EL MERCURIO – El cambio climático ha golpeado las operaciones portuarias en el país debido al aumento en los cierres de los terminales por las marejadas. Según datos de la Armada, obtenidos vía Transparencia, entre 2013 y el 14 de agosto pasado se registran 6.723 cierres totales o parciales de puertos. Del total, 4.873 ocurrieron en embarques de la zona norte, entre Arica y Los Vilos.
El fenómeno ha ido en aumento durante los últimos años. Según Patricio Winckler, del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), las marejadas más frecuentes causarán cambios operacionales en los puertos y un incremento en el daño de las obras marítimas y portuarias en las próximas décadas, entre otros impactos asociados a la cadena logística del transporte de productos. “En lo relativo al mar, hemos visto que existe un aumento en la frecuencia e intensidad de las marejadas desde mediados del siglo XX, además de un incremento del nivel del mar, del orden de 10 a 20 centímetros en dicho período”, comenta.
Estos episodios, que pueden implicar hasta cuatro días de inactividad portuaria, surgen como una dificultad creciente para el comercio exterior. Por ejemplo, fuentes cercanas a Codelco explican que la minera estatal “embarca en Ventanas y en puertos del norte donde, producto de estos fenómenos, puede transcurrir una semana completa con barcos que no logran ubicarse en el muelle”, con el consiguiente perjuicio económico por no poder comercializar el cobre.
Estas contingencias restan competitividad a los puertos, agrega Hermann Gratzl, gerente comercial de TPA (Terminal de Puerto de Arica), “porque el tiempo perdido, o el tiempo que se dejan de utilizar los sitios por estar cerrados, aumenta”.
Según Gratzl, el cierre de los muelles termina por “trastornar” el itinerario de clientes regulares, como lo son las navieras. “Cuando un buque tiene retrasos por cierres portuarios, se generan costos adicionales, porque para recuperar el itinerario la naviera debe andar a toda máquina, y eso es más consumo de combustible. Es una cadena de problemas: en el caso del puerto, al permanecer cerrado muchos días, una vez reabierto, debe concentrar la demanda de servicios en menos jornadas”, detalla.
“Hace dos años, como consecuencia de estos fenómenos, hubo meses en que se quedaron en tierra 40 mil toneladas de cobre. Ese volumen pasaba al mes siguiente, y si se repetían las marejadas, había que seguir esperando para lograr embarcar. Eso significa, en concreto, que la empresa se queda con saldos producidos, con gastos hechos y sin poder comercializarlos”, describieron las fuentes cercanas a Codelco, que agregan que ya se han adoptado medidas para mitigar los problemas ante las “constantes marejadas”. Entre estas se cuenta una mejora en la logística para agilizar los embarques y evitar eventuales multas por retraso en fechas de entrega.
Daniel Fernández, presidente de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile, alertaba sobre el efecto del calentamiento global en el sector —el mes pasado— en la sección Cartas al Director de “El Mercurio”. “En el caso del borde costero, y en particular de los puertos, este efecto es visible en el aumento de los días de cierre parcial o total de las operaciones; especialmente en el norte del país, donde los días de restricciones por marejadas se han incrementado en torno al 50% entre 2013 y 2018”, afirmó.
Para el economista y académico de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile Alejandro Alarcón, la desaceleración del comercio global ha mitigado este impacto por la menor actividad en los puertos del país. “Debemos estar preparados para cuando el ciclo venga de vuelta y contar con mejor infraestructura portuaria”, opina.
Cómo lo afrontan
La empresa TPA, entre otras innovaciones, adquirió tecnología para implementar un sistema hidráulico de amarre de los buques. Este permite operar en condiciones más adversas, como pasar de operaciones con olas de altura máxima de 1,5 metros a 2 metros fuera de puerto.
Más al sur, Antofagasta Terminal Internacional (ATI) también ha afrontado las marejadas con nuevas tecnologías, como un predictor del tipo de oleaje y un estudio de maniobrabilidad que permitirá operar con olas de hasta 1,75 m. “Para concretar este proyecto, hemos estado realizando muchas pruebas”, explicó el gerente general de la empresa, Enrique Arteaga.
“Para disminuir los días de cierre del puerto, estamos en un proceso de desarrollo de un protocolo de operaciones en conjunto al concesionario ATI y la gobernación marítima de Antofagasta”, señaló Carlos Escobar, gerente general de EPA (Empresa Portuaria de Antofagasta).
Fuente: El Mercurio, Domingo 08 de Septiembre de 2019
Puertos del país han cerrado más de 6 mil veces por marejadas en los últimos siete años
EL MERCURIO – El cambio climático ha golpeado las operaciones portuarias en el país debido al aumento en los cierres de los terminales por las marejadas. Según datos de la Armada, obtenidos vía Transparencia, entre 2013 y el 14 de agosto pasado se registran 6.723 cierres totales o parciales de puertos. Del total, 4.873 ocurrieron en embarques de la zona norte, entre Arica y Los Vilos.
El fenómeno ha ido en aumento durante los últimos años. Según Patricio Winckler, del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), las marejadas más frecuentes causarán cambios operacionales en los puertos y un incremento en el daño de las obras marítimas y portuarias en las próximas décadas, entre otros impactos asociados a la cadena logística del transporte de productos. “En lo relativo al mar, hemos visto que existe un aumento en la frecuencia e intensidad de las marejadas desde mediados del siglo XX, además de un incremento del nivel del mar, del orden de 10 a 20 centímetros en dicho período”, comenta.
Estos episodios, que pueden implicar hasta cuatro días de inactividad portuaria, surgen como una dificultad creciente para el comercio exterior. Por ejemplo, fuentes cercanas a Codelco explican que la minera estatal “embarca en Ventanas y en puertos del norte donde, producto de estos fenómenos, puede transcurrir una semana completa con barcos que no logran ubicarse en el muelle”, con el consiguiente perjuicio económico por no poder comercializar el cobre.
Estas contingencias restan competitividad a los puertos, agrega Hermann Gratzl, gerente comercial de TPA (Terminal de Puerto de Arica), “porque el tiempo perdido, o el tiempo que se dejan de utilizar los sitios por estar cerrados, aumenta”.
Según Gratzl, el cierre de los muelles termina por “trastornar” el itinerario de clientes regulares, como lo son las navieras. “Cuando un buque tiene retrasos por cierres portuarios, se generan costos adicionales, porque para recuperar el itinerario la naviera debe andar a toda máquina, y eso es más consumo de combustible. Es una cadena de problemas: en el caso del puerto, al permanecer cerrado muchos días, una vez reabierto, debe concentrar la demanda de servicios en menos jornadas”, detalla.
“Hace dos años, como consecuencia de estos fenómenos, hubo meses en que se quedaron en tierra 40 mil toneladas de cobre. Ese volumen pasaba al mes siguiente, y si se repetían las marejadas, había que seguir esperando para lograr embarcar. Eso significa, en concreto, que la empresa se queda con saldos producidos, con gastos hechos y sin poder comercializarlos”, describieron las fuentes cercanas a Codelco, que agregan que ya se han adoptado medidas para mitigar los problemas ante las “constantes marejadas”. Entre estas se cuenta una mejora en la logística para agilizar los embarques y evitar eventuales multas por retraso en fechas de entrega.
Daniel Fernández, presidente de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile, alertaba sobre el efecto del calentamiento global en el sector —el mes pasado— en la sección Cartas al Director de “El Mercurio”. “En el caso del borde costero, y en particular de los puertos, este efecto es visible en el aumento de los días de cierre parcial o total de las operaciones; especialmente en el norte del país, donde los días de restricciones por marejadas se han incrementado en torno al 50% entre 2013 y 2018”, afirmó.
Para el economista y académico de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile Alejandro Alarcón, la desaceleración del comercio global ha mitigado este impacto por la menor actividad en los puertos del país. “Debemos estar preparados para cuando el ciclo venga de vuelta y contar con mejor infraestructura portuaria”, opina.
Cómo lo afrontan
La empresa TPA, entre otras innovaciones, adquirió tecnología para implementar un sistema hidráulico de amarre de los buques. Este permite operar en condiciones más adversas, como pasar de operaciones con olas de altura máxima de 1,5 metros a 2 metros fuera de puerto.
Más al sur, Antofagasta Terminal Internacional (ATI) también ha afrontado las marejadas con nuevas tecnologías, como un predictor del tipo de oleaje y un estudio de maniobrabilidad que permitirá operar con olas de hasta 1,75 m. “Para concretar este proyecto, hemos estado realizando muchas pruebas”, explicó el gerente general de la empresa, Enrique Arteaga.
“Para disminuir los días de cierre del puerto, estamos en un proceso de desarrollo de un protocolo de operaciones en conjunto al concesionario ATI y la gobernación marítima de Antofagasta”, señaló Carlos Escobar, gerente general de EPA (Empresa Portuaria de Antofagasta).
Fuente: El Mercurio, Domingo 08 de Septiembre de 2019