Sábado, Noviembre 23, 2024

Transporte y espacio público, por José Luis Domínguez

EL MERCURIO – Si hubiese que identificar tres temas prioritarios que condicionarán nuestro bienestar futuro, ellos podrían ser el acceso y distribución del agua, el conocimiento y el espacio urbano. Junto con resolver las brechas de ingreso y servicios sociales, debemos anticiparnos para no generar nuevas diferencias que nos impidan alcanzar una vida armónica en comunidad.
Respecto del espacio urbano, la lógica es muy clara. Seremos más habitantes en el mundo y la mayor parte nos concentraremos a vivir en ciudades. El suelo urbano será un recurso escaso y en consecuencia su costo se elevará. Las viviendas deberán resolver las necesidades funcionales en espacios reducidos y, entonces, el espacio público será el gran patio que todos compartiremos, como ya ocurre en ciudades grandes y densas en el mundo. De esto se deriva la prioridad que hemos dado al desarrollo de modos masivos de transporte público en todo el país, que permiten usar mejor la vialidad escasa concentrando viajes en menos vehículos y ampliando la disponibilidad de espacio para peatones y modos no motorizados.
Con el fin de elevar el atractivo de los sistemas masivos, hemos definido un nuevo estándar para el transporte público, renovando flotas, incorporando tecnología de conectividad digital y climatización en los buses, acceso universal y aspectos estéticos nuevos, cuidando especialmente la mantención de los vehículos e incorporando electromovilidad. Un viaje más agradable es también parte de una experiencia urbana valiosa. Aspiramos a que esta sea la referencia para desarrollar los servicios en adelante.
Buscamos soluciones de transporte urbano multimodales e integradas. Por eso, junto con mejorar los sistemas de buses, estamos fortaleciendo servicios ferroviarios de corta y mediana distancia. Contaremos en pocos meses más con trenes nuevos en Concepción y Temuco, y en pocos años con servicios entre Alameda y Melipilla, extensiones en Talca y Constitución, también con estándar superior. A su vez, estamos impulsando el crecimiento de Metro, a través de la construcción de las nuevas líneas 7, 8, 9 y las extensiones de las líneas 2, 3 y 4, que robustecerán la conectividad en la capital.
Las ciudades son dinámicas y los sistemas deben adaptarse rápido a los cambios, lo que requiere también modernizar los modelos de gestión de los servicios. En pocos días se cumplirán 13 años desde el inicio de operaciones de Transantiago. A estas alturas no tiene sentido seguir profundizando en sus problemas. Es mejor tomar los aprendizajes y reformular la propuesta original para generar un nuevo diseño. En lugar de contratos rígidos por 10 años, con flotas de gran tamaño, exclusividad de áreas geográficas y activos en manos de los operadores, cambiamos a contratos cortos, unidades pequeñas, activos estratégicos gestionados por el Estado y desagregación de los componentes del negocio para incorporar más competencia. En los servicios tecnológicos habrá herramientas modernas de gestión de operaciones. Los sistemas de pago serán diversos en poco tiempo más y la integración gradual de otros modos se aproxima.
Simultáneamente, un conjunto de contratos de servicio sujetos a índices de calidad, próximos a desplegarse en regiones apunta a reducir la brecha que se ha profundizado respecto al área licitada de Santiago.
Aún quedan desafíos complejos, como el control de la evasión, la definición de estructuras tarifarias hacia el futuro, el destino de los recursos de subsidios en regiones y, desde luego, los nuevos procesos de licitación en diferentes ciudades. También debemos implementar la rebaja de tarifa a los adultos mayores, que confirma el acceso al transporte público como una medida de alto impacto social. Todas tareas urgentes para contar con los sistemas de transporte que, con la colaboración de todos, nos ayudarán a mejorar la experiencia de vida urbana e incorporar más equidad en las ciudades.
Fuente: El Mercurio,  Sábado 08 de Febrero de 2020

EL MERCURIO – Si hubiese que identificar tres temas prioritarios que condicionarán nuestro bienestar futuro, ellos podrían ser el acceso y distribución del agua, el conocimiento y el espacio urbano. Junto con resolver las brechas de ingreso y servicios sociales, debemos anticiparnos para no generar nuevas diferencias que nos impidan alcanzar una vida armónica en comunidad.
Respecto del espacio urbano, la lógica es muy clara. Seremos más habitantes en el mundo y la mayor parte nos concentraremos a vivir en ciudades. El suelo urbano será un recurso escaso y en consecuencia su costo se elevará. Las viviendas deberán resolver las necesidades funcionales en espacios reducidos y, entonces, el espacio público será el gran patio que todos compartiremos, como ya ocurre en ciudades grandes y densas en el mundo. De esto se deriva la prioridad que hemos dado al desarrollo de modos masivos de transporte público en todo el país, que permiten usar mejor la vialidad escasa concentrando viajes en menos vehículos y ampliando la disponibilidad de espacio para peatones y modos no motorizados.
Con el fin de elevar el atractivo de los sistemas masivos, hemos definido un nuevo estándar para el transporte público, renovando flotas, incorporando tecnología de conectividad digital y climatización en los buses, acceso universal y aspectos estéticos nuevos, cuidando especialmente la mantención de los vehículos e incorporando electromovilidad. Un viaje más agradable es también parte de una experiencia urbana valiosa. Aspiramos a que esta sea la referencia para desarrollar los servicios en adelante.
Buscamos soluciones de transporte urbano multimodales e integradas. Por eso, junto con mejorar los sistemas de buses, estamos fortaleciendo servicios ferroviarios de corta y mediana distancia. Contaremos en pocos meses más con trenes nuevos en Concepción y Temuco, y en pocos años con servicios entre Alameda y Melipilla, extensiones en Talca y Constitución, también con estándar superior. A su vez, estamos impulsando el crecimiento de Metro, a través de la construcción de las nuevas líneas 7, 8, 9 y las extensiones de las líneas 2, 3 y 4, que robustecerán la conectividad en la capital.
Las ciudades son dinámicas y los sistemas deben adaptarse rápido a los cambios, lo que requiere también modernizar los modelos de gestión de los servicios. En pocos días se cumplirán 13 años desde el inicio de operaciones de Transantiago. A estas alturas no tiene sentido seguir profundizando en sus problemas. Es mejor tomar los aprendizajes y reformular la propuesta original para generar un nuevo diseño. En lugar de contratos rígidos por 10 años, con flotas de gran tamaño, exclusividad de áreas geográficas y activos en manos de los operadores, cambiamos a contratos cortos, unidades pequeñas, activos estratégicos gestionados por el Estado y desagregación de los componentes del negocio para incorporar más competencia. En los servicios tecnológicos habrá herramientas modernas de gestión de operaciones. Los sistemas de pago serán diversos en poco tiempo más y la integración gradual de otros modos se aproxima.
Simultáneamente, un conjunto de contratos de servicio sujetos a índices de calidad, próximos a desplegarse en regiones apunta a reducir la brecha que se ha profundizado respecto al área licitada de Santiago.
Aún quedan desafíos complejos, como el control de la evasión, la definición de estructuras tarifarias hacia el futuro, el destino de los recursos de subsidios en regiones y, desde luego, los nuevos procesos de licitación en diferentes ciudades. También debemos implementar la rebaja de tarifa a los adultos mayores, que confirma el acceso al transporte público como una medida de alto impacto social. Todas tareas urgentes para contar con los sistemas de transporte que, con la colaboración de todos, nos ayudarán a mejorar la experiencia de vida urbana e incorporar más equidad en las ciudades.
Fuente: El Mercurio,  Sábado 08 de Febrero de 2020

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