PULSO – La crisis sanitaria ha revelado algunos problemas que vienen arrastrando las ciudades de nuestro país desde hace incluso décadas, pero que, como ha pasado en muchos otros ámbitos, hoy se han vuelto dolorosamente visibles y exigen una rápida solución.
Por ejemplo, la pandemia evidenció las precarias condiciones de quienes viven en campamentos, muchas veces sin servicios básicos y, por ende, sin medidas mínimas de higiene. Una tragedia para nada desconocida. Sin ir más lejos, en mayo de 2018 el propio Ministerio de Vivienda y Urbanismo informó que en esta materia nuestro país había retrocedido 30 años, mostrando las mismas cifras de familias viviendo en esta situación que en 1985. Como sociedad, no pudimos o no supimos actuar a tiempo. ¿Ahora sí será el momento de acordar una hoja de ruta para acabar con este drama?
Algo parecido ha pasado en cuanto al déficit habitacional, en especial en lo que dice relación con el fenómeno del allegamiento. Las crecientes restricciones a la construcción de viviendas y la cada vez más acentuada preferencia de las personas por vivir en áreas consolidadas se han traducido en que, ante la imposibilidad de adquirir una casa propia en estos lugares, un significativo número de personas y familias ha optado por vivir en condición de allegadas.
En este caso, una de las explicaciones más relevantes tiene que ver con nuestra deficiente planificación urbana. ¿Ahora sí será el momento de cambiar nuestro sistema de planificación para que las ciudades respondan a las necesidades y expectativas de las personas (de todas las personas, eso sí; de sus actuales y futuros habitantes)?
Y, asimismo, cabe destacar que en la actualidad existen cerca de tres millones de personas viviendo en barrios con un entorno urbano deficiente. Ya sea porque carecen de condiciones básicas -como calles y veredas pavimentadas, luminarias, basureros, etc.- o porque les faltan servicios, tanto públicos como privados. ¿Ahora sí será el momento de impulsar un gran plan nacional de mejoramiento de barrios, de acuerdo con estándares urbanos mínimos para todos, que incluya una potente alianza público-privada para rehabilitar y desarrollar zonas que podrían convertirse en nuevos subcentros, disminuyendo además las necesidades de traslado de las personas?
Los problemas de las ciudades no se limitan a estos ejemplos. Movilidad, integración y accesibilidad son aspectos igualmente urgentes de abordar. Pero si hay algo que también ha quedado en evidencia en estos meses es que las soluciones se construyen entre todos.
Por eso nuestro llamado es a redoblar los esfuerzos hechos por los gobiernos, el mundo privado y la sociedad civil y a que nos comprometamos a resolver juntos estos temas en un plazo acotado. Es posible y mejoraría las condiciones de vida de millones de personas.
Fuente: Pulso, Viernes 26 de Junio de 2020