EL MERCURIO – En su columna, Eduardo Engel postula que sería malo para el sistema de concesiones que se atendieran los planteamientos del concesionario del aeropuerto de Santiago, en relación con la crisis que la pandemia ha significado para dicha concesión. Pensamos distinto, por las razones que a continuación esbozo.
Lo primero que debiéramos preguntarnos es si conviene a Chile una interpretación literalista del contrato para la gestión de una de sus infraestructuras estratégicas más importantes, esencial en la apertura de nuevas rutas aéreas y en la generación de mayor competencia en directo beneficio de los chilenos, como se ha demostrado en los últimos cinco años.
No es efectivo que el concesionario apele a la llamada teoría de la imprevisión, sino a una institución muy diferente, reconocida en el código civil chileno y reiteradamente aplicada por sus tribunales, esto es, el principio de la buena fe, que debe regir la interpretación y aplicación de los contratos. Por ello, estimamos que la autoridad está equivocada al considerar que sus propias decisiones, como cerrar las fronteras, por ejemplo, son eventos que están dentro de los riesgos ordinarios del contrato de concesión y que en nada afectan la manera en que este —aplicado de buena fe— debe producir sus efectos.
Tampoco es correcto decir que en los primeros cinco años el concesionario obtuvo utilidades mayores a las que proyectó; no obstante, ni el monto de las utilidades ni el de las pérdidas es relevante, sino el hecho de si ellas se han obtenido o padecido dentro del marco de aplicación normal del contrato. Eso es lo que está en cuestión en el caso de las pérdidas ocasionadas por el impacto de la pandemia.
Especular sobre la viabilidad financiera del concesionario y lo inocuo que resultaría su reemplazo es un ejercicio estéril; en realidad, lo que debiéramos hacer todos es buscar lo mejor para el desarrollo de una infraestructura tan importante, el menor impacto a los usuarios, con el menor costo para el Estado y afirmando la posición de Chile —igual que otros lo han hecho— como un país serio para asociarse con él.
Por último, sí coincidimos con Engel, aunque por razones distintas, en que el tratamiento de este caso será muy importante para el desarrollo del sistema de concesiones en Chile.
Xavier Lortat-Jacob
Gerente general Nuevo Pudahuel
Fuente: El Mercurio, Lunes 21 de Diciembre de 2020
Las concesiones y Nuevo Pudahuel, Xavier Lortat-Jacob – Gerente general Nuevo Pudahuel
EL MERCURIO – En su columna, Eduardo Engel postula que sería malo para el sistema de concesiones que se atendieran los planteamientos del concesionario del aeropuerto de Santiago, en relación con la crisis que la pandemia ha significado para dicha concesión. Pensamos distinto, por las razones que a continuación esbozo.
Lo primero que debiéramos preguntarnos es si conviene a Chile una interpretación literalista del contrato para la gestión de una de sus infraestructuras estratégicas más importantes, esencial en la apertura de nuevas rutas aéreas y en la generación de mayor competencia en directo beneficio de los chilenos, como se ha demostrado en los últimos cinco años.
No es efectivo que el concesionario apele a la llamada teoría de la imprevisión, sino a una institución muy diferente, reconocida en el código civil chileno y reiteradamente aplicada por sus tribunales, esto es, el principio de la buena fe, que debe regir la interpretación y aplicación de los contratos. Por ello, estimamos que la autoridad está equivocada al considerar que sus propias decisiones, como cerrar las fronteras, por ejemplo, son eventos que están dentro de los riesgos ordinarios del contrato de concesión y que en nada afectan la manera en que este —aplicado de buena fe— debe producir sus efectos.
Tampoco es correcto decir que en los primeros cinco años el concesionario obtuvo utilidades mayores a las que proyectó; no obstante, ni el monto de las utilidades ni el de las pérdidas es relevante, sino el hecho de si ellas se han obtenido o padecido dentro del marco de aplicación normal del contrato. Eso es lo que está en cuestión en el caso de las pérdidas ocasionadas por el impacto de la pandemia.
Especular sobre la viabilidad financiera del concesionario y lo inocuo que resultaría su reemplazo es un ejercicio estéril; en realidad, lo que debiéramos hacer todos es buscar lo mejor para el desarrollo de una infraestructura tan importante, el menor impacto a los usuarios, con el menor costo para el Estado y afirmando la posición de Chile —igual que otros lo han hecho— como un país serio para asociarse con él.
Por último, sí coincidimos con Engel, aunque por razones distintas, en que el tratamiento de este caso será muy importante para el desarrollo del sistema de concesiones en Chile.
Xavier Lortat-Jacob
Gerente general Nuevo Pudahuel
Fuente: El Mercurio, Lunes 21 de Diciembre de 2020