PAÍS CIRCULAR – La industria de la construcción es el principal consumidor de materias primas a nivel global, y por la misma razón, un gran productor de desechos: hoy genera más del 35% de los residuos que actualmente se producen en nuestro país. Y es, al mismo tiempo, un importante motor económico, que en nuestro país representa sobre el 7,1% del PIB y el 8,5% de los empleos a nivel nacional, con 30 mil empresas vinculadas. Ambos factores hacen que la incorporación de la sostenibilidad y de la economía circular en el mundo de la construcción abra innumerables posibilidades para la optimización y el ahorro de recursos, así como también para la innovación y el emprendimiento.
Y si bien hoy la industria en Chile cuenta con una hoja de ruta de economía circular para disminuir la disposición en vertederos de los residuos de construcción y demolición en el país, poniendose como meta valorizar al menos el 70% de estos al año 2035, el camino del sector hacia la sostenibilidad no ha sido rápido ni uniforme, ni tampoco abarca aún otras dimensiones más complejas.
Para Matías Abogabir, gerente de sostenibilidad de Empresas Socovesa, en el mundo inmobiliario y de la construcción el tema de la sostenibilidad es algo relativamente nuevo y que aún se está instalando. De hecho, la empresa es la primera en contar con una gerencia específica en esta área. El tema recién comenzó a surgir, dice, hace unos cinco años de la mano de temas como el tipo de proyectos y la densidad con que se estaba construyendo, y cómo estos se estaban relacionando con el entorno. En esta entrevista, aborda los desafíos del sector y afirma que si bien el tema de la sostenibilidad en relativamente nuevo en la industria, ya se está abordando con fuerza.
“En nuestro caso, partimos en 2018 en una reestructuración organizacional bien profunda, donde surgió el desarrollo sostenible como uno de los cinco pilares estratégicos que tenía que considerar la empresa de cara al futuro. Eso ha ido en paralelo con la movilización de la industria, que también lo está trabajando. Hace unos años la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) creó una gerencia de sostenibilidad, que este año lanzó un sello de construcción sostenible y que busca hacer de motor para que la industria se movilice en un desarrollo integral, porque el tema de la sostenibilidad es más amplio que las comunidades o el medio ambiente. Y la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) ha estado promoviendo el concepto de la densificación equilibrada”
-¿Cómo se aterriza esto en una empresa, en el gremio en general? Porque debe estar en el núcleo del negocio, tiene que ser parte de la estrategia de largo plazo, como señalas.
Si solo una empresa se hace responsable de ir mejorando sus estándares es bueno para esa empresa, pero lo que se tiene que buscar es también la legitimidad de la industria. Si la industria no se hace cargo de manera integral, las malas prácticas hacen que todos paguen por esos pecados. Por eso es importante que a nivel gremial nos comprometamos. Y a nivel de la empresa, también existe un desafío similar. En Socovesa tenemos una gerencia de sustentabilidad para mover esta agenda. Es importante entender que no sacamos nada con que haya una sola persona responsable de temas de comunidades o de medio ambiente si esto no está incorporado en el ADN de la empresa, porque a la larga el éxito de esta mirada de sostenibilidad está en que para todos los trabajadores y todas las áreas de la empresa esto tenga sentido. Nosotros priorizamos los focos más relevantes a nuestro juicio hoy, que son medio ambiente y relaciones con la comunidad, pero también tiene un desafío en temas de clientes, proveedores, etc., y eso requiere que haya un compromiso institucional. De la empresa y de sus trabajadores, y después obviamente de la industria, porque todas las empresas deben avanzar en este camino.
Para que esto funcione en una empresa requiere de métricas, ¿Cómo se mide el trabajo de esta gerencia, sus metas?
De acuerdo, lo que no se mide no se puede mejorar. Lo primero que hicimos en esa materia fue trabajar en un diagnóstico bien profundo, con la implementación del Stakeholders Sustainability Index (SSIndex), índice validado a nivel internacional basado en los ODS, que justamente busca medir los riesgos de sostenibilidad, las brechas y oportunidades, desde el punto de vista de los distintos grupos de interés. Entonces, la sustentabilidad no la definimos de manera arbitraria, sino que nos basamos en herramientas validadas que nos han servido, primero, como línea de base. Partimos en 2019 y este año estamos aplicando la segunda medición, que nos va a permitir ver cómo nos fue con las primeras prioridades que definimos en esta estrategia, y dónde profundizar. Eso también pasa en la CChC, con la creación de un nuevo sello de construcción sostenible, que tiene ciertos índices que te ayudan a mejorar.
¿Qué se está midiendo, en concreto?
Este índice mide algunas dimensiones evaluadas desde la perspectiva de nuestros distintos grupos de interés, como la cultura ambiental de la empresa, relación con el entorno, gobierno corporativo, medidas de anticorrupción, etc. Esto nos permitió ver el primer año que donde teníamos mayores desafíos era en la responsabilidad ambiental y en las relaciones con la comunidad, y ante ello priorizamos una estrategia basada en tres focos: la responsabilidad ambiental en los proyectos, desde el diseño a la construcción; fortalecer la comunicación y relación con el entorno; y una transformación cultural en la empresa que llegue a todos los trabajadores. A futuro, esto va a ir derivando en algunos KPI de la gestión de cada uno de los equipos o gerencias. Primero se vieron los grandes temas, se diseñaron programas para fortalecer esa gestión, y ahora lo que buscamos es medir el efecto de esos programas.
Lo que puso el tema de la sustentabilidad en la industria fue el impacto urbano de los edificios, ¿Cómo se construye una relación distinta con los vecinos, con el barrio, con la ciudad?¿Cómo se hacen cargo de este problema?
Sin perjuicio de que efectivamente hay situaciones bien emblemáticas respecto del diseño de los proyectos, la mayor preocupación que hemos identificado en la relación con el entorno es la comunicación y la gestión de impacto. Obviamente hay proyectos que no han contribuido a generar mejor ciudad, y por eso nosotros como empresa hemos acuñado el concepto de densificación equilibrada: un proyecto que se hace solo preocupado del producto y del beneficio del sector inmobiliario, y no del entorno del barrio, obviamente no va a ser un buen proyecto. Creemos que ahí tenemos un tremendo desafío del que tenemos que hacernos cargo como gremio. Y luego, teniendo eso claro, el hacerse cargo de los impactos, saber cómo voy a alterar el entorno con la construcción, es fundamental para tener una buena relación con los vecinos. Cuando un proyecto, por muy chico que sea, irrumpe de manera poco armónica, es peor que un gran proyecto que se hace de forma conversada con la comunidad.
¿Cómo se hace cargo de esto la industria?
Por un lado, con estos esfuerzos gremiales de ir generando un nuevo estándar de desarrollo de proyectos. Este concepto de densificación equilibrada, que a lo mejor hace cinco años no estaba instalado, que no solo tiene que estar enfocado en el cliente sino que además tiene que ser un buen proyecto para el entorno, para el barrio, para la accesibilidad de servicios, es un mensaje que se ha ido instalando a nivel gremial. Y eso va en paralelo con las buenas prácticas que se han ido implementando desde distintas empresas, y las instancias que se han ido instalando desde los gremios para compartir estas buenas prácticas. El ejercicio del diálogo con el entorno ha sido fundamental, porque muchas veces el sector inmobiliario y de construcción le tenía miedo a conversar con el entorno, pero en la medida que vamos hablando con la comunidad nos damos cuenta que tienen mucho que aportar, podemos hacer un mejor proyecto y en algunos casos hacernos cargos de algunas carencias y preocupaciones de los vecinos. Es esa instalación en el terreno lo que contribuye -o no- al futuro desarrollo del barrio.
El diálogo con el entorno es la clave, entonces
Es lo principal, el diálogo nos ha permitido ir aprendiendo. Esa sensación de que el diálogo podía paralizar proyectos, es totalmente lo contrario: ayuda a identificar temas sensibles, críticos, y definir estrategias para hacerse cargo de eso. Hay cosas que a lo mejor son demasiado complejas, pero hay otras más sencillas de abordar, y con un diálogo anticipado lo puedes incorporar en el proyecto.
Hoy el principal impacto de la industria es el ruido, las emisiones de la construcción, ¿Cómo se está abordando esto?
La gestión está en reducir, mitigar y controlar los impactos que generamos, y obviamente haciéndonos cargo de ellos. Entonces, lo primero es establecer como estándar mínimo que cualquier proyecto -de cualquier tamaño- cuente con medidas de control y mitigación en temas de polvo, ruido y también de tráfico. Siempre tenemos que hacernos cargo de esto como base, y las medidas de gestión se van sofisticando en la medida no solo de la envergadura del proyecto, sino de las características del entorno, si está cerca de un edificio, o de un colegio. Hoy con el teletrabajo, por ejemplo, las personas sienten el ruido mucho más cercano. Entonces, las medidas que antes eran exclusivas para proyectos de gran envergadura, hoy se han llevado a proyectos medianos e incluso chicos, como la aislación acústica de cierres perimetrales, monitoreo de ruido las 24 horas, que te permiten fortalecer las medidas de mitigación y control en la medida que el proyecto avanza. En la medida que nos vamos comunicando con los vecinos, podemos ver si las medidas están siendo o no efectivas.
Gestión de residuos y economía circular
Hoy las ciudades concentran gran parte del consumo de energía, agua, alimentos, materiales, y también la generación de emisiones, y por lo tanto está ahí gran parte del desafío de la sostenibilidad futura ¿Cómo contribuye la industria al concepto de la ciudad sostenible que se requiere para el futuro?
Hay que tener en cuenta que el desafío de la sostenibilidad es súper amplio, y bien ambicioso, entonces es priorizando aquellas dimensiones que generan más impacto y cambio. En ese sentido, quizás lo primero es la gestión de residuos, porque la construcción genera casi un 30% de los residuos a nivel global. Si bien no era un tema que el sector inmobiliario y de construcción estaba abordando, hoy se está movilizando la industria para hacerse cargo de eso. Nosotros, en particular, dentro de nuestros focos de trabajo el primer acelerador lo quisimos poner en la gestión de residuos en los proyectos porque además ahí hay un cruce bien particular: compramos materiales para construir, y después pagamos por botar esos materiales. Eso obviamente genera una actividad menos sustentable, entonces empezamos un programa piloto de gestión de residuos, con cinco proyectos, para identificar cuáles eran nuestros residuos, segregarlos y valorizar la mayor cantidad posible de ellos. Partimos en octubre de 2020, hoy este programa se extendió a todos nuestros proyectos para reducir huella de carbono, y luego identificar otras áreas donde podemos fortalecer nuestra gestión, como la eficiencia energética y el diseño.
Pensando en la economía circular, ¿cómo se puede prevenir la generación de esos residuos desde el diseño del proyecto, o que se le pueda dar un nuevo uso?¿Se está trabajando de esa forma?
Para tomar esas decisiones y estrategias, lo primero es contar con indicadores que aún no tenemos, y es parte de lo que estamos trabajando porque la gran mayoría de la industria de la construcción ha trabajado históricamente con un concepto general de escombros. Nosotros hemos sido de los primeros en implementar un programa chileno, pionero, que se llama Recilink, que busca identificar, medir y trazar los residuos para a partir de eso saber por qué estamos botando tanta madera, cerámica, o fierros, por ejemplo. De ahí vamos a sacar conclusiones que nos permitirán tomar ciertas medidas, como podría ser trabajar con los proveedores de esos productos para pedirlos de manera dimensionada. Entonces, hay un trabajo que aún no estamos haciendo porque no tenemos los índices que nos permiten tomar esas decisiones. Ese es el desafío que tenemos, y diría que es un desafío a nivel global: contar primero con índices de sostenibilidad a nivel empresa, después índices de gestión de residuos, de relaciones con la comunidad… Todo esto está conectado, y esa información nos permitirá generar estrategias para hacernos cargo.
¿Qué información ha arrojado este ejercicio?
Si uno lo lleva a situaciones más específicas, en el plan de gestión de residuos 2021 nos pusimos metas. Hay ciertos índices que son deseables para un primer paso en la gestión de residuos, como por ejemplo que en la construcción -a nivel global- se espera que no superes los 0,25 metros cúbicos de escombros por metro cuadrado construido. Entonces, primero identificamos y medimos nuestros residuos, y queremos que estos no superen ese porcentaje. Segundo, que a lo menos el 7% de los residuos que salen de nuestras obras sea revalorizados. Eso lo vamos a evaluar a fin de año, y ver si podemos elevar ese porcentaje a un 10%, y así sucesivamente. Entonces, estamos definiendo índices escalables para ir mejorando.
¿Qué pasa con estos residuos, cómo se valorizan?¿Se abren nuevos modelos de negocios?
Creo que en la medida que estos residuos tienen más visibilización, van a ir surgiendo más iniciativas. En particular, en el programa con el que estamos trabajando es un espacio, una suerte de Marketplace virtual, donde como constructora e inmobiliaria tenemos acceso a distintos gestores de residuos. Son empresas o pymes que reciclan madera, plásticos, o que compran fierros, que revalorizan los residuos de distinta manera. Nosotros no somos expertos en residuos, estamos contando con una herramienta para tener más opciones para ver qué residuos de nuestra gestión se pueden valorizar. Cuando tengamos los datos, quizás ahí se nos va a abrir un modelo de negocios que signifique trabajar con materiales reutilizados, por ejemplo, o hacer convenios con proveedores para que los materiales que son saldos de nuestra gestión se puedan incorporar en una cadena de economía circular.
Es como un banco de materiales, donde pones lo que te queda de la obra…
Yo lo asimilo a un Cornershop de residuos, porque digitaliza la gestión y queda todo online, queda todo trazado, sabemos mes a mes cuáles son los residuos generados y también somos capaces de identificar el impacto. Muchas veces no se dimensiona el impacto que genera una obra, y con este programa de gestión de residuos en un año de operación ya hemos sido capaces de reducir la huella de carbono en los cinco proyectos que hemos estado piloteando en 240 toneladas de CO2 equivalente. Hoy estamos en 11 proyectos, y todos los proyectos que partan en adelante tienen que sumarse a este número, que va a ser exponencial. Esto genera además cultura y educación ambiental, y permite una mayor profundidad en la gestión. Son números que van generando cambios, y esos cambios ayudan a seguir avanzando.
¿Cuáles son los cambios normativos que se ven como urgentes para la circularidad en los materiales de la construcción?
Creo que más que un cambio normativo en sí mismo, hay normativas que hoy están empezando a activarse, como la obligación de declarar los residuos de las obras, que antes no se veían. La Ley REP nos ha ido moviendo hacia una construcción más responsable también. También tenemos la Ley de Eficiencia Energética, que en dos años más va a ser obligatoria para los proyectos. A esto se suman las certificaciones de viviendas sustentables. Entonces hoy, más que aventurarnos con cambios normativos, lo que más nos demanda es visibilizar los efectos que generan estas regulaciones que están empezando a activarse en la construcción, y articularnos de manera público-privada para ver cómo esto se va regulando. Hoy quizás no todas las constructoras estás conscientes de que tienen la obligación de declarar sus residuos mensualmente, y hay que llevarlos a todos a esto.
¿Cuáles son los cambios más relevantes que estás viendo hoy en la industria en materia de sostenibilidad?
Yo creo que los cambios más importantes están alineados con la relación con el entorno, que los proyectos tengan una activa relación con el entorno, y mientras más temprano mejor. Quizás hoy está muy enfocado en fortalecer una relación durante la construcción, algo que siempre debió existir, pero también hay que anticipar esa relación para diseñar mejores proyectos. Y lo segundo tiene que ver con la gestión de los impactos, darse cuenta que la construcción no deja de ser una industria que genera impactos. Quizás antes la industria no lo estaba viendo, y hoy lo asumió. Todo esto, a la larga, está conectado con un tercer punto que es la transformación cultural, tanto en la industria como en las empresas: hay que asumir que la sostenibilidad es un desafío instalado y de mejora continua. Esto al final nos va a llevar probablemente a una modernización institucional en muchas más aristas.
¿Qué avances ves en la innovación relacionada con la sostenibilidad en la industria?
Hay una serie de iniciativas de innovación relacionadas con sostenibilidad. En Chile somos un poco temerosos, pero nos vamos moviendo a partir de ver experiencias positivas, como por ejemplo la reutilización de las aguas grises frente a la escasez hídrica, o la instalación de grifería y artefactos sanitarios más eficientes. A lo mejor no es algo que se vea tan cercano porque hay pocos ejemplos en Chile. En nuestro caso, estamos comprometiéndonos con ciertas iniciativas piloto que vayan testeando temas de eficiencia energética, aguas grises, artefactos eficientes, para ver cómo funcionan. Ahí hay un desafío que diría que nos va a demandar un trabajo articulado con proveedores, gremios, industrias. También la comunicación con las áreas de clientes, porque muchas veces el diseño de los proyectos se queda en los arquitectos o áreas técnicas y tiene poca retroalimentación con el área de posventa, que tiene harto que aportar para ir mejorando la industria. Lo otro es el poder de la participación, que es donde hemos estado trabajando más intensamente los últimos dos años. Es clave para tener una mejor relación con la comunidad, con el entorno, pero eso tiene que ser lo más temprano posible. No podemos esperar a que tengamos un conflicto para comunicarnos con nuestros vecinos. Hay acuerdos tan sencillos como regular los horarios de trabajo de maquinarias ruidosas. La comunicación es una herramienta súper poderosa para hacer mejores proyectos, y mejor ciudad. Y en eso estamos embarcados hoy día.
Fuente: País Circular, Miércoles 27 de Octubre de 2021