PAÍS CIRCULAR – Impulsar el desarrollo tecnológico y la innovación con base en economía circular en energía solar, sales de litio, baterías de litio y almacenamiento de energía, y minería metálica y no metálica. Ese es el norte de este nuevo organismo que operará por al menos 10 años en Iquique, con alcance desde Arica a Atacama, y que entre sus metas tiene el impulsar al menos 20 emprendimientos de base tecnológica, y 30 tecnologías con aplicación en las industrias. Hoy está levantando información sobre la tecnología y emprendimientos existentes en el territorio, y se prepara para constituir un directorio paritario. Para Petar Ostojic, director ejecutivo del CIEC y uno de los líderes del proyecto, el centro nace en el mejor momento posible: “La crisis social y la crisis del coronavirus son la señal clara que el actual modelo tecno-económico tiene que mutar a uno que no solo vele por el impacto económico, sino que también incluya a la sociedad y al medio ambiente”.
En el mundo pre pandemia de coronavirus, Chile -y parte importante del globo- avanzaban decididamente hacia la economía circular como respuesta a los fallos del modelo económico mundial en materia de sostenibilidad. Y en ese escenario, el año pasado Corfo lanzó una convocatoria para crear un Centro Tecnológico para la Economía Circular para la Macrozona Norte del país, acompañado de un fondo que suma hoy US$21,5 millones para financiar sus operaciones durante una década, el que fue adjudicado en octubre a un consorcio conformado por 11 entidades -y otras 21 instituciones asociadas- encabezadas por el Centro de Innovación para la Economía Circular de Iquique (CIEC), proyecto liderado por Petar Ostojic.
Y aunque hoy el futuro de la economía mundial y nacional son inciertos -nadie está inmune al contagio económico de la pandemia-, se mantiene la convicción de que la economía circular será parte fundamental de la respuesta a la crisis una vez que se recupere cierta normalidad y se retome la producción global de bienes y servicios. Por eso, la tríada que encabeza el CIEC -Petar Ostojic, fundador y director ejecutivo; Andreé Henríquez, director de investigación e innovación; y Luis Martínez, director de nuevos negocios- trabaja aceleradamente para poner en funcionamiento el Centro Tecnológico para la Economía Circular en agosto próximo.
¿Cómo será esta nueva institución, que busca transformarse en un referente mundial en la materia? Hoy se está afinando el diseño estratégico final y se preparan las oficinas gerenciales en Iquique, aplicando -cómo no- principios circulares: se está aprovechando todo el equipamiento tecnológico y los espacios para la innovación ya existentes en la macrozona para potenciarlos de cara a los nuevos desafíos, se realizó un primer catastro de los equipos disponibles entre las regiones de Arica y Atacama, y se están firmando los acuerdos necesarios con diversas instituciones para la implementación de proyectos que financie el centro.
“Este trabajo lo estamos haciendo en las cuatro regiones que abarca el centro, los denominados nodos regionales. Estamos catastrando equipamiento que va desde impresoras 3D hasta sistemas de Inteligencia Artificial, y estamos proponiendo que exista una única plataforma tecnológica compartida que incluya elementos específicos para los proyectos a financiar. Toda esa infraestructura tecnológica y de innovación será un activo que quedará para la macrozona, y esperamos que sea un factor de transformación hacia la economía circular”, dice Andreé Henríquez.
Directorio paritario y altos estándares de transparencia
A la par, se está trabajando en el modelo de gobernanza que tendrá el Centro Tecnológico para la Economía Circular, ya que en el participan universidades, empresas y el gobierno regional de Tarapacá. La idea, dice Henríquez, es que la toma de decisiones respecto de los objetivos del centro tenga un fuerte acento en el desarrollo regional de la macrozona norte, y contempla además la participación de un director independiente internacional, que debe ser un experto en economía circular, que entregue una mirada especializada y ayude a su transparencia.
Además, la equidad de género en el directorio aparece como un punto fundamental y las instituciones han estado de acuerdo en avanzar en este punto desde la creación de a la corporación. “Tenemos muchas expectativas de que el directorio avance hacia una paridad en su composición”, afirma Henríquez. Y en materia de transparencia de la información, se plantea que el centro reporte sus acciones y el uso de sus recursos con base a la legislación de Estados Unidos además de la nacional, debido a que parte importante de su presupuesto proviene de compañías que deben informar a los reguladores de dicho país.
“Junto con lo anterior, hemos propuesto que el centro reporte anualmente sus resultados a los diversos grupos de interés, no solo los participantes, para informar a la comunidad los avances, resultados e impactos que se están logrando. A esto se suman todos los reportes que la Corfo solicita, y que nos parecen fundamentales para mantener un accountability de calidad”, explica Andreé Henríquez.
“Polo de economía circular e industria 4.0 de clase mundial”
“La macrozona norte es uno de los territorios más fascinantes y llenos de oportunidades que alguien puede encontrar en el planeta”, afirma Petar Ostojic, uno de los principales referentes nacionales en materia de economía circular. Y detalla sus razones: la minería de cobre y litio más grande del mundo, que proveerá recursos claves para combatir el cambio climático; la mejor radiación solar de la Tierra, que permitirá generar energía a bajo costo y renovable, y también posicionarnos como productores de hidrógeno verde a nivel global; una matriz industrial y productiva basada en proveedores de la minería (Mining Equipment Technology and Services o METS); y la cercanía geográfica a la industria minera de Perú, Bolivia y Argentina, lo que permite el desarrollo de un polo económico fuerte y atractivo para desarrollar negocios y empresas, entre otros factores.
Sin embargo, dice Ostojic, hasta ahora todas estas ventajas no han sido aprovechadas en su real dimensión y eso tiene un reflejo claro en que Arica, Iquique, Antofagasta y Copiapó aparecen permanentemente en los últimos lugares del ranking de competitividad de ciudades, lo que demuestra una baja capacidad de desarrollar y atraer talento.
“Estamos convencidos que el nuevo Centro Tecnológico para la Economía Circular viene a ser un actor importante en revertir esta situación y transformar la macrozona minera del norte de Chile en un polo de desarrollo de economía circular, industria 4.0 y emprendimiento de clase mundial”, afirma.
Para lograrlo, el centro enfocará su trabajo en un grupo concreto de industrias: la minería de recursos estratégicos para un futuro bajo en carbono (cobre y litio), energías renovables y almacenamiento de energía. Y en ello trabajarán con sus socios industriales de BHP, Collahuasi, Teck, Copec y Corpesca en proyectos que permitan transformar sus procesos hacia modelos circulares.
Esto implica que mejoren la durabilidad, reutilización, mejora y reparabilidad de productos y equipos, incrementar la eficiencia energética y en el uso de recursos, y reducir la huella de carbono, de agua y de materiales; aumentar el contenido de material reciclado en los productos y equipos, e instalar capacidades de remanufactura y reciclaje de alta calidad; eliminar productos y materiales de un solo uso y evitar la obsolescencia programada; transitar hacia modelos de negocio basados en product-as-a-service (producto como servicio); y promover e instalar la transformación digital y la trazabilidad digital de productos y materiales.
Adicionalmente, con el Gobierno Regional de Tarapacá y el Consejo Regional se trabajará en el desarrollo de un ecosistema emprendedor local, además de desarrollar la agricultura y pesca sostenible y circular, con el fin de generar nuevos emprendimientos, crear empleos de calidad y combatir los negativos efectos del cambio climático. El objetivo es replicar estas experiencias con los gobiernos regionales de Arica, Antofagasta y Atacama.
“La economía circular se basa en principios básicos como eliminar el concepto de ‘desecho’, mantener el valor de productos y materiales durante el mayor tiempo posible y regenerar los sistemas naturales, por lo que busca utilizar de la manera más eficiente nuestros recursos que son escasos y valiosos”, explica Petar Ostojic.
“En ese sentido -agrega-, creemos que en Chile ya existen suficientes centros tecnológicos y de innovación que hasta la fecha han operado como silos, lo que generaba en muchos casos un uso ineficiente de los recursos del Estado, organizaciones y empresas privadas. Creemos que el problema no se resuelve creando más centros, sino que conectando y optimizando la utilización de las capacidades e infraestructura de los que ya existen e identificando a las empresas y organizaciones que pueden agregar valor bajo el paraguas de la economía circular”.
Emprendimiento de base tecnológica y formación de capital humano
Para alcanzar este objetivo, dice Luis Martínez, lo que hará único al Centro Tecnológico para la Economía Circular de la Macrozona Norte es que abordará el escalamiento tecnológico, el emprendimiento de base tecnológica y formación de capital humano avanzado como base para el desarrollo de estrategias territoriales en economía circular.
“Si bien existen otros centros que trabajan en diferentes escalas temáticas particulares de economía circular, tanto a nivel de formación, difusión o gremiales, ninguno integra las temáticas como este. Además, se vinculará con centros de referencia a nivel mundial como Circle Economy (Holanda) y centros tecnológicos especializados tanto nacionales como internacionales”, afirma.
Para alcanzar sus objetivos, el centro enfocará su trabajo en áreas concretas, como la energía solar, sales de litio, baterías de litio y almacenamiento de energía, minería metálica y no metálica. Esto lo hace atractivo, dice Martínez, no sólo desde la perspectiva del escalamiento tecnológico que pretende el centro, “sino también y principalmente, de la capacidad de entregar soluciones efectivas e innovadoras a la industria participante del proyecto. El interés y objetivo es, justamente, transferir tecnologías y soluciones hacia la industria para transitar desde sus desarrollos productivos lineales a modelos circulares”.
La meta es transformar a este centro tecnológico en un referente para la economía circular para Chile y América Latina en las áreas ya señaladas, pero además integrando a todo el territorio que abarca el proyecto. “Es decir -agrega Luis Martínez-, el escalamiento de un modelo de economía circular pasa necesariamente por cambiar las formas del desarrollo productivo, pero se complementa con políticas y normativas que permitan desarrollar esos nuevos modelos circulares a nivel de regiones, de ciudad y, por qué no, de países”.
El territorio jugará aquí un rol clave, ya que a juicio de Martínez no es posible desarrollar industrias en territorios mermados, por lo que las estrategias de intervención a nivel industrial deberás ser complementadas con un permanente diálogo con los gobiernos regionales, municipios y universidades locales, entre otros actores.
Y su financiamiento futuro también cumplirá un rol fundamental en el desarrollo de las estrategias planteadas por el Centro Tecnológico para la Economía Circular. Si bien tiene un financiamiento asegurado para los próximos diez años, será clave lograr su sostenibilidad futura. En esa línea, y aún cuando aún no inicia operaciones, ya hay grandes empresas interesadas en integrarse una vez que se constituya formalmente.
“El proyecto ha generado muchas expectativas, cada día se tienen contactos con nuevas empresas e instituciones para conocer del centro, para prospectar posibilidades de integración y de colaboración. Lo interesante, es que estas empresas e instituciones interesadas no sólo responden a la macrozona norte, sino que ya ha trascendido las fronteras regionales e incluso nacionales”, afirma Luis Martínez. Y agrega: “se abre un mundo de posibilidades para generar, en el mediano y largo plazo, recursos propios para fortalecer el trabajo encomendado por Corfo, como también para evaluar otras áreas de desarrollo productivo de las regiones”.
Hacia un nuevo modelo técnico-económico post coronavius
El Centro Tecnológico para la Economía Circular financiará proyecto tecnológicos circulares que podrán ser utilizados en empresas ya existentes, y también apoyará el surgimiento de emprendimientos de base tecnológica con modelos de negocios circulares. Y en una proyección a 10 años, la meta es apoyar el surgimiento de al menos 20 emprendimientos de base tecnológica, y 30 tecnologías con aplicación en las industrias mencionadas.
“Uno de los aspectos comunes para ambos, es que puedan vincularse inmediatamente a las cadenas de valor existentes en el territorio, para hacer viable su existencia en el tiempo. Además, como estamos hablando de sectores industriales globales, es una oportunidad para la internacionalización de los emprendimientos de base tecnológica como el licenciamiento internacional de las tecnologías”, dice Andreé Henríquez.
Para apoyar estas iniciativas, la mayor parte de los recursos se entregarán vía concurso público a proyectos o desafíos empresariales, y una parte menor será por asignación directa. Para ello, dentro del primer semestre de 2020 el centro tendrá ya diseñadas las primeras convocatorias para los próximos tres años.
“Nuestro país necesita que cada peso que estamos invirtiendo sea trazable y asegurarnos de que tengan impacto, porque el costo de oportunidad es grande para el Estado y las empresas que nos aportan. Toda inversión en ciencia y tecnología es asumir un riesgo, pero debemos hacerlo con transparencia absoluta”, explica Henríquez.
Las metas y objetivos propuestos por el Centro Tecnológico para la Economía Circular tienen finalmente un objetivo mayor: ayudar a combatir el cambio climático, a través de la transformación de las matrices productivas hacia modelos circulares que permitan que los productos y materiales mantengan su valor durante el mayor tiempo posible, eliminando el concepto de obsolescencia programada, permitiendo que los productos sean fácilmente reparables y que sus materiales sean 100% reciclables.
De hecho, dice Petar Ostojic, varios estudios de organizaciones internacionales indican que el remanufacturar productos permite reducir la huella de carbono en hasta un 90%. Lo mismo ocurre acercando geográficamente la capacidad de manufactura y reparación a la gran minería y otras industrias, reduciendo la huella de carbono en hasta un 80% por logística. Y en el escenario actual, esto cobra una relevancia aún mayor.
“La crisis mundial del coronavirus -afirma- ha demostrado lo frágil que era nuestra cadena de suministro global, y al mismo tiempo el impacto que tenía la logística y transporte, debido a su gran volumen de emisión, en el cambio climático; en este nuevo contexto global tenemos la certeza de que la economía circular es parte importante de la solución no solo como la herramienta más efectiva para combatir el cambio climático, sino que para crear nuevas empresas y emprendimientos locales que generen empleos de calidad en los territorios”.
Hoy, asegura el director ejecutivo del CIEC, están dadas todas las condiciones para desarrollar un proyecto de clase mundial bajo el paraguas de la economía circular, en una macrozona que no solo cuenta con recursos claves para un planeta de 1,5°C, sino que puede transformarse en un polo de desarrollo y ejemplo de este nuevo paradigma tecno-económico de la cuarta revolución industrial, que ha democratizado el acceso a tecnologías de punta, revalorizando el localismo y que tiene como modelo económico la circularidad.
“El desarrollo tecnológico propio de la cuarta revolución industrial, caracterizado por un crecimiento exponencial caracterizado por la Ley de Moore, hace difícil pensar hoy en términos de 5 y 10 años. Vivimos en una época de aceleraciones, donde todo cambia permanentemente; sin embargo, tenemos el convencimiento que el Centro Tecnológico para la Economía Circular no solo nace en el mejor momento posible, sino que como país nos adelantamos a lo que vemos como el agotamiento natural del actual modelo económico lineal, basado en cadenas de suministro centralizadas, producción en masa y uso de combustibles fósiles”, afirma Ostojic.
“Creemos que la crisis social y la crisis del coronavirus -agrega convencido- son la señal clara que el actual modelo tecno-económico tiene que mutar a uno que no solo vele por el impacto económico, sino que también incluya a la sociedad y al medio ambiente. Estamos convencidos que el Centro Tecnológico de Economía Circular tendrá un gran impacto en las industrias y en el ecosistema de la macrozona del norte de Chile, convirtiéndola en un ejemplo real y concreto de los beneficios económicos, sociales y ambientales de la economía circular en un territorio, y desde ahí buscaremos que estos resultados positivos se extiendan a todo el país y posteriormente a toda Latinoamérica… y por qué no al mundo entero”.
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Fuente: País Circular, Jueves 26 de Marzo de 2020
Centro Tecnológico para la Economía Circular alista inicio de operaciones con meta de instalar al norte de Chile como referente global en la materia
PAÍS CIRCULAR – Impulsar el desarrollo tecnológico y la innovación con base en economía circular en energía solar, sales de litio, baterías de litio y almacenamiento de energía, y minería metálica y no metálica. Ese es el norte de este nuevo organismo que operará por al menos 10 años en Iquique, con alcance desde Arica a Atacama, y que entre sus metas tiene el impulsar al menos 20 emprendimientos de base tecnológica, y 30 tecnologías con aplicación en las industrias. Hoy está levantando información sobre la tecnología y emprendimientos existentes en el territorio, y se prepara para constituir un directorio paritario. Para Petar Ostojic, director ejecutivo del CIEC y uno de los líderes del proyecto, el centro nace en el mejor momento posible: “La crisis social y la crisis del coronavirus son la señal clara que el actual modelo tecno-económico tiene que mutar a uno que no solo vele por el impacto económico, sino que también incluya a la sociedad y al medio ambiente”.
En el mundo pre pandemia de coronavirus, Chile -y parte importante del globo- avanzaban decididamente hacia la economía circular como respuesta a los fallos del modelo económico mundial en materia de sostenibilidad. Y en ese escenario, el año pasado Corfo lanzó una convocatoria para crear un Centro Tecnológico para la Economía Circular para la Macrozona Norte del país, acompañado de un fondo que suma hoy US$21,5 millones para financiar sus operaciones durante una década, el que fue adjudicado en octubre a un consorcio conformado por 11 entidades -y otras 21 instituciones asociadas- encabezadas por el Centro de Innovación para la Economía Circular de Iquique (CIEC), proyecto liderado por Petar Ostojic.
Y aunque hoy el futuro de la economía mundial y nacional son inciertos -nadie está inmune al contagio económico de la pandemia-, se mantiene la convicción de que la economía circular será parte fundamental de la respuesta a la crisis una vez que se recupere cierta normalidad y se retome la producción global de bienes y servicios. Por eso, la tríada que encabeza el CIEC -Petar Ostojic, fundador y director ejecutivo; Andreé Henríquez, director de investigación e innovación; y Luis Martínez, director de nuevos negocios- trabaja aceleradamente para poner en funcionamiento el Centro Tecnológico para la Economía Circular en agosto próximo.
¿Cómo será esta nueva institución, que busca transformarse en un referente mundial en la materia? Hoy se está afinando el diseño estratégico final y se preparan las oficinas gerenciales en Iquique, aplicando -cómo no- principios circulares: se está aprovechando todo el equipamiento tecnológico y los espacios para la innovación ya existentes en la macrozona para potenciarlos de cara a los nuevos desafíos, se realizó un primer catastro de los equipos disponibles entre las regiones de Arica y Atacama, y se están firmando los acuerdos necesarios con diversas instituciones para la implementación de proyectos que financie el centro.
“Este trabajo lo estamos haciendo en las cuatro regiones que abarca el centro, los denominados nodos regionales. Estamos catastrando equipamiento que va desde impresoras 3D hasta sistemas de Inteligencia Artificial, y estamos proponiendo que exista una única plataforma tecnológica compartida que incluya elementos específicos para los proyectos a financiar. Toda esa infraestructura tecnológica y de innovación será un activo que quedará para la macrozona, y esperamos que sea un factor de transformación hacia la economía circular”, dice Andreé Henríquez.
Directorio paritario y altos estándares de transparencia
A la par, se está trabajando en el modelo de gobernanza que tendrá el Centro Tecnológico para la Economía Circular, ya que en el participan universidades, empresas y el gobierno regional de Tarapacá. La idea, dice Henríquez, es que la toma de decisiones respecto de los objetivos del centro tenga un fuerte acento en el desarrollo regional de la macrozona norte, y contempla además la participación de un director independiente internacional, que debe ser un experto en economía circular, que entregue una mirada especializada y ayude a su transparencia.
Además, la equidad de género en el directorio aparece como un punto fundamental y las instituciones han estado de acuerdo en avanzar en este punto desde la creación de a la corporación. “Tenemos muchas expectativas de que el directorio avance hacia una paridad en su composición”, afirma Henríquez. Y en materia de transparencia de la información, se plantea que el centro reporte sus acciones y el uso de sus recursos con base a la legislación de Estados Unidos además de la nacional, debido a que parte importante de su presupuesto proviene de compañías que deben informar a los reguladores de dicho país.
“Junto con lo anterior, hemos propuesto que el centro reporte anualmente sus resultados a los diversos grupos de interés, no solo los participantes, para informar a la comunidad los avances, resultados e impactos que se están logrando. A esto se suman todos los reportes que la Corfo solicita, y que nos parecen fundamentales para mantener un accountability de calidad”, explica Andreé Henríquez.
“Polo de economía circular e industria 4.0 de clase mundial”
“La macrozona norte es uno de los territorios más fascinantes y llenos de oportunidades que alguien puede encontrar en el planeta”, afirma Petar Ostojic, uno de los principales referentes nacionales en materia de economía circular. Y detalla sus razones: la minería de cobre y litio más grande del mundo, que proveerá recursos claves para combatir el cambio climático; la mejor radiación solar de la Tierra, que permitirá generar energía a bajo costo y renovable, y también posicionarnos como productores de hidrógeno verde a nivel global; una matriz industrial y productiva basada en proveedores de la minería (Mining Equipment Technology and Services o METS); y la cercanía geográfica a la industria minera de Perú, Bolivia y Argentina, lo que permite el desarrollo de un polo económico fuerte y atractivo para desarrollar negocios y empresas, entre otros factores.
Sin embargo, dice Ostojic, hasta ahora todas estas ventajas no han sido aprovechadas en su real dimensión y eso tiene un reflejo claro en que Arica, Iquique, Antofagasta y Copiapó aparecen permanentemente en los últimos lugares del ranking de competitividad de ciudades, lo que demuestra una baja capacidad de desarrollar y atraer talento.
“Estamos convencidos que el nuevo Centro Tecnológico para la Economía Circular viene a ser un actor importante en revertir esta situación y transformar la macrozona minera del norte de Chile en un polo de desarrollo de economía circular, industria 4.0 y emprendimiento de clase mundial”, afirma.
Para lograrlo, el centro enfocará su trabajo en un grupo concreto de industrias: la minería de recursos estratégicos para un futuro bajo en carbono (cobre y litio), energías renovables y almacenamiento de energía. Y en ello trabajarán con sus socios industriales de BHP, Collahuasi, Teck, Copec y Corpesca en proyectos que permitan transformar sus procesos hacia modelos circulares.
Esto implica que mejoren la durabilidad, reutilización, mejora y reparabilidad de productos y equipos, incrementar la eficiencia energética y en el uso de recursos, y reducir la huella de carbono, de agua y de materiales; aumentar el contenido de material reciclado en los productos y equipos, e instalar capacidades de remanufactura y reciclaje de alta calidad; eliminar productos y materiales de un solo uso y evitar la obsolescencia programada; transitar hacia modelos de negocio basados en product-as-a-service (producto como servicio); y promover e instalar la transformación digital y la trazabilidad digital de productos y materiales.
Adicionalmente, con el Gobierno Regional de Tarapacá y el Consejo Regional se trabajará en el desarrollo de un ecosistema emprendedor local, además de desarrollar la agricultura y pesca sostenible y circular, con el fin de generar nuevos emprendimientos, crear empleos de calidad y combatir los negativos efectos del cambio climático. El objetivo es replicar estas experiencias con los gobiernos regionales de Arica, Antofagasta y Atacama.
“La economía circular se basa en principios básicos como eliminar el concepto de ‘desecho’, mantener el valor de productos y materiales durante el mayor tiempo posible y regenerar los sistemas naturales, por lo que busca utilizar de la manera más eficiente nuestros recursos que son escasos y valiosos”, explica Petar Ostojic.
“En ese sentido -agrega-, creemos que en Chile ya existen suficientes centros tecnológicos y de innovación que hasta la fecha han operado como silos, lo que generaba en muchos casos un uso ineficiente de los recursos del Estado, organizaciones y empresas privadas. Creemos que el problema no se resuelve creando más centros, sino que conectando y optimizando la utilización de las capacidades e infraestructura de los que ya existen e identificando a las empresas y organizaciones que pueden agregar valor bajo el paraguas de la economía circular”.
Emprendimiento de base tecnológica y formación de capital humano
Para alcanzar este objetivo, dice Luis Martínez, lo que hará único al Centro Tecnológico para la Economía Circular de la Macrozona Norte es que abordará el escalamiento tecnológico, el emprendimiento de base tecnológica y formación de capital humano avanzado como base para el desarrollo de estrategias territoriales en economía circular.
“Si bien existen otros centros que trabajan en diferentes escalas temáticas particulares de economía circular, tanto a nivel de formación, difusión o gremiales, ninguno integra las temáticas como este. Además, se vinculará con centros de referencia a nivel mundial como Circle Economy (Holanda) y centros tecnológicos especializados tanto nacionales como internacionales”, afirma.
Para alcanzar sus objetivos, el centro enfocará su trabajo en áreas concretas, como la energía solar, sales de litio, baterías de litio y almacenamiento de energía, minería metálica y no metálica. Esto lo hace atractivo, dice Martínez, no sólo desde la perspectiva del escalamiento tecnológico que pretende el centro, “sino también y principalmente, de la capacidad de entregar soluciones efectivas e innovadoras a la industria participante del proyecto. El interés y objetivo es, justamente, transferir tecnologías y soluciones hacia la industria para transitar desde sus desarrollos productivos lineales a modelos circulares”.
La meta es transformar a este centro tecnológico en un referente para la economía circular para Chile y América Latina en las áreas ya señaladas, pero además integrando a todo el territorio que abarca el proyecto. “Es decir -agrega Luis Martínez-, el escalamiento de un modelo de economía circular pasa necesariamente por cambiar las formas del desarrollo productivo, pero se complementa con políticas y normativas que permitan desarrollar esos nuevos modelos circulares a nivel de regiones, de ciudad y, por qué no, de países”.
El territorio jugará aquí un rol clave, ya que a juicio de Martínez no es posible desarrollar industrias en territorios mermados, por lo que las estrategias de intervención a nivel industrial deberás ser complementadas con un permanente diálogo con los gobiernos regionales, municipios y universidades locales, entre otros actores.
Y su financiamiento futuro también cumplirá un rol fundamental en el desarrollo de las estrategias planteadas por el Centro Tecnológico para la Economía Circular. Si bien tiene un financiamiento asegurado para los próximos diez años, será clave lograr su sostenibilidad futura. En esa línea, y aún cuando aún no inicia operaciones, ya hay grandes empresas interesadas en integrarse una vez que se constituya formalmente.
“El proyecto ha generado muchas expectativas, cada día se tienen contactos con nuevas empresas e instituciones para conocer del centro, para prospectar posibilidades de integración y de colaboración. Lo interesante, es que estas empresas e instituciones interesadas no sólo responden a la macrozona norte, sino que ya ha trascendido las fronteras regionales e incluso nacionales”, afirma Luis Martínez. Y agrega: “se abre un mundo de posibilidades para generar, en el mediano y largo plazo, recursos propios para fortalecer el trabajo encomendado por Corfo, como también para evaluar otras áreas de desarrollo productivo de las regiones”.
Hacia un nuevo modelo técnico-económico post coronavius
El Centro Tecnológico para la Economía Circular financiará proyecto tecnológicos circulares que podrán ser utilizados en empresas ya existentes, y también apoyará el surgimiento de emprendimientos de base tecnológica con modelos de negocios circulares. Y en una proyección a 10 años, la meta es apoyar el surgimiento de al menos 20 emprendimientos de base tecnológica, y 30 tecnologías con aplicación en las industrias mencionadas.
“Uno de los aspectos comunes para ambos, es que puedan vincularse inmediatamente a las cadenas de valor existentes en el territorio, para hacer viable su existencia en el tiempo. Además, como estamos hablando de sectores industriales globales, es una oportunidad para la internacionalización de los emprendimientos de base tecnológica como el licenciamiento internacional de las tecnologías”, dice Andreé Henríquez.
Para apoyar estas iniciativas, la mayor parte de los recursos se entregarán vía concurso público a proyectos o desafíos empresariales, y una parte menor será por asignación directa. Para ello, dentro del primer semestre de 2020 el centro tendrá ya diseñadas las primeras convocatorias para los próximos tres años.
“Nuestro país necesita que cada peso que estamos invirtiendo sea trazable y asegurarnos de que tengan impacto, porque el costo de oportunidad es grande para el Estado y las empresas que nos aportan. Toda inversión en ciencia y tecnología es asumir un riesgo, pero debemos hacerlo con transparencia absoluta”, explica Henríquez.
Las metas y objetivos propuestos por el Centro Tecnológico para la Economía Circular tienen finalmente un objetivo mayor: ayudar a combatir el cambio climático, a través de la transformación de las matrices productivas hacia modelos circulares que permitan que los productos y materiales mantengan su valor durante el mayor tiempo posible, eliminando el concepto de obsolescencia programada, permitiendo que los productos sean fácilmente reparables y que sus materiales sean 100% reciclables.
De hecho, dice Petar Ostojic, varios estudios de organizaciones internacionales indican que el remanufacturar productos permite reducir la huella de carbono en hasta un 90%. Lo mismo ocurre acercando geográficamente la capacidad de manufactura y reparación a la gran minería y otras industrias, reduciendo la huella de carbono en hasta un 80% por logística. Y en el escenario actual, esto cobra una relevancia aún mayor.
“La crisis mundial del coronavirus -afirma- ha demostrado lo frágil que era nuestra cadena de suministro global, y al mismo tiempo el impacto que tenía la logística y transporte, debido a su gran volumen de emisión, en el cambio climático; en este nuevo contexto global tenemos la certeza de que la economía circular es parte importante de la solución no solo como la herramienta más efectiva para combatir el cambio climático, sino que para crear nuevas empresas y emprendimientos locales que generen empleos de calidad en los territorios”.
Hoy, asegura el director ejecutivo del CIEC, están dadas todas las condiciones para desarrollar un proyecto de clase mundial bajo el paraguas de la economía circular, en una macrozona que no solo cuenta con recursos claves para un planeta de 1,5°C, sino que puede transformarse en un polo de desarrollo y ejemplo de este nuevo paradigma tecno-económico de la cuarta revolución industrial, que ha democratizado el acceso a tecnologías de punta, revalorizando el localismo y que tiene como modelo económico la circularidad.
“El desarrollo tecnológico propio de la cuarta revolución industrial, caracterizado por un crecimiento exponencial caracterizado por la Ley de Moore, hace difícil pensar hoy en términos de 5 y 10 años. Vivimos en una época de aceleraciones, donde todo cambia permanentemente; sin embargo, tenemos el convencimiento que el Centro Tecnológico para la Economía Circular no solo nace en el mejor momento posible, sino que como país nos adelantamos a lo que vemos como el agotamiento natural del actual modelo económico lineal, basado en cadenas de suministro centralizadas, producción en masa y uso de combustibles fósiles”, afirma Ostojic.
“Creemos que la crisis social y la crisis del coronavirus -agrega convencido- son la señal clara que el actual modelo tecno-económico tiene que mutar a uno que no solo vele por el impacto económico, sino que también incluya a la sociedad y al medio ambiente. Estamos convencidos que el Centro Tecnológico de Economía Circular tendrá un gran impacto en las industrias y en el ecosistema de la macrozona del norte de Chile, convirtiéndola en un ejemplo real y concreto de los beneficios económicos, sociales y ambientales de la economía circular en un territorio, y desde ahí buscaremos que estos resultados positivos se extiendan a todo el país y posteriormente a toda Latinoamérica… y por qué no al mundo entero”.
Ver artículo
Fuente: País Circular, Jueves 26 de Marzo de 2020