COOPERATIVA – El ingreso al colegio e instituciones de educación superior o la ida al trabajo u otros lugares han sido acompañados por grandes atochamientos y eternas filas de vehículos en las principales arterias del Gran Valparaíso, algo que por la pandemia no habíamos tenido la posibilidad de experimentar desde hace dos años.
De esta forma, nos hemos visto enfrentados no sólo a calles colapsadas, sino que también a micros que no pasan y un metro regional que en horas punta se ve lleno. Como dice el buen Gary, ¿qué sucede?
Por un lado, los recorridos de las micros se han visto seriamente afectados por la falta de conductores profesionales. Sólo basta darse una vuelta por los terminales o corrales de los recorridos, en donde hay estacionado un sin número de buses que debiera estar prestando servicios, pero no hay quién los maneje. La situación es tan grave que ha afectado profundamente el servicio de transporte microbusero, perjudicando con ello a las personas que dependen de este medio para trasladarse.
Por otro lado, el aumento del parque automotriz ha sido explosivo, impactando negativamente en la calidad de vida de las ciudades, tanto por la congestión como por la contaminación. Para poner las cosas en perspectiva, mientras los números prepandemia mostraban un aumento del parque automotriz del orden del 4% para nuestra región, el último año esta cifra fue de 9%, según la Asociación Nacional Automotriz. En otras palabras, hay muchos más vehículos circulando en la vía pública, y eso se hace sentir todas las mañanas en las principales vías de la conurbación.
No olvidemos que en esta área conviven ciudades que con el paso del tiempo se han modernizado y crecido como no se ha visto antes, como es el caso de Concón, Quilpué y Villa Alemana. Por lo mismo, la articulación del transporte público se ha vuelto un problema cada vez más apremiante para la zona. Sin embargo, el sistema de transporte no se ha actualizado para adecuarse a la nueva realidad y prueba de ello es que este no se ha licitado desde el año 2011.
La poca prolijidad con la que se ha abordado este tema es casi un notable abandono de deberes por parte de las autoridades que velan por el correcto funcionamiento del transporte público.
El punto anterior lo grafica la poca interacción entre los diferentes medios de transporte que conviven en esta urbe. Hace falta un sistema de transporte público con estaciones multimodales y pago integrado. Así, las micros debiesen tener como foco la alimentación del Merval, haciendo más eficiente los recorridos.
El problema que aqueja a nuestra región no es reciente y supone un gran desafío para la nueva administración. Con todo, las posibles soluciones que podrían ayudar a atenuar el problema se pueden dividir en dos: de corto y largo plazo. En el corto plazo se deben reorganizar los recorridos, optimizar el funcionamiento de parquímetros con tarifas dinámicas, revisar los permisos de construcción de estacionamientos y generar un plan de restricción en zonas saturadas. Son medidas que generan un impacto inmediato para aliviar la congestión.
En el largo plazo, se debe generar una gobernanza del transporte que sea público-privada, ejecutar las obras públicas pendientes que tienen como fin mejorar la conectividad y generar trazado de línea 2 del Metro de Valparaíso. Esto permitiría modernizar el transporte público para que esté a la vanguardia y con ello tenga servicios de calidad para todos quienes lo usen.
En conclusión, esto se arregla con voluntad política, pero por sobre todo con acciones concretas. El retorno a la presencialidad y la pandemia evidencian la importancia de contar con un sistema de transporte público que sea eficiente y también seguro. Y es en esa dirección a la que todos los actores debiesen apuntar para que por fin comencemos a tener servicios a la altura de las expectativas.
Gonzalo García, investigador Fundación P!ensa
Fuente: Cooperativa, Miércoles 23 de Marzo de 2022