Viernes, Noviembre 22, 2024

Resistir sin quebrar(se), por Patricio Donoso

LA TERCERA – En estos días han surgido múltiples voces pidiendo a las empresas que resistan los embates del coronavirus y que, junto con cuidar la salud de sus trabajadores, se esfuercen por resguardar el empleo y los ingresos de las familias. Como gremio, nos sumamos a este llamado, aunque también sabemos que hoy la gran mayoría de las empresas está dedicada precisamente a eso: a oponer resistencia y a aguantar los golpes que reciben. Y así lo seguirán haciendo hasta que la situación mejore o hasta que, de tanto resistir, terminen por quebrar(se).
De hecho, y para decir las cosas claras, muchísimas empresas llevan resistiendo desde el 18-O. Para nuestro sector, esto significó retraso en las obras y, lo más grave, postergación y suspensión de nuevos proyectos. Según una encuesta que realizamos a principios de marzo a nuestros socios, cuando el Covid-19 recién asomaba por estas latitudes, siete de cada 10 empresas socias ya tenían asumido que tendrían una menor actividad en lo que resta del año. La pandemia de coronavirus solo vino a empeorar las cosas. Si en ese entonces el 79% de nuestros socios veía que la enfermedad tendría un impacto “alto” o “muy alto” en su actividad, hoy esa percepción se ha instalado en toda la industria.
De ahí la relevancia de las distintas iniciativas que ha impulsado la autoridad y respecto de las cuales el desafío -no solo para el gobierno, sino para múltiples actores públicos y privados- es que estén disponibles lo antes posible, exijan condiciones de acceso acordes al crítico momento que vivimos y cuenten con procedimientos simples y expeditos para su aplicación. Esto supondrá un alivio para millones de chilenos, aunque bien sabemos -pese a lo significativo de los esfuerzos desplegados- que, de no repuntar la actividad económica, su impacto será limitado, pues no habrá ingresos y, sin ingresos, no hay empresa ni trabajo que resista.
Por lo mismo, es clave acordar desde ya al menos dos aspectos fundamentales. El primero, que no podemos volver al estado de grave alteración del orden público vivido antes de la pandemia. No olvidemos que marzo se preveía como un mes marcado por la violencia y que incluso hoy hay grupos llamando a un nuevo estallido social post Covid-19. Si ello ocurre, el daño será incalculable. El segundo, que cerremos a la brevedad los debates, ya demasiado extendidos, sobre reformas a temas estructurales para el desarrollo social y económico del país.
Estos son grandes desafíos que enfrentamos como sociedad y que permitirán distinguir entre quienes han entendido cabalmente la profundidad de la crisis y quienes no.
Debemos crear lo antes posible las condiciones institucionales para una efectiva y rápida reactivación, por medio de un diálogo amplio y transparente, construyendo acuerdos y diseñando los mecanismos que otorguen legitimidad ciudadana a los caminos que se escojan. Es demasiado lo que está en juego como para no darnos por enterados de esta urgente necesidad.
Fuente: La Tercera, Martes 21 de Abril de 2020

LA TERCERA – En estos días han surgido múltiples voces pidiendo a las empresas que resistan los embates del coronavirus y que, junto con cuidar la salud de sus trabajadores, se esfuercen por resguardar el empleo y los ingresos de las familias. Como gremio, nos sumamos a este llamado, aunque también sabemos que hoy la gran mayoría de las empresas está dedicada precisamente a eso: a oponer resistencia y a aguantar los golpes que reciben. Y así lo seguirán haciendo hasta que la situación mejore o hasta que, de tanto resistir, terminen por quebrar(se).
De hecho, y para decir las cosas claras, muchísimas empresas llevan resistiendo desde el 18-O. Para nuestro sector, esto significó retraso en las obras y, lo más grave, postergación y suspensión de nuevos proyectos. Según una encuesta que realizamos a principios de marzo a nuestros socios, cuando el Covid-19 recién asomaba por estas latitudes, siete de cada 10 empresas socias ya tenían asumido que tendrían una menor actividad en lo que resta del año. La pandemia de coronavirus solo vino a empeorar las cosas. Si en ese entonces el 79% de nuestros socios veía que la enfermedad tendría un impacto “alto” o “muy alto” en su actividad, hoy esa percepción se ha instalado en toda la industria.
De ahí la relevancia de las distintas iniciativas que ha impulsado la autoridad y respecto de las cuales el desafío -no solo para el gobierno, sino para múltiples actores públicos y privados- es que estén disponibles lo antes posible, exijan condiciones de acceso acordes al crítico momento que vivimos y cuenten con procedimientos simples y expeditos para su aplicación. Esto supondrá un alivio para millones de chilenos, aunque bien sabemos -pese a lo significativo de los esfuerzos desplegados- que, de no repuntar la actividad económica, su impacto será limitado, pues no habrá ingresos y, sin ingresos, no hay empresa ni trabajo que resista.
Por lo mismo, es clave acordar desde ya al menos dos aspectos fundamentales. El primero, que no podemos volver al estado de grave alteración del orden público vivido antes de la pandemia. No olvidemos que marzo se preveía como un mes marcado por la violencia y que incluso hoy hay grupos llamando a un nuevo estallido social post Covid-19. Si ello ocurre, el daño será incalculable. El segundo, que cerremos a la brevedad los debates, ya demasiado extendidos, sobre reformas a temas estructurales para el desarrollo social y económico del país.
Estos son grandes desafíos que enfrentamos como sociedad y que permitirán distinguir entre quienes han entendido cabalmente la profundidad de la crisis y quienes no.
Debemos crear lo antes posible las condiciones institucionales para una efectiva y rápida reactivación, por medio de un diálogo amplio y transparente, construyendo acuerdos y diseñando los mecanismos que otorguen legitimidad ciudadana a los caminos que se escojan. Es demasiado lo que está en juego como para no darnos por enterados de esta urgente necesidad.
Fuente: La Tercera, Martes 21 de Abril de 2020

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