Sábado, Noviembre 23, 2024

COVID-19, reducción de emisiones y una futura electromovilidad, por Cristián Escobedo y Felipe Ulloa

EL MOSTRADOR – El hecho de que se esté produciendo la drástica disminución de contaminantes en la atmósfera hace pensar en la urgencia de adoptar medios de transportes limpios al interior de las ciudades. Si se considera que el sistema de transporte público Transantiago, ahora Red, posee sobre 6 mil buses contaminantes con más de 10 años de servicios, cobra relevancia pensar en un nuevo proceso de licitación que considere la renovación total del parque de buses por versiones eléctricas, a fin de abrirse hacia la denominada electromovilidad.
La pandemia por COVID-19 que afecta a las personas y a las economías a nivel mundial, ha permitido hacernos reflexionar acerca de varios aspectos de la vida en comunidad y de las formas en que se usan los territorios y el transporte. En este contexto, la evidencia muestra que, con la baja de actividades económicas y confinamientos de las personas, se ha logrado una baja sostenida de contaminación atmosférica y acústica como lo han mostrado variadas agencias internacionales.
En el caso particular de Chile, la restricción de movilidad impuesta por el Gobierno ha traído consigo una mejora significativa en la calidad del aire en la ciudad de Santiago. Si se consideran los registros de la Estación de Cantagallo, que es parte del Sistema de información Nacional de Calidad del Aire (SINCA) en el periodo comprendido entre el 26 de marzo y 8 de abril, se produce una importante disminución de 29% para el material particulado PPM2,5 y 71% para el Óxido de Nitrógeno Nox, en comparación con el mismo periodo del año 2018.
El hecho que se esté produciendo la drástica disminución de contaminantes en la atmósfera, hace pensar en la urgencia de adoptar medios de transportes limpios al interior de las ciudades. Si se considera que el sistema de transporte público Transantiago, ahora Red, posee sobre 6 mil buses contaminantes con más de 10 años de servicios, cobra relevancia pensar en un nuevo proceso de licitación que considere la renovación total del parque de buses por versiones eléctricas, a fin de abrirse hacia la denominada electromovilidad.
La electromovilidad de buses en transporte público es una alternativa limpia y sustentable con el medio ambiente. Es por ello que urge la necesidad de contar en Chile con un diseño de política y normativas tendientes a la adopción de la electromovilidad para asegurar altos niveles de calidad del aire en las ciudades del país, a fin de evitar las ya conocidas y sucesivas situaciones de preemergencia y emergencias ambientales que impactan sobre la salud de las personas, deteriorando sus sistemas respiratorios.
Paradójicamente, una pandemia que afecta el sistema respiratorio generó, como medida de salubridad, un confinamiento que mejoró la calidad del aire.
Otro caso de transporte contaminante es el de los más de 5,5 millones de vehículos que circulan en el país, de los cuales un poco más de 2 millones lo hacen solo en la capital, con las externalidades negativas conocidas, tales como altos índices de congestión y bajos estándares de calidad del aire. Para contrarrestar esta situación, resulta interesante el llamado realizado por Corfo a las universidades de excelencia del país para elaborar el diseño e implementación del “Centro para el Desarrollo de la Electromovilidad en Chile”.
En este sentido, sean bienvenidas las acciones tendientes a avanzar hacia un transporte público y privado libre de emisión, que impacten favorablemente sobre la calidad de vida en las ciudades y los ecosistemas urbanos que albergan a la población, pues la salud de las personas siempre debe estar primero.
* El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Ver artículo
Fuente: El Mostrador, Jueves 16 de Abril de 2020

EL MOSTRADOR – El hecho de que se esté produciendo la drástica disminución de contaminantes en la atmósfera hace pensar en la urgencia de adoptar medios de transportes limpios al interior de las ciudades. Si se considera que el sistema de transporte público Transantiago, ahora Red, posee sobre 6 mil buses contaminantes con más de 10 años de servicios, cobra relevancia pensar en un nuevo proceso de licitación que considere la renovación total del parque de buses por versiones eléctricas, a fin de abrirse hacia la denominada electromovilidad.
La pandemia por COVID-19 que afecta a las personas y a las economías a nivel mundial, ha permitido hacernos reflexionar acerca de varios aspectos de la vida en comunidad y de las formas en que se usan los territorios y el transporte. En este contexto, la evidencia muestra que, con la baja de actividades económicas y confinamientos de las personas, se ha logrado una baja sostenida de contaminación atmosférica y acústica como lo han mostrado variadas agencias internacionales.
En el caso particular de Chile, la restricción de movilidad impuesta por el Gobierno ha traído consigo una mejora significativa en la calidad del aire en la ciudad de Santiago. Si se consideran los registros de la Estación de Cantagallo, que es parte del Sistema de información Nacional de Calidad del Aire (SINCA) en el periodo comprendido entre el 26 de marzo y 8 de abril, se produce una importante disminución de 29% para el material particulado PPM2,5 y 71% para el Óxido de Nitrógeno Nox, en comparación con el mismo periodo del año 2018.
El hecho que se esté produciendo la drástica disminución de contaminantes en la atmósfera, hace pensar en la urgencia de adoptar medios de transportes limpios al interior de las ciudades. Si se considera que el sistema de transporte público Transantiago, ahora Red, posee sobre 6 mil buses contaminantes con más de 10 años de servicios, cobra relevancia pensar en un nuevo proceso de licitación que considere la renovación total del parque de buses por versiones eléctricas, a fin de abrirse hacia la denominada electromovilidad.
La electromovilidad de buses en transporte público es una alternativa limpia y sustentable con el medio ambiente. Es por ello que urge la necesidad de contar en Chile con un diseño de política y normativas tendientes a la adopción de la electromovilidad para asegurar altos niveles de calidad del aire en las ciudades del país, a fin de evitar las ya conocidas y sucesivas situaciones de preemergencia y emergencias ambientales que impactan sobre la salud de las personas, deteriorando sus sistemas respiratorios.
Paradójicamente, una pandemia que afecta el sistema respiratorio generó, como medida de salubridad, un confinamiento que mejoró la calidad del aire.
Otro caso de transporte contaminante es el de los más de 5,5 millones de vehículos que circulan en el país, de los cuales un poco más de 2 millones lo hacen solo en la capital, con las externalidades negativas conocidas, tales como altos índices de congestión y bajos estándares de calidad del aire. Para contrarrestar esta situación, resulta interesante el llamado realizado por Corfo a las universidades de excelencia del país para elaborar el diseño e implementación del “Centro para el Desarrollo de la Electromovilidad en Chile”.
En este sentido, sean bienvenidas las acciones tendientes a avanzar hacia un transporte público y privado libre de emisión, que impacten favorablemente sobre la calidad de vida en las ciudades y los ecosistemas urbanos que albergan a la población, pues la salud de las personas siempre debe estar primero.
* El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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Fuente: El Mostrador, Jueves 16 de Abril de 2020

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