DIARIO FINANCIERO – El experto alerta sobre la necesidad de mejorar la institucionalidad del agua, incorporar nuevas fuentes del recurso y aumentar la inversión.
En un contexto de pandemia mundial a causa del Covid-19 -donde el lavado de manos es uno de los principales llamados-, la gestión del agua ha tomado protagonismo. La falta del recurso en zonas rurales del país que dependen de servicios básicos vulnerables, y la megasequía que se extiende por diez años, son factores que inciden en el desarrollo económico y la inequidad social.
En este contexto de escasez hídrica y coronavirus, el especialista en gestión de recursos hídricos del Banco Mundial, Alexander Serrano, -que desde 2011 asesora a gobiernos chilenos en estos temas-, afirma que “el agua es uno de los factores que van a permitir la recuperación económica post Covid-19, y no sólo en Chile, sino que en la región”.
Explica que será fundamental no solo por temas de salud, sino también para facilitar la producción agrícola que ahora es clave para las cadenas de alimentos y los sectores productivos.
“Muchos países, como España y Argentina, están implementando medidas de emergencia para garantizar el acceso de agua potable para la producción económica y para la sociedad ante la pandemia, y esta tendencia debe seguir tras el Covid-19”.
En el caso de Chile, indica que “casi un 70% de las exportaciones provienen de sectores altamente dependientes del agua, como la agricultura, la agroforestería, la piscicultura y la minería”, de ahí la necesidad de hacer una buena gestión del recurso.
– ¿Cómo ve la situación del agua en Chile?
– La economía chilena depende mucho del agua y también de la generación de hidroelectricidad. Entre 1980 y 2015 se duplicó su uso, que si bien generó desarrollo económico, también derivó en una mayor competencia.
Por otro lado, el cambio climático y la contaminación reducen la disponibilidad del agua y una disminución de las precipitaciones y junto a otros factores, podrían afectar las fuentes de agua superficial.
–¿Cuáles son los desafíos?
-Si bien Chile en temas de agua potable es líder en la región, sigue pendiente el acceso y saneamiento de agua potable en áreas rurales.
Además, la calidad del agua también necesita ser atendida respecto a su contaminación por prácticas agrícolas, agroforestales y la minería.
Fortalecer la institucionalidad del agua
– ¿Qué debilidades identifica en la gestión del recurso hídrico?
– Una limitación es la brecha que todavía existe en la infraestructura artificial y natural para gestionar el recurso. Chile tiene potencial para desarrollar embalses, pero también para generar mecanismos de gestión de agua, como el almacenamiento en acuíferos, reuso de aguas residuales, desalación, etc.
Por otro lado, la institucionalidad está muy fragmentada y se requiere acelerar el fortalecimiento de las herramientas de gestión. Necesitamos que esto sea más rápido por la condición de sequía y que haya más inversión en el sector.
– ¿Cuál es la propuesta del Banco Mundial para mejorar la gestión del agua en el país?
– El fortalecimiento institucional es clave. Se requiere una Dirección General de Agua (DGA) con mucha más jerarquía, con mayor capacidad de actuar en el territorio y coordinar con otros sectores. También hay que fortalecer la resiliencia de los sistemas de agua potable rural y dejar de pensar que la sequía es un riesgo, sino algo recurrente. Y por último, incorporar nuevas fuentes de agua dentro de la planificación como soluciones innovadoras.
– ¿Y cómo se genera un sistema más resiliente?
– Los sistemas de agua potable rural deben adaptarse a las condiciones del territorio, que las fuentes de agua que utilicen sean diversas y que se pueda lograr este intercambio de manera más fácil. Pero también tienen que ser resilientes financieramente y en términos de capacidad organizativa. Todas las asociaciones de agua rural de Chile tienen que ser más sólidas, para enfrentar estos shocks, como la sequía y el Covid-19.
– ¿Cómo se puede incentivar la inversión en agua?
– Hay instrumentos financieros que pueden ser innovadores. Desde el gobierno, más fondos de agua y apoyos para que se desarrollen estas inversiones, etc. La clave es pensarlo desde un aspecto programático. No como un ítem, sino como un programa a largo plazo. Chile requiere soluciones innovadoras.
– ¿Qué pasaría si Chile no toma en cuenta estas propuestas?
– La sequía, no sólo en Chile, tiene impactos económicos importantes. Ya no hay disponibilidad de agua para la producción de ciertos sectores que la demandan más y en la sociedad, si la población se ve afectada, va a haber incertidumbre e incomodidad porque se va a tener que racionar el agua, y va a haber un impacto sanitario.
Ver artículo
Fuente: Diario Financiero, Jueves 23 de Abril de 2020
Alexander Serrano: “El agua es un factor clave para la recuperación económica post Covid-19”
DIARIO FINANCIERO – El experto alerta sobre la necesidad de mejorar la institucionalidad del agua, incorporar nuevas fuentes del recurso y aumentar la inversión.
En un contexto de pandemia mundial a causa del Covid-19 -donde el lavado de manos es uno de los principales llamados-, la gestión del agua ha tomado protagonismo. La falta del recurso en zonas rurales del país que dependen de servicios básicos vulnerables, y la megasequía que se extiende por diez años, son factores que inciden en el desarrollo económico y la inequidad social.
En este contexto de escasez hídrica y coronavirus, el especialista en gestión de recursos hídricos del Banco Mundial, Alexander Serrano, -que desde 2011 asesora a gobiernos chilenos en estos temas-, afirma que “el agua es uno de los factores que van a permitir la recuperación económica post Covid-19, y no sólo en Chile, sino que en la región”.
Explica que será fundamental no solo por temas de salud, sino también para facilitar la producción agrícola que ahora es clave para las cadenas de alimentos y los sectores productivos.
“Muchos países, como España y Argentina, están implementando medidas de emergencia para garantizar el acceso de agua potable para la producción económica y para la sociedad ante la pandemia, y esta tendencia debe seguir tras el Covid-19”.
En el caso de Chile, indica que “casi un 70% de las exportaciones provienen de sectores altamente dependientes del agua, como la agricultura, la agroforestería, la piscicultura y la minería”, de ahí la necesidad de hacer una buena gestión del recurso.
– ¿Cómo ve la situación del agua en Chile?
– La economía chilena depende mucho del agua y también de la generación de hidroelectricidad. Entre 1980 y 2015 se duplicó su uso, que si bien generó desarrollo económico, también derivó en una mayor competencia.
Por otro lado, el cambio climático y la contaminación reducen la disponibilidad del agua y una disminución de las precipitaciones y junto a otros factores, podrían afectar las fuentes de agua superficial.
–¿Cuáles son los desafíos?
-Si bien Chile en temas de agua potable es líder en la región, sigue pendiente el acceso y saneamiento de agua potable en áreas rurales.
Además, la calidad del agua también necesita ser atendida respecto a su contaminación por prácticas agrícolas, agroforestales y la minería.
Fortalecer la institucionalidad del agua
– ¿Qué debilidades identifica en la gestión del recurso hídrico?
– Una limitación es la brecha que todavía existe en la infraestructura artificial y natural para gestionar el recurso. Chile tiene potencial para desarrollar embalses, pero también para generar mecanismos de gestión de agua, como el almacenamiento en acuíferos, reuso de aguas residuales, desalación, etc.
Por otro lado, la institucionalidad está muy fragmentada y se requiere acelerar el fortalecimiento de las herramientas de gestión. Necesitamos que esto sea más rápido por la condición de sequía y que haya más inversión en el sector.
– ¿Cuál es la propuesta del Banco Mundial para mejorar la gestión del agua en el país?
– El fortalecimiento institucional es clave. Se requiere una Dirección General de Agua (DGA) con mucha más jerarquía, con mayor capacidad de actuar en el territorio y coordinar con otros sectores. También hay que fortalecer la resiliencia de los sistemas de agua potable rural y dejar de pensar que la sequía es un riesgo, sino algo recurrente. Y por último, incorporar nuevas fuentes de agua dentro de la planificación como soluciones innovadoras.
– ¿Y cómo se genera un sistema más resiliente?
– Los sistemas de agua potable rural deben adaptarse a las condiciones del territorio, que las fuentes de agua que utilicen sean diversas y que se pueda lograr este intercambio de manera más fácil. Pero también tienen que ser resilientes financieramente y en términos de capacidad organizativa. Todas las asociaciones de agua rural de Chile tienen que ser más sólidas, para enfrentar estos shocks, como la sequía y el Covid-19.
– ¿Cómo se puede incentivar la inversión en agua?
– Hay instrumentos financieros que pueden ser innovadores. Desde el gobierno, más fondos de agua y apoyos para que se desarrollen estas inversiones, etc. La clave es pensarlo desde un aspecto programático. No como un ítem, sino como un programa a largo plazo. Chile requiere soluciones innovadoras.
– ¿Qué pasaría si Chile no toma en cuenta estas propuestas?
– La sequía, no sólo en Chile, tiene impactos económicos importantes. Ya no hay disponibilidad de agua para la producción de ciertos sectores que la demandan más y en la sociedad, si la población se ve afectada, va a haber incertidumbre e incomodidad porque se va a tener que racionar el agua, y va a haber un impacto sanitario.
Ver artículo
Fuente: Diario Financiero, Jueves 23 de Abril de 2020