ya que es más eficiente almacenar el agua en los acuíferos mediante medidas tendientes a aumentar la recarga natural. De esta forma, mencionan que el 73% de la Brecha Hídrica puede ser abordada mediante proyectos de eficiencia en riego agrícola y áreas verdes.

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Fuente: Pauta, Viernes 07 de Julio de 2023

PAUTA – Las intensas lluvias vividas en la zona central del país durante la segunda quincena de junio sirvieron para reducir gran parte del déficit hídrico en algunas lagos y embalses de la zona centro y centro sur del país. Y parecen no condecirse con lo expresado por el Presidente Gabriel Boric durante su campaña, cuando planteó que “ya no sirve invertir en embalses cuando no hay agua para llenarlos”.

Las redes sociales fueron el espacio predilecto para recordar esta frase del mandatario y abrir un debate respecto de la real efectividad de estos reservorios artificiales, por lo que nuestro Contestadog, de Watchdog Pauta, salió a preguntarle a expertos si los embalses son todavía útiles en un país como Chile.

Los embalses son estructuras hidráulicas que contienen un gran depósito de agua proveniente de ríos. Entonces, las aguas que se pierden por escurrimiento se almacenan para ser aprovechadas durante los períodos en que se origina un déficit, y se usan para el riego, abastecimiento o producción de energía, entre otros beneficios.

El agrónomo y máster en Economía Agraria de la Pontificia Universidad Católica, Juan Pablo Subercaseaux, afirma que los embalses sigue siendo útiles hoy en día. “Poder embalsar agua es una excelente posibilidad; en el norte ha permitido que se siga haciendo agricultura, y en la Región de O’Higgins permitió comenzar a regar zonas que eran de secano. Entonces, no solo se aseguró el riego, sino que se hizo en zonas que antes no se podían regar. El problema o la limitante son los costos, que son bastante altos”, plantea el académico.

Según el equipo de Escenarios Hídricos 2030, los embalses son una medida potencial dentro de un conjunto de soluciones que puede abordar la seguridad hídrica en el territorio nacional. “(Pero) su efectividad y utilidad varía dependiendo de las características físicas y climáticas de cada cuenca y región”, plantean desde esta organización. A esto agregan que, en el contexto de Chile, se deben considerar las características únicas del territorio, tanto geográficas, físicas y biológicas. “Además, el país se encuentra entre los 30 países con mayor riesgo hídrico, lo que significa que se espera un aumento de las temperaturas y una disminución de las precipitaciones debido al cambio climático”, sostienen desde Escenarios Hídricos 2030.

Entonces, para analizar la viabilidad de invertir en embalses es importante considerar varios criterios. Uno de ellos es que los embalses requieren una inversión significativa y un largo período de implementación, generalmente entre 10 y 20 años. “Sin embargo, el cambio climático está avanzando a un ritmo más rápido que nuestra capacidad de adaptación, lo que plantea desafíos adicionales para su diseño y mantención”, comenta el equipo de Escenarios Hídricos 2030.

Por otro lado, también es necesario evaluar la cantidad de recursos hídricos disponibles en la cuenca donde se planea construir el embalse, por lo que se deben realizar estudios para determinar si hay un caudal suficiente que justifique la inversión, dada la incertidumbre causada por los posibles escenarios de cambio climático. El académico de la Pontificia Universidad Católica y miembro del Centro de Derecho y Gestión de Aguas, Guillermo Donoso, menciona que los embalses traen múltiples beneficios, ya que la retención de agua mediante grandes embalses acumula parte de la escorrentía en años húmedos desplazando este a años secos, reduciendo la variabilidad hidrológica y aumentando la probabilidad de excedencia de los caudales.

Legislación obsoleta

Sin embargo, Donoso agrega que debe considerarse que son proyectos financieramente caros y que se demoran varios años. “Nuestra legislación para grandes obras hidráulicas data sin cambios desde hace más de 40 años, y nuestra legislación ambiental considera los embalses en cuanto a sus impactos negativos, pero no en cuanto a sus impactos positivos. Por lo anterior, no son una solución para enfrentar, en el corto plazo, la escasez hídrica”, enfatiza.

La Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas (MOP) monitorea 25 embalses en nueve regiones del país, de los cuales el 12% son para agua potable, 64% para riego, 16% para generación y el 8% para un uso mixto (generación y riego). Según el último informe hidrometeorológico elaborado por la DGA al 3 de julio, luego de las grandes lluvias de junio, hay almacenados 5.648 millones de metros cúbicos de agua, lo que significa un aumento de 22,2% respecto de la misma fecha del 2022, cuando había 4.621 millones. Sin embargo, la cantidad es menor al promedio histórico mensual que es 5.982 millones de m3.

En cuanto a esto, el ingeniero civil con mención Hidráulica Sanitaria Ambiental y académico de la Universidad de Santiago, Carlos Reiher, comenta que los embalses no son siempre la solución apropiada, ya que la escasez se origina no solo por una falta de agua disponible a partir de la lluvia o los deshielos, sino que también por los usos intensivos que el ser humano le da a los recursos hídricos. “No obstante, uno de los aportes de los embalses es dar seguridad, permitiendo regular y amortiguar las variaciones que hay entre diferentes años, algunos secos y otros más húmedos, al menos en la manera como estábamos acostumbrados antes de la prolongada sequía de la última década”, dice Reiher.

Donoso añade que para enfrentar más efectivamente la escasez, considerando los impactos del cambio climático, hay que pensar en embalses de menor tamaño. “Con una función de regulación estacional desplazando parte de la escorrentía en períodos lluviosos (invierno) de manera temporal al período seco (verano). Esto es, además, una medida de adaptación al cambio climático que proyecta mayores temperaturas, lluvias con una isoterma más alta, lo que reduce la acumulación de nieve en la cordillera”, aclara.

Por otro lado, los expertos señalan que se deben tomar en cuenta los impactos que tienen. Uno de los más importantes de los embalses es la regulación del ciclo hidrológico y sedimentológico de los ríos aguas abajo de estos, ya que la cantidad de agua y sedimentos, y con ellos, de minerales y materia orgánica quedan condicionados por la forma de operar el embalse, por lo que se debe estudiar no afectar a otros usuarios o ecosistemas acuáticos.

En cuanto a esto, Reiher comenta que “esta misma capacidad de regular es la responsable de externalidades positivas como la regulación de crecidas y mitigación de inundaciones, que incluso en escenarios de necesidad de abrir compuertas y dejar pasar el agua, suele ser menor el daño frente a la crecida que se hubiese dado naturalmente”. El caso de la central Rapel y su caudalosa salida de agua por las compuertas, muy viralizada en redes sociales durante junio, es un ejemplo.

Otras soluciones a la escasez hídrica

Un aspecto fundamental de entender es que no existe una solución única para abordar los eventos extremos de sequía e inundaciones que ya forman parte de la realidad del país. Sobre la base de esto, además de los embalses, una de las soluciones es realizar cambios a cultivos menos demandantes de agua y mejorar la eficiencia del riego, lo que disminuye las pérdidas por infiltración y aprovecha mejor el agua disponible.

Reiher agrega que, en la generalidad de los usos, “también es posible explorar la reutilización de aguas servidas, la desalinización de agua del mar y la exploración de nuevas fuentes de aguas subterráneas. Las alternativas mejor evaluadas serán aquellas que permitan tener recursos más cercanos, de calidad adecuada para el uso esperado, y ojalá sustentables y renovables”.

Subercaseaux añade que la tecnificación del riego es otra solución además de los embalses, ya que hay sondas de capacitancia (aparatos que miden la cantidad de agua que hay en el suelo) que permiten monitorear y saber con certeza cuándo y cuánto tengo que regar. “Cuando logro a través de la tecnificación entregarle la cantidad de agua que requiere la planta, sin lugar a duda voy a tener un escenario muy favorable para optimizar su uso”, añade.

Asimismo, hay soluciones específicas para ciertos territorios. Por ejemplo, según resultados obtenidos en cuencas estudiadas por Escenarios Hídricos 2030, los antecedentes técnicos no recomiendan embalses en la cuenca del Maipo, ya que es más eficiente almacenar el agua en los acuíferos mediante medidas tendientes a aumentar la recarga natural. De esta forma, mencionan que el 73% de la Brecha Hídrica puede ser abordada mediante proyectos de eficiencia en riego agrícola y áreas verdes.

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Fuente: Pauta, Viernes 07 de Julio de 2023

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