LA TERCERA – Pese al aumento dramático de contagiados por COVID19, aun parece acertada la estrategia de las autoridades de mantener las cuarentenas dinámicas, aumentar los exámenes y promover un retorno gradual a las actividades productivas y sociales necesarias para enfrentar los efectos económicos de la pandemia.
Si bien muchas empresas e instituciones han optado exitosamente por implementar el teletrabajo y la educación en línea para continuar prestando sus servicios, existen muchos rubros donde el trabajo presencial es indispensable, en especial aquellos cuyos trabajadores aunque quisieran, no cuentan con los recursos ni las capacidades para realizar sus labores en la web. La mayoría de estos trabajadores, junto con el creciente sector informal además corresponden a los grupos socioeconómicos más vulnerables, cuyas viviendas se localizan lejos de las oportunidades laborales, centros de abastecimiento y servicios, no cuentan con vehículo particular y dependen del transporte público para acceder a ellos.
Para nadie es un misterio que el transporte masivo es uno de los focos de mayor riesgo de contagio, debido a los altos niveles de hacinamiento y confinamiento con desconocidos en hora punta, y la imposibilidad de mantener el debido distanciamiento social. Como ya se está demostrando con la georreferenciación de los contagios, los grupos más vulnerables que usan el transporte público, hacen viajes más largos y habitan en barrios con alto nivel de hacinamiento son aquellos donde más se ha disparado la enfermedad.
En este contexto toma urgencia gestionar medidas para aplanar otra curva, la del histograma de viajes hora punta mañana y tarde en nuestro sistema de transportes. Tal como propone el ex Subsecretario de Transportes Carlos Melo, con una gestión adecuada de la demanda y oferta de viajes, podríamos aumentar significativamente el distanciamiento social en el sistema y hacerlo más seguro y resiliente.
Para ello es clave que empresas e instituciones adopten mayor flexibilidad horaria y adaptación, que se modifiquen los horarios de entrada de educación media y universitaria, planificando sus jornadas académicas iniciando clases a las 10:00 AM. Esta sola medida bajaría en cerca de un 50% la demanda entre las 7:30 y 8:30 AM, descargando el transporte público de muchos viajes al estudio en la punta mañana. La educación pre-básica y básica mejor dejarla como está ya que muchos padres llevan a sus niños camino al trabajo, flexibilizando el horario de ingreso hasta las 10:00 AM. En cuanto al comercio y servicios, se recomienda mantener horarios reducidos de apertura, ya que nos podemos perfectamente abastecer con Supermercados y tiendas abiertos después de las 10:00 y hasta las 18:00 hrs.
Así como se puede gestionar la demanda, es clave también aumentar la oferta, por lo que celebramos que empresas como Metro estén abriendo más estaciones, incluida Baquedano, aumentando frecuencias pese a la baja en ingresos. Un último factor clave es promover modos no motorizados en distancias intermedias, cortas o combinaciones. Ya hemos visto cómo los principales centros urbanos europeos están ampliando sus ciclovías y paseos peatonales. Si bien el factor climático ayuda mucho con la llegada del verano en el hemisferio norte; hay que destacar iniciativas como la de la Seremi de Transportes de Ñuble, que ha implementado un plan de peatonalización en Chillán, o la Municipalidad de Rancagua, que con intervenciones de urbanismo táctico ha demarcado en calles y aceras espacios de activación segura de su comercio y servicios.
Los dilemas entre cuánto encerrarnos o activarnos seguirán vigentes mientras no encontremos la cura para el COVID19, por lo que debemos aplicar toda nuestra capacidad de innovación y adaptación para evitar que el virus, -o el hambre-, sigan cobrando más vidas.
Fuente: La Tercera, Lunes 4 de Mayo de 2020