COOPERATIVA – Es claro que uno de los temas más relevantes que deberá enfrentar el Gobierno del Presidente Boric es el tema del agua, que no sólo va añadido a los embates del cambio climático sino también a la deficiente gestión de los recursos hídricos en el territorio nacional, donde la hidrología y los factores antropogénicos (efectos, resultados y consecuencias de las acciones humanas) juegan un papel fundamental en el bienestar de la sociedad y de los ecosistemas.
Por ello es imperativo fortalecer la infraestructura hídrica, no sólo para almacenar agua en futuros períodos de bonanza pluvial y nival, sino también en la distribución y disponibilidad en períodos de emergencia como la actual, donde el 74% del territorio nacional posee algún grado de riesgo de desastre debido a la desertificación, y cuando el conocimiento y entendimiento del ciclo de vida del agua debería ser “leit motiv”.
No obstante lo anterior cabe consignar que muchos hablan de que el agua se pierde en el mar y en ese sentido resulta un error conceptual y que es bueno aclarar, ya que el agua dulce que llega desde los ríos al mar no se pierde, ya que es parte del proceso natural conocido como el ciclo de vida del agua, donde a través de la descarga en el mar se aportan nutrientes y se mitigan los efectos de la acidificación del océano que genera un aumento de la temperatura afectando los recursos biológicos y la biodiversidad de la flora y la fauna de los ecosistemas. Sin embargo, la cantidad de agua que llega al mar debería ser controlada, ya que por un lado existen aquellas desviaciones de cursos de aguas productos de los robos de agua y extracciones de áridos que impiden el libre escurrimiento de éstas y por otro lado la falta de infraestructura hídrica de almacenamiento hace que exista un desaprovechamiento para tenerla como resguardo en caso de emergencia hídrica.
Chile es un país con buena hidrología, pero deficiente y desigual en materia de infraestructura hídrica, ya que por un lado hay regiones que cuentan con embalses, sistemas de conducción sustentable y riego tecnificado, pero por ejemplo en la cuenca del Aconcagua se generó en 2015 un ambicioso plan de obras hidráulicas, que de alguna manera era de gran ayuda para enfrentar los períodos duros de escasez hídrica y así evitar sobreexplotar los sectores hidrogeológicos (acuíferos). Sin embargo, el gobierno anterior tuvo una larga siesta en materia hídrica y lo dejó stand by, sin promover la solidaridad hídrica tan necesaria para nuestra sociedad, donde la “politiquería barata” primó más que tener una mirada de país, tal como se hace con infraestructuras de integración como hospitales, carreteras, etc.
Finalmente, es necesario potenciar la infraestructura hídrica de manera equitativa entre las regiones empleando la tecnología disponible y conociendo la hidrología existente en los territorios, ya que hoy por hoy el agua es un tema de sobrevivencia y equidad social, donde el Presidente Boric tiene la gran oportunidad de fortalecer los programas de reactivación de planes de embalses, la gestión integrada de las cuencas hidrográficas, así como el uso de emisarios marinos para reutilizar el agua y conducirla para labores de riego y no seguir cayendo en el ejemplo más pragmático del despilfarro y no solución de fondo como es la “repartija” de camiones aljibes, que sólo a través de discursos grandilocuentes no son más que una solución de parche a la emergencia existente y muestran la cara más visible de la nula gestión de los recursos hídricos y la pobreza hídrica de nuestro país.
Gonzalo Peña, académico Universidad Santiago de Chile.
Fuente: Cooperativa, Miércoles 16 de Marzo de 2022