PAUTA – El desierto avanza, dice Cristián Warnken en su nuevo libro, y si se mira de una forma literal, no es una hipérbole. Ya en 2019 la ONG Greenpeace advertía que para 2025 Chile sería uno de los 30 países con mayor riesgo hídrico en el mundo. Y aunque se han tomado algunas medidas, el panorama aún se vislumbra complejo.
Pero para hacer frente a esta escasez hídrica existe un proyecto desde fines de marzo de 2020: Escenarios hídricos 2030, de la Fundación Chile. Una iniciativa que ha reunido a actores desde las cuencas de los ríos Maipo y Maule con el objetivo de crear una hoja de ruta para garantizar la disponibilidad de agua en estos territorios.
“Chile se está secando y además llevamos desde hace mucho tiempo usando nuestras reservas de agua, que son las napas subterráneas, las grandes fuentes de agua que tenemos debajo del suelo y que no vemos, pero que estaban ahí, que son aguas milenarias y que hemos estado extrayendo y lamentablemente sobreexplotando”, cuenta en Plaza Pauta, de Radio PAUTA, la subgerente de sustentabilidad de Fundación Chile, Ulrike Broschek.
Una institucionalidad dividida
En Chile existen 56 organismos públicos que tienen atribuciones por ley para intervenir en la gestión del recurso hídrico, lo cual se traduce en una descoordinación e incluso duplicidad de funciones.
“Necesitamos avanzar hacia una institucionalidad hídrica que no tenemos. Nosotros no tenemos un Ministerio que resguarde el recurso hídrico, las fuentes naturales de agua y su gestión; tenemos más bien una fragmentación en la institucionalidad”, comenta Broschek.
Esto significa que las grandes y difíciles decisiones que deben ser tomadas -principalmente aquellas a corto plazo-, están quedando a un lado.
¿Decisiones difíciles?
Un racionamiento del agua, con el foco en las comunas que mayor consumo tienen, y la regulación en el uso de este bien por parte de los sectores productivos son solo algunas de las medidas más fuertes que se pueden tomar.
De todos modos, desde la Fundación Chile proponen que desde ya es posible tomar decisiones a corto plazo de medidas que nunca nos vamos a arrepentir de haber aplicado. “Aprovechar el agua lluvia, infiltrarla en los suelos, hacer el uso eficiente del agua y reutilizar las aguas tratadas”, ejemplifica Broschek.
Pero aunque estas últimas propuestas son necesarias, Broschek pone énfasis en aquellas que son de mayor impacto. “Si no tomamos estas medidas difíciles nos vamos a quedar sin agua y el país va a colapsar. Todas las actividades se van a quedar sin agua y son altamente demandantes, por lo tanto, la economía colapsa y tanto socialmente como ambientalmente todo esto va en desmedro de la naturaleza”, señala.
Las metas por cumplir
He aquí un punto crucial en esta conversación. Al estar la institucionalidad dividida y no existir un liderazgo claro en el tema, Broschek explica que no existen indicadores y métricas por cumplir. “Nosotros en el mundo de la energía tenemos una meta muy clara de cómo queremos mitigar CO2, de cómo queremos disminuir el uso de energías, pero en aguas no tenemos ninguna meta como país, no tenemos indicadores”, indica.
Esto no significa que no existan los datos actuales. Cifras hay, y por eso es posible tomar medidas y avanzar en la materia, pero metas a futuro son las que faltan, un objetivo común para cumplir.
Por ejemplo, si se quiere implementar un plan frente a la sequía, deberíamos conocer cuál es el resultado esperado de ese plan en metro cúbicos de agua ahorrada, en disminución de brecha de agua, de riesgo hídrico, o qué métrica vamos a tener para establecer los compromisos y metas.
“Nos falta en nuestras políticas públicas indicadores que nos permitan monitorear en el tiempo y hacer un seguimiento de las acciones que estamos tomando”, explica la subgerente de sustentabilidad de Fundación Chile.
Revise a continuación la entrevista completa con Ulrike Broschek en Plaza Pauta
Fuente: Pauta, Lunes 24 de Enero de 2022