LA TERCERA – No solo los políticos han usado la pandemia para vender sus sueños húmedos sobre el fin del capitalismo. En la ciudad hemos visto delirios parecidos. Desde el urbanismo caviar se asume que la bicicleta se masificará como en la China de Mao, ya que no te expone a las aglomeraciones en Metro o buses. El auto cumple el mismo objetivo, pero ni siquiera se nombra, ya que es la antítesis del buenismo urbano, aunque es evidente que su uso aumentará, y entonces veremos a los catones retando a medio mundo.
Otra medida es pintar calles y veredas para marcar el distanciamiento óptimo de las personas, lo que funciona en espacios públicos holgados con bajos niveles de población flotante. La idea le encanta a los políticos ya que las pinturas se hacen rápido y cuestan poca plata, y por ello abundan las notas de prensa mostrando estos círculos de colores, especialmente desde Las Condes. Creo que no las prueban en Estación Central o La Cisterna, ya que serían letra muerta: es imposible mirar el suelo cuando caminas en veredas angostas repletas de gente.
Ese es el gran problema de estos experimentos caviar. Se piensan para la ciudad de los 15 minutos, olvidando nuevamente, la de los 115 minutos, donde vive el grueso de la población más expuesta al Covid-19, ya que usa el transporte público y camina por espacios públicos estrechos. Para ellos el único anuncio es decretar vías exclusivas de buses, una medida tan antigua como ineficiente.
Hay dos ideas que podrían funcionar mejor y que quisiera compartir en esta columna. La primera es implementar horarios diferidos por anillos, para que aquellos que vivimos más cerca del centro metropolitano entremos a las 8:00 y quienes viven en las periferias puedan ingresar a las 10 de la mañana. Junto con reducir aglomeraciones de hora punta, estos anillos permitirían que todos los capitalinos duerman la misma cantidad de horas. Sería un beneficio potente para su calidad de vida y la equidad territorial, evitando que aquellos que menos tienen, deban salir de madrugada y llegar muy tarde a sus casas.
La segunda idea fue planteada por Louis de Grange hace años, y es incorporar los taxis colectivos al Transantiago, ya que son muy usados en comunas de la ciudad de los 115 minutos como Maipú o San Bernardo. Basta con extender sus rutas y definir una capacidad máxima de dos pasajeros sentados atrás, cubriendo el saldo con un subsidio de Transantiago, pero sin transbordos ni aglomeraciones. Se podrían sumar los furgones escolares para trasladar adultos mayores y enfermos crónicos desde las plazas de sus barrios con capacidades máximas para evitar contagios. “Salga más tarde y viaje sentado a su pega”, podría ser el eslogan de estas propuestas, que beneficiarán a un universo mayor de personas, que son los que peor lo han pasado con la pandemia.
Fuente: La Tercera, Domingo 02 de Agosto de 2020