SEMANARIO UNIVERSIDAD – La planificación de un proyecto de infraestructura supone un conjunto de conocimientos y factores relacionados con la coordinación y supervisión, que prevén las posibles desviaciones en cada etapa del proyecto y se anticipa a la resolución de cada una de ellas. En América Latina y el Caribe (ALC) estas desviaciones en las distintas fases del ciclo de vida de un proyecto están íntimamente ligadas a la capacidad de respuesta y recuperación —en el menor tiempo posible— de la infraestructura y los servicios que esta brinda, frente peligros y amenazas, sean naturales o antrópicos; es decir, de su capacidad de resiliencia.
Según la Cepal, la magnitud y frecuencia de los eventos extremos aumentarán como consecuencia del incremento de la variabilidad climática, resultando en serias consecuencias negativas a la infraestructura crítica para los países (una pérdida entre 1,5 y 5 p.p. del PIB en el año 2050). Bajo este escenario, los crecientes costos de los desastres deben llevarnos a adoptar un enfoque más orientado a la resiliencia de las infraestructuras críticas de las economías, que permita que los choques y estreses con causas naturales o antrópicas no generen altos costos de recuperación de infraestructuras, sobrecarga de activos y pérdidas de competitividad de empresas y sectores económicos.
Ahora bien, es preciso incentivar y utilizar la información técnico-científica en la fase de evaluación exante de los proyectos de infraestructura, y darle reconocimiento a la contabilización de las inversiones que permitan la prevención, mitigación y adaptación a los peligros y amenazas, sean naturales o antrópicos. La evidencia reciente nos confirma que el cambio climático continuará profundizando las vulnerabilidades sociales, ambientales y económicas de la región, y por ello es preciso incrementar los esfuerzos para fortalecer la resiliencia de nuestra infraestructura, lo cual implica, mejorar la planificación de las inversiones pública en un contexto de incertidumbre.
Desde hace algunos años, las autoridades costarricenses han tratado de fomentar en los formuladores y evaluadores de los proyectos de infraestructura, la inclusión de las acciones preventivas de preparación y mitigación del riesgo, a nivel de la etapa de preinversión, de forma tal que, se reduzcan los potenciales efectos negativos del proyecto frente a una eventual perturbación.
El trabajo conjunto de varias instituciones como el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan), Ministerio de Agricultura (MAG) y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) permitió elaborar la Metodología de Análisis de Amenazas Naturales para Proyectos de Inversión Pública en Etapa de Perfil. Esta herramienta consideró aquellos procesos naturales que son parte recurrente del escenario de amenazas presentes en la geografía de Costa Rica, como el alud torrencial, deslizamiento, inundación, sismo, tsunami y vulcanismo. A pesar que las amenazas socionaturales, antrópicas y otras naturales que no han sido contempladas, deben ser identificadas y analizadas por las diferentes instituciones para completar el estudio.
La información sobre inversión pública recopilada por Mideplan, refleja fuertes pérdidas en infraestructura física como puentes, carreteras y edificios. La mayor parte de los daños, atribuidos a eventos hidrometeorológicos, con exceso de precipitación. Estos registros sugieren que, esos proyectos no tuvieron en consideración el concepto de resiliencia desde su concepción o bien, no se aplicó algún instrumento que permitiera identificar y reducir los riesgos asociados a las amenazas existentes, con el agravante que la reconstrucción de la infraestructura dañada o pérdida, se efectuó bajo las mismas condiciones de vulnerabilidad y de riesgos.
Por ende, con el objeto de propiciar la identificación y análisis de las amenazas implícitas en los emplazamientos de los nuevos proyectos de inversión pública, esta metodología de aplicación en la etapa de perfil, debe convertirse, en todo momento, en un instrumento de apoyo clave para los tomadores de decisiones durante el proceso dinámico de la planificación de los proyectos de infraestructura; de cara a la definición de criterios técnicos-científicos sobre la pertinencia de la realización de ciertos proyectos o la necesidad de elaborar estudios avanzados adicionales.
Es fundamental que la planificación de las inversiones futuras en el contexto de recuperación económica post COVID-19, se efectúe según las mejores prácticas, de forma tal que se coadyuve a la capacidad de resiliencia de los servicios que presten la infraestructura a todos los costarricenses. Después de todo, tal y como señalan Della Rocca y otros (2019), “la inclusión de elementos que promuevan la resiliencia de un proyecto desde las etapas iniciales de su ciclo de vida será menos costoso que hacerlo después de su construcción o de forma reactiva, como respuesta a un evento disruptivo”.
Ver artículo
Fuente: Semanario Universidad, Martes 27 de Octubre de 2020
La resiliencia en el proceso de planificación de proyectos de infraestructura, por Juan Carlos Quirós S.
SEMANARIO UNIVERSIDAD – La planificación de un proyecto de infraestructura supone un conjunto de conocimientos y factores relacionados con la coordinación y supervisión, que prevén las posibles desviaciones en cada etapa del proyecto y se anticipa a la resolución de cada una de ellas. En América Latina y el Caribe (ALC) estas desviaciones en las distintas fases del ciclo de vida de un proyecto están íntimamente ligadas a la capacidad de respuesta y recuperación —en el menor tiempo posible— de la infraestructura y los servicios que esta brinda, frente peligros y amenazas, sean naturales o antrópicos; es decir, de su capacidad de resiliencia.
Según la Cepal, la magnitud y frecuencia de los eventos extremos aumentarán como consecuencia del incremento de la variabilidad climática, resultando en serias consecuencias negativas a la infraestructura crítica para los países (una pérdida entre 1,5 y 5 p.p. del PIB en el año 2050). Bajo este escenario, los crecientes costos de los desastres deben llevarnos a adoptar un enfoque más orientado a la resiliencia de las infraestructuras críticas de las economías, que permita que los choques y estreses con causas naturales o antrópicas no generen altos costos de recuperación de infraestructuras, sobrecarga de activos y pérdidas de competitividad de empresas y sectores económicos.
Ahora bien, es preciso incentivar y utilizar la información técnico-científica en la fase de evaluación exante de los proyectos de infraestructura, y darle reconocimiento a la contabilización de las inversiones que permitan la prevención, mitigación y adaptación a los peligros y amenazas, sean naturales o antrópicos. La evidencia reciente nos confirma que el cambio climático continuará profundizando las vulnerabilidades sociales, ambientales y económicas de la región, y por ello es preciso incrementar los esfuerzos para fortalecer la resiliencia de nuestra infraestructura, lo cual implica, mejorar la planificación de las inversiones pública en un contexto de incertidumbre.
Desde hace algunos años, las autoridades costarricenses han tratado de fomentar en los formuladores y evaluadores de los proyectos de infraestructura, la inclusión de las acciones preventivas de preparación y mitigación del riesgo, a nivel de la etapa de preinversión, de forma tal que, se reduzcan los potenciales efectos negativos del proyecto frente a una eventual perturbación.
El trabajo conjunto de varias instituciones como el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan), Ministerio de Agricultura (MAG) y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) permitió elaborar la Metodología de Análisis de Amenazas Naturales para Proyectos de Inversión Pública en Etapa de Perfil. Esta herramienta consideró aquellos procesos naturales que son parte recurrente del escenario de amenazas presentes en la geografía de Costa Rica, como el alud torrencial, deslizamiento, inundación, sismo, tsunami y vulcanismo. A pesar que las amenazas socionaturales, antrópicas y otras naturales que no han sido contempladas, deben ser identificadas y analizadas por las diferentes instituciones para completar el estudio.
La información sobre inversión pública recopilada por Mideplan, refleja fuertes pérdidas en infraestructura física como puentes, carreteras y edificios. La mayor parte de los daños, atribuidos a eventos hidrometeorológicos, con exceso de precipitación. Estos registros sugieren que, esos proyectos no tuvieron en consideración el concepto de resiliencia desde su concepción o bien, no se aplicó algún instrumento que permitiera identificar y reducir los riesgos asociados a las amenazas existentes, con el agravante que la reconstrucción de la infraestructura dañada o pérdida, se efectuó bajo las mismas condiciones de vulnerabilidad y de riesgos.
Por ende, con el objeto de propiciar la identificación y análisis de las amenazas implícitas en los emplazamientos de los nuevos proyectos de inversión pública, esta metodología de aplicación en la etapa de perfil, debe convertirse, en todo momento, en un instrumento de apoyo clave para los tomadores de decisiones durante el proceso dinámico de la planificación de los proyectos de infraestructura; de cara a la definición de criterios técnicos-científicos sobre la pertinencia de la realización de ciertos proyectos o la necesidad de elaborar estudios avanzados adicionales.
Es fundamental que la planificación de las inversiones futuras en el contexto de recuperación económica post COVID-19, se efectúe según las mejores prácticas, de forma tal que se coadyuve a la capacidad de resiliencia de los servicios que presten la infraestructura a todos los costarricenses. Después de todo, tal y como señalan Della Rocca y otros (2019), “la inclusión de elementos que promuevan la resiliencia de un proyecto desde las etapas iniciales de su ciclo de vida será menos costoso que hacerlo después de su construcción o de forma reactiva, como respuesta a un evento disruptivo”.
Ver artículo
Fuente: Semanario Universidad, Martes 27 de Octubre de 2020