LA TERCERA – El gobierno se anotó un gran punto al conseguir la primera vacuna contra el Covid-19 aprobada por la agencia federal de drogas de Estados Unidos. Esto no significa que haya terminado esta pesadilla, pero entrega señales de esperanza que nos permiten pensar cómo serán las ciudades cuando esta pandemia sea un triste recuerdo. Sobre este asunto se ha escrito mucho, y como suele ocurrir en toda crisis, los pronósticos están más relacionados con las aspiraciones de los futurólogos, que con una lectura rigurosa de la realidad.
Muchos imaginan una ciudad verde y sustentable, con menos viajes motorizados, más bicis y todos los servicios a 15 minutos como pregona la alcaldesa del París rico, Anne Hidalgo. Una urbe donde el teletrabajo y el comercio electrónico nos permitirán vivir en el campo o en pequeñas comunidades orgánicas, sin las aglomeraciones estresantes de las grandes metrópolis. ¿Suena bien cierto? Lamentablemente los porfiados hechos muestran un panorama distinto.
Partamos por el teletrabajo. Es un hecho que se masificó, pero el encierro fue una pesadilla, así que apenas se liberaron las restricciones, se repletaron restoranes, playas o centros urbanos. Las grandes ciudades están más vigentes que nunca, al punto que las tiendas que iban a morir con el comercio electrónico, tuvieron que hacer colas para regular el enorme flujo que recibieron. No vimos migraciones masivas hacia el campo, salvo por algunos hogares ABC1 que fueron a probar suerte a un lago sureño. La enorme mayoría sigue anclada en sus ciudades ya que ahí están sus colegios, empleos o familiares.
Tampoco se cumplieron los sueños buenistas que imaginaban a las calles repletas de bicis o triciclos repartiendo jugos de quínoa. De hecho ocurrió lo contrario: las ventas de autos y motos se dispararon para escapar del contagio del transporte público, y luego del retiro de pensiones el auto se masificó en comunas populares, lo que anticipa un complejo escenario de congestión. Además, el encierro y el alto valor de las viviendas empujó el crecimiento de las periferias que ofrecen más terreno, en comunas dormitorios o campamentos sin cobertura de transporte público.
Como vemos, la ciudad post covid no será tan distinta, aunque dejará en evidencia las deudas que arrastramos en equidad y calidad de vida como el hacinamiento, la falta de áreas verdes, el encarecimiento de las viviendas o problemas de conectividad terrestre y digital. Estas son las brechas debemos resolver en la ciudad con vacuna. Y tenemos que hacerlo al corto plazo, ya que la ciudadanía lo ha pasado demasiado mal y no puede esperar años para que tengamos alcaldes mayores, y esas nuevas leyes e instituciones que proponen los mismos futurólogos que anticipaban la ciudad verde buena onda que nunca llegó.
Fuente: La Tercera, Domingo 20 de Diciembre de 2020