LA SEGUNDA – Una nutrida cartera de proyectos en infraestructura presentó el Presidente Piñera en su Cuenta Pública. Las iniciativas incluyen 17 mil kilómetros de nuevas rutas, ampliación de autopistas urbanas, extensión de la red de trenes de acercamiento, doblar la red del Metro de Santiago, comenzar los estudios para la implementación de metro en Concepción, conectividad vía transporte público con el Aeropuerto de Santiago, incrementar la capacidad portuaria de San Antonio y Valparaíso y, quizás la más comentada de las iniciativas, crear una red vial que una la capital con los principales puertos de la Quinta Región, entre otras medidas. Pese a que algunas de estas iniciativas fueron comprometidas anteriormente, el Gobierno anunció que dispondrá de US$ 20 mil millones para este plan durante su mandato.
Si bien la infraestructura nunca ha sido un tema descuidado por las autoridades, se cuentan casi veinte años desde que el gobierno de Ricardo Lagos introdujera el modelo de concesiones y con ello el último salto cualitativo hecho en la materia. Sin establecer necesariamente una relación causal, esa administración fue la última con un periodo presidencial de seis años, lo que sugiere que en periodos de cuatro años existen menos incentivos para realizar estas inversiones, pues no será el gobierno que anuncia el que finalmente inaugure las obras. Por ello que cabe destacar que el Ejecutivo retome una agenda ambiciosa de inversión. En un momento en que todas las fichas para incrementar la productividad están puestas sobre reformas de incierta viabilidad política, se deben explorar nuevas alternativas. Ahí, la infraestructura asoma como un factor que puede impulsar la actividad, especialmente en materia de competitividad de las exportaciones.
Sin embargo, a pocos días de los anuncios ya se han presentado dificultades. Respecto al tren Santiago-Valparaíso, el presidente de EFE estableció que este “no era prioridad” para la empresa pública y que los montos de las garantías solicitadas por los privados lo hacían económicamente inviable, mismo cuestionamiento que recibió el proyecto por parte del Consejo de Concesiones. Igualmente, algunos expertos plantean que los bajos montos de inversión contemplados por los proyectos presentados implican el riesgo de que el Estado se vea obligado luego a aportar grandes subsidios, tal como en el Transantiago.
Ante esto, si bien se celebra la prioridad entregada a estas inversiones, existe una razonable cuota de escepticismo, al menos mientras no se presenten los estudios técnicos y financieros que sustenten los proyectos. Es de esperar que el Gobierno haya trabajado en ellos previo a los anuncios, pues de lo contrario se puede generar un conflicto, ya sea de excesivo gasto fiscal o de generación de expectativas ciudadanas y empresariales que luego serán difíciles de sostener.
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Fuente: La Segunda, Miércoles 05 de Junio de 2019
Expectativas en infraestructura
LA SEGUNDA – Una nutrida cartera de proyectos en infraestructura presentó el Presidente Piñera en su Cuenta Pública. Las iniciativas incluyen 17 mil kilómetros de nuevas rutas, ampliación de autopistas urbanas, extensión de la red de trenes de acercamiento, doblar la red del Metro de Santiago, comenzar los estudios para la implementación de metro en Concepción, conectividad vía transporte público con el Aeropuerto de Santiago, incrementar la capacidad portuaria de San Antonio y Valparaíso y, quizás la más comentada de las iniciativas, crear una red vial que una la capital con los principales puertos de la Quinta Región, entre otras medidas. Pese a que algunas de estas iniciativas fueron comprometidas anteriormente, el Gobierno anunció que dispondrá de US$ 20 mil millones para este plan durante su mandato.
Si bien la infraestructura nunca ha sido un tema descuidado por las autoridades, se cuentan casi veinte años desde que el gobierno de Ricardo Lagos introdujera el modelo de concesiones y con ello el último salto cualitativo hecho en la materia. Sin establecer necesariamente una relación causal, esa administración fue la última con un periodo presidencial de seis años, lo que sugiere que en periodos de cuatro años existen menos incentivos para realizar estas inversiones, pues no será el gobierno que anuncia el que finalmente inaugure las obras. Por ello que cabe destacar que el Ejecutivo retome una agenda ambiciosa de inversión. En un momento en que todas las fichas para incrementar la productividad están puestas sobre reformas de incierta viabilidad política, se deben explorar nuevas alternativas. Ahí, la infraestructura asoma como un factor que puede impulsar la actividad, especialmente en materia de competitividad de las exportaciones.
Sin embargo, a pocos días de los anuncios ya se han presentado dificultades. Respecto al tren Santiago-Valparaíso, el presidente de EFE estableció que este “no era prioridad” para la empresa pública y que los montos de las garantías solicitadas por los privados lo hacían económicamente inviable, mismo cuestionamiento que recibió el proyecto por parte del Consejo de Concesiones. Igualmente, algunos expertos plantean que los bajos montos de inversión contemplados por los proyectos presentados implican el riesgo de que el Estado se vea obligado luego a aportar grandes subsidios, tal como en el Transantiago.
Ante esto, si bien se celebra la prioridad entregada a estas inversiones, existe una razonable cuota de escepticismo, al menos mientras no se presenten los estudios técnicos y financieros que sustenten los proyectos. Es de esperar que el Gobierno haya trabajado en ellos previo a los anuncios, pues de lo contrario se puede generar un conflicto, ya sea de excesivo gasto fiscal o de generación de expectativas ciudadanas y empresariales que luego serán difíciles de sostener.
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Fuente: La Segunda, Miércoles 05 de Junio de 2019