Lunes, Diciembre 30, 2024

Carretera hídrica, un proyecto a evaluar

EL MERCURIO – Acaba de ser presentada al Ministerio de Obras Públicas (MOP), como proyecto de iniciativa privada, la propuesta de carretera hídrica que impulsa la corporación Reguemos Chile. De ser aprobada por el Consejo de Concesiones del MOP, habría recursos para desarrollar su diseño a un nivel que permitiría eventualmente su licitación. Los recursos que se liberarían para estudios serían importantes, y podrían alcanzar los US$ 60 millones. Con todo, esa suma solo representa un 1% del costo estimado del proyecto.
Esta gigantesca iniciativa llevaría agua desde la cuenca del Biobío hacia el norte. En esta primera etapa, las aguas llegarían hasta la Región Metropolitana, pero el proyecto contempla eventuales fases adicionales que lo podrían extender hasta Copiapó. La idea es extraer el recurso en los altos de los ríos de la zona del Biobío y llevarlo por canales gravitacionales hasta embalses en la Región del Maule. Dado que el agua se sacaría durante el invierno, cuando no se usa para riego, y que las cantidades son relativamente pequeñas en relación con los caudales usuales de la época, el impacto medioambiental debiera ser limitado en años de pluviosidad normal. En el Maule, a su vez, gran parte del agua sería entregada a los embalses de la zona e intercambiada por derechos de agua existentes y que son utilizados para regadío; además, la carretera permitiría regar allí decenas de miles de hectáreas actualmente de secano. Luego de captar los derechos del Maule, en la alta cordillera, el proyecto llevaría esas aguas por nuevos canales gravitacionales, hasta la Región Metropolitana. Antes, en O’Higgins, se construiría el embalse Cachapoal, alimentado por las aguas traídas desde la Séptima Región y que permitiría regar decenas de miles de hectáreas. Finalmente, el proyecto terminaría en el río Maipo.
La iniciativa parece atractiva, pues no solo resolvería los problemas de disponibilidad de agua futuros en las ciudades de la zona central, incluyendo Santiago, sino que posibilitaría regar cientos de miles de hectáreas. Pese a ello, enfrenta obstáculos considerables para llevarse a cabo. Desde luego, en la zona desde donde se tomarían inicialmente las aguas, existen comunidades mapuches que se oponen, al igual que asociaciones de agricultores del Biobío. Pero, además, los recursos requeridos para un proyecto como este son enormes: una primera estimación los sitúa en US$ 6 mil millones, lo que en sí mismo supone una complejidad, más aún si es conocido que este tipo de iniciativas tienden a elevar su costo conforme avanza su materialización. El financiamiento considera un cobro a los agricultores que se beneficiarían de la carretera, lo cual añade otra dificultad. Por otra parte, sería necesario realizar diversas expropiaciones para construir los canales y embalses, cuestión que en el pasado ha mostrado ser una de las mayores trabas para grandes obras de infraestructura.
Pero aun si se lograra sortear exitosamente todas esas dificultades, el proyecto demandaría un subsidio del Estado de US$ 2 mil millones. Para ello, ha de tener una evaluación social positiva. Al parecer, ella no era posible siguiendo la idea original, que contemplaba dividir la carretera en tramos más cortos, pues el beneficio de llegar desde el Biobío al Maule era relativamente pequeño, y solo más al norte se incrementaba.
Existen otros proyectos que enfrentan menos problemas ambientales y con menores costos de inversión, como las plantas desaladoras y también la idea de captar aguas en las desembocaduras de los ríos del sur y bombearlas hacia el norte. El problema de estas iniciativas es que, en su operación, el costo por metro cúbico parece ser muy superior al de la carretera hídrica, pues tienen alto consumo de energía. Ello podría hacerlos inviables para el uso agrícola, aunque sí podrían ser adecuados para fines industriales, mineros y sanitarios.
Chile se apronta a completar una década de megasequía y este año en particular parece ser el más seco en medio siglo. Así, según distintas proyecciones, el futuro para gran parte de la zona central sería de creciente desertificación. Es probable que algunos de estos proyectos efectivamente se construyan; en ese contexto, la carrera hídrica aparece como una alternativa que debe evaluarse con seriedad.
Fuente: El Mercurio, Miércoles 04 de Septiembre de 2019

EL MERCURIO – Acaba de ser presentada al Ministerio de Obras Públicas (MOP), como proyecto de iniciativa privada, la propuesta de carretera hídrica que impulsa la corporación Reguemos Chile. De ser aprobada por el Consejo de Concesiones del MOP, habría recursos para desarrollar su diseño a un nivel que permitiría eventualmente su licitación. Los recursos que se liberarían para estudios serían importantes, y podrían alcanzar los US$ 60 millones. Con todo, esa suma solo representa un 1% del costo estimado del proyecto.
Esta gigantesca iniciativa llevaría agua desde la cuenca del Biobío hacia el norte. En esta primera etapa, las aguas llegarían hasta la Región Metropolitana, pero el proyecto contempla eventuales fases adicionales que lo podrían extender hasta Copiapó. La idea es extraer el recurso en los altos de los ríos de la zona del Biobío y llevarlo por canales gravitacionales hasta embalses en la Región del Maule. Dado que el agua se sacaría durante el invierno, cuando no se usa para riego, y que las cantidades son relativamente pequeñas en relación con los caudales usuales de la época, el impacto medioambiental debiera ser limitado en años de pluviosidad normal. En el Maule, a su vez, gran parte del agua sería entregada a los embalses de la zona e intercambiada por derechos de agua existentes y que son utilizados para regadío; además, la carretera permitiría regar allí decenas de miles de hectáreas actualmente de secano. Luego de captar los derechos del Maule, en la alta cordillera, el proyecto llevaría esas aguas por nuevos canales gravitacionales, hasta la Región Metropolitana. Antes, en O’Higgins, se construiría el embalse Cachapoal, alimentado por las aguas traídas desde la Séptima Región y que permitiría regar decenas de miles de hectáreas. Finalmente, el proyecto terminaría en el río Maipo.
La iniciativa parece atractiva, pues no solo resolvería los problemas de disponibilidad de agua futuros en las ciudades de la zona central, incluyendo Santiago, sino que posibilitaría regar cientos de miles de hectáreas. Pese a ello, enfrenta obstáculos considerables para llevarse a cabo. Desde luego, en la zona desde donde se tomarían inicialmente las aguas, existen comunidades mapuches que se oponen, al igual que asociaciones de agricultores del Biobío. Pero, además, los recursos requeridos para un proyecto como este son enormes: una primera estimación los sitúa en US$ 6 mil millones, lo que en sí mismo supone una complejidad, más aún si es conocido que este tipo de iniciativas tienden a elevar su costo conforme avanza su materialización. El financiamiento considera un cobro a los agricultores que se beneficiarían de la carretera, lo cual añade otra dificultad. Por otra parte, sería necesario realizar diversas expropiaciones para construir los canales y embalses, cuestión que en el pasado ha mostrado ser una de las mayores trabas para grandes obras de infraestructura.
Pero aun si se lograra sortear exitosamente todas esas dificultades, el proyecto demandaría un subsidio del Estado de US$ 2 mil millones. Para ello, ha de tener una evaluación social positiva. Al parecer, ella no era posible siguiendo la idea original, que contemplaba dividir la carretera en tramos más cortos, pues el beneficio de llegar desde el Biobío al Maule era relativamente pequeño, y solo más al norte se incrementaba.
Existen otros proyectos que enfrentan menos problemas ambientales y con menores costos de inversión, como las plantas desaladoras y también la idea de captar aguas en las desembocaduras de los ríos del sur y bombearlas hacia el norte. El problema de estas iniciativas es que, en su operación, el costo por metro cúbico parece ser muy superior al de la carretera hídrica, pues tienen alto consumo de energía. Ello podría hacerlos inviables para el uso agrícola, aunque sí podrían ser adecuados para fines industriales, mineros y sanitarios.
Chile se apronta a completar una década de megasequía y este año en particular parece ser el más seco en medio siglo. Así, según distintas proyecciones, el futuro para gran parte de la zona central sería de creciente desertificación. Es probable que algunos de estos proyectos efectivamente se construyan; en ese contexto, la carrera hídrica aparece como una alternativa que debe evaluarse con seriedad.
Fuente: El Mercurio, Miércoles 04 de Septiembre de 2019

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