LA TERCERA – ¿Sabía usted que hay 16 mil hectáreas de predios que no se están regando en el Gran Santiago? ¿O que hoy es imposible plantar alfalfa, trigo, maíz, sandías y tomates en nuestra capital? No hay agua para eso. No alcanza. Los 13 años consecutivos de sequía en la Región Metropolitana nos tienen secos, cada vez más desérticos, con nuevos desafíos que implican cambios de paradigma. Escribo esta columna recién bajando del avión. Estuve en Barcelona, Murcia, Alicante y la Costa Brava, aprendiendo acerca de un tema que en España es algo habitual: la reutilización de aguas depuradas. Invitados por Aguas Andinas, un grupo de periodistas chilenos y un representante de la Asociación de Canalistas del Maipo, pudimos conocer la Biofactoría del Baix Llobregat, que atiende nueve municipios de Barcelona, y donde el agua depurada (es decir, libre de aguas servidas) que antes se vertía al mar, desde 2010 tiene una sorprendente cantidad de usos: se reutiliza para industrias, para riego de parques, para espacios agrícolas y recreativos, para humedales, para recuperar el caudal de los acuíferos e, incluso, para desarrollar agua pre potable.
Esto último no es exclusivo de España, pues también se desarrolla en California, Australia y Singapur. Ya en 1989, en la Costa Brava, la Planta Depuradora Castell d’Aro empezó el proceso de usar agua depurada para regar campos de golf y atender las necesidades de una población flotante que en verano crece de manera exponencial. Son los pioneros de España y nos contaban que, a su vez, ellos aprovecharon la experiencia de California, quienes tuvieron una gran sequía en 1976 y 1977. En Murcia, donde se encuentra la zona más seca de Europa, nos explicaron que desde 2007 está regulado por ley el uso de aguas regeneradas y que en 2020 apareció el reglamento de la Comisión Europea para usos agrícolas, el cual aumenta las exigencias a sus países miembros.
En Alicante, muy cerca de Murcia, conocimos el parque inundable La Marjal, un humedal que es completamente abastecido de aguas reutilizadas. Y en Cetaqua, un espacio de colaboración público privado para la sustentabilidad y la eficiencia del ciclo del agua que está en Barcelona, nos contaron acerca de las innovaciones que desarrollan: cultivos hidropónicos, aspersores gigantes para combatir incendios, puntos de recarga inteligente para limpieza de calles y hasta una cerveza, todo con agua reutilizada. Entonces, volviendo al principio de la columna, es decir, a Santiago y a sus tremendos desafíos con la desertificación, ¿podemos sumarnos al reúso de aguas depuradas? Sí, podemos. Primero, porque en nuestra capital se depuran el 100% de las aguas servidas, principalmente en las Biofactorías Mapocho-Trebal y La Farfana. Eso, sumado a que el plan de saneamiento “Mapocho Urbano Limpio” descontaminó el río Mapocho hace ya más de una década. Es decir, estamos en condiciones de hacer uso de una de las alternativas más rápidas para hacer frente a la sequía. Y disponemos de más de 500 millones de m³ de agua, con lo cual llenaríamos dos veces y media el embalse El Yeso.
Aguas Andinas está en condiciones de entregar agua depurada para uso agrícola a los regantes de la primera sección del Maipo para que, de esa manera, ellos puedan entregar agua cruda del río para abastecer la ciudad. Esperemos que este proyecto, que implica entre 30 y 40 kilómetros de trazado y 170 millones de dólares de inversión, y que hoy está en etapa de Ingeniería Básica y elaboración del Estudio de Impacto Ambiental, pueda seguir adelante. Así, en 2026 nos podremos sumar a la lista de naciones más resilientes en su relación con el agua. Y, por qué no, volveremos a comer sandías santiaguinas.
Fuente: La Tercera, Viernes 28 de Octubre de 2022