LA TERCERA – Hace poco escribí en este medio sobre seis urgencias en temas de ciudad; hoy viene la segunda parte de esa columna. Es normal que, con esas urgencias, la atención se centre en soluciones y gestión: afinar los instrumentos, garantizar los recursos. Pero con un gobierno nuevo a punto de instalarse, y autoridades regionales y comunales en el primer año de sus mandatos, no hay que olvidar la otra mitad: nada de eso trasciende sin una visión de ciudad.
Esa visión mira el futuro, une un diagnóstico con una idea clara de lo que se debe lograr, y de los proyectos que le darán forma. Como la idea es clara, tiene un relato convincente, aúna voluntades, supera trabas, se instala como un referente. Parece utópico, pero ya se ha hecho muchas veces.
Lo hizo Vicuña Mackenna en Santiago, cuando fue capaz de imaginar y materializar el paso de una ciudad de escala doméstica de la colonia hacia otra de alcances metropolitanos, dotándola de infraestructura y espacios públicos relevantes.
Lo hizo Jaime Lerner en Curitiba desde la década del 70, como gobernador, alcalde y presidente del Instituto de Planificación Urbana, transformando el sistema de transportes, recuperando cauces fluviales y devolviendo a la ciudad un centro histórico que había estado en riesgo.
Lo hizo Oriol Bohigas en la Barcelona de los 80, como delegado de Urbanismo del Ayuntamiento, con Serra y Maragall como alcaldes, con ideas como “monumentalizar la periferia” y recuperar su fachada al mar.
Lo hicieron en Medellín los alcaldes Pérez y Fajardo con apoyos como el de Alejandro Echeverri, rescatando la que había sido la ciudad más insegura del mundo a través de parques bibliotecas, transporte, equipamientos educativos, vivienda social y museos.
Lo hace hoy la alcaldesa Anne Hidalgo y el urbanista Carlos Moreno en París, con la convicción de que era posible seguir mejorando una ciudad icónica al cambiar su matriz de movilidad, recuperar espacios públicos entregados al auto, e implementar estrategias de proximidad.
Las autoridades recién electas (nacionales, regionales, comunales) abordan en sus programas los problemas de ciudad. Pero más allá de esas urgencias, de esas soluciones, deben ser capaces de conducir un cambio, de guiar al país y a sus habitantes hacia nuevas metas. Sin visión de ciudad (suma de liderazgo político y un saber técnico que lo acompaña, eso muestra la experiencia), nos quedamos solo en la gestión -mejor, peor- de los conflictos, y eso, aunque importante, no es capaz de construir un relato que convoque y dé esperanza. Hace un siglo, Daniel Burnham, autor de la reconstrucción de Chicago, lo dijo admirablemente: “No hagan planes pequeños, no tienen la magia para agitar la sangre de los hombres y probablemente ni siquiera lleguen a realizarse. Hagan grandes planes; apunten alto en la esperanza y el trabajo, recordando que un diagrama noble y lógico una vez registrado nunca morirá, pues después de que nos hayamos ido será un ser vivo, afirmándose con insistencia cada vez mayor”.
Fuente: La Tercera, Lunes 3 de Enero de 2022