EL MERCURIO – Más del 20% de la generación eléctrica nacional fue producido en agosto por energías renovables no convencionales (ERNC). Esta cifra muestra la velocidad a la que se ha ido masificando este tipo de energías en nuestra matriz. En efecto, la cifra de 1.346 GWh representa un aumento de más de 20% respecto de agosto del año pasado. Los números siguen creciendo rápido, pues entre las unidades ya construidas, pero en proceso de pruebas, y aquellas en construcción, a 2021 debería haber casi un 40% de generación ERNC adicional.
Se trata de tasas de crecimiento elevadísimas; tal vez lo más notable es que esta es una industria que se ha desarrollado casi sin subsidios, puesto que la única ley que apuntaba en ese sentido casi no ha operado. Esa norma imponía un castigo a las generadoras si la proporción de energía renovable no convencional no superaba porcentajes establecidos. Sin embargo, estos porcentajes han sido sobrepasados siempre en más de un 100%, por lo que nunca se ha activado el castigo. Ello, en un escenario en que hace solo cinco años las ERNC eran una novedad. De hecho, en 2015 se estimaba que sería relativamente ambicioso aspirar a que un 20% de la matriz fuera renovable a 2025, lo que probablemente se consiga este año. Con todo, el país se encuentra lejos de llevar la delantera en esta materia: en Uruguay, las ERNC explican más del 30% del consumo eléctrico, y en Dinamarca, el 50%.
Por cierto, las nuevas energías suponen algunas complicaciones que no deben soslayarse. Desde luego, impactan el paisaje, tanto por las instalaciones mismas —torres de gran altura o llanos cubiertos de paneles— como por la cantidad de líneas de transmisión que requieren. Además, la tarea del despachador del sistema (el actual coordinador) es más compleja cuando gran parte de la generación es variable y se reduce a cero durante la noche.
El primer problema —el efecto sobre el paisaje— es difícil de corregir, aunque hay experimentos en algunos países de combinar plantas fotovoltaicas (instaladas a mayor altura sobre el suelo) con agricultura, ya que su sombra puede preservar mejor la humedad en parajes secos. En cuanto a la variabilidad, las centrales hidroeléctricas de embalse (e incluso las centrales de pasada con estanques de regulación) están destinadas a cumplir en forma natural el rol de baterías del sistema: pueden acumular agua durante el día, cuando los precios
Todo esto requiere mayor capacidad de transmisión, pues las ERNC se ubican alejadas de los centros de consumo. Es probablemente esta la mayor vulnerabilidad de las ERNC en nuestro país. Con un mal entendido propósito de proteger el medio ambiente en pequeños retazos de terreno, muchos ambientalistas obstruyen la construcción de líneas que trasladan energía limpia que contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La recién concluida línea Cardones-Polpaico, que trae energía solar desde el norte, ya está copada a algunas horas. Agregándole equipos e inteligencia artificial es posible aumentar su capacidad para satisfacer la demanda hasta mediados de la década. Pero ya el país está algo retrasado en el proceso de construcción de una nueva línea con tecnología de corriente continua para poder transportar las enormes cantidades de energía limpia que se requieren.
Es fácil ser optimista respecto del futuro de las ERNC en Chile. El recurso solar existe en forma abundante en el norte y centro del país. En diversos otros sitios hay un buen potencial eólico; de hecho, este es enorme en Magallanes, donde el problema es más bien qué hacer con él. También mineras y otras empresas están buscando adaptarse a las nuevas exigencias ciudadanas comprando energía verde. Incluso, Google acaba de anunciar que contratará 125 MW de potencia nueva solar para su centro en Chile. Todo este desarrollo muestra cómo buenas políticas sectoriales permiten obtener resultados que son una contribución al combate contra el cambio climático sin imponer un costo enorme al resto de la economía.
Fuente: El Mercurio, Jueves 03 de Octubre de 2019
Desarrollo de energías no convencionales
EL MERCURIO – Más del 20% de la generación eléctrica nacional fue producido en agosto por energías renovables no convencionales (ERNC). Esta cifra muestra la velocidad a la que se ha ido masificando este tipo de energías en nuestra matriz. En efecto, la cifra de 1.346 GWh representa un aumento de más de 20% respecto de agosto del año pasado. Los números siguen creciendo rápido, pues entre las unidades ya construidas, pero en proceso de pruebas, y aquellas en construcción, a 2021 debería haber casi un 40% de generación ERNC adicional.
Se trata de tasas de crecimiento elevadísimas; tal vez lo más notable es que esta es una industria que se ha desarrollado casi sin subsidios, puesto que la única ley que apuntaba en ese sentido casi no ha operado. Esa norma imponía un castigo a las generadoras si la proporción de energía renovable no convencional no superaba porcentajes establecidos. Sin embargo, estos porcentajes han sido sobrepasados siempre en más de un 100%, por lo que nunca se ha activado el castigo. Ello, en un escenario en que hace solo cinco años las ERNC eran una novedad. De hecho, en 2015 se estimaba que sería relativamente ambicioso aspirar a que un 20% de la matriz fuera renovable a 2025, lo que probablemente se consiga este año. Con todo, el país se encuentra lejos de llevar la delantera en esta materia: en Uruguay, las ERNC explican más del 30% del consumo eléctrico, y en Dinamarca, el 50%.
Por cierto, las nuevas energías suponen algunas complicaciones que no deben soslayarse. Desde luego, impactan el paisaje, tanto por las instalaciones mismas —torres de gran altura o llanos cubiertos de paneles— como por la cantidad de líneas de transmisión que requieren. Además, la tarea del despachador del sistema (el actual coordinador) es más compleja cuando gran parte de la generación es variable y se reduce a cero durante la noche.
El primer problema —el efecto sobre el paisaje— es difícil de corregir, aunque hay experimentos en algunos países de combinar plantas fotovoltaicas (instaladas a mayor altura sobre el suelo) con agricultura, ya que su sombra puede preservar mejor la humedad en parajes secos. En cuanto a la variabilidad, las centrales hidroeléctricas de embalse (e incluso las centrales de pasada con estanques de regulación) están destinadas a cumplir en forma natural el rol de baterías del sistema: pueden acumular agua durante el día, cuando los precios
Todo esto requiere mayor capacidad de transmisión, pues las ERNC se ubican alejadas de los centros de consumo. Es probablemente esta la mayor vulnerabilidad de las ERNC en nuestro país. Con un mal entendido propósito de proteger el medio ambiente en pequeños retazos de terreno, muchos ambientalistas obstruyen la construcción de líneas que trasladan energía limpia que contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La recién concluida línea Cardones-Polpaico, que trae energía solar desde el norte, ya está copada a algunas horas. Agregándole equipos e inteligencia artificial es posible aumentar su capacidad para satisfacer la demanda hasta mediados de la década. Pero ya el país está algo retrasado en el proceso de construcción de una nueva línea con tecnología de corriente continua para poder transportar las enormes cantidades de energía limpia que se requieren.
Es fácil ser optimista respecto del futuro de las ERNC en Chile. El recurso solar existe en forma abundante en el norte y centro del país. En diversos otros sitios hay un buen potencial eólico; de hecho, este es enorme en Magallanes, donde el problema es más bien qué hacer con él. También mineras y otras empresas están buscando adaptarse a las nuevas exigencias ciudadanas comprando energía verde. Incluso, Google acaba de anunciar que contratará 125 MW de potencia nueva solar para su centro en Chile. Todo este desarrollo muestra cómo buenas políticas sectoriales permiten obtener resultados que son una contribución al combate contra el cambio climático sin imponer un costo enorme al resto de la economía.
Fuente: El Mercurio, Jueves 03 de Octubre de 2019