CPI – La decisión de la Intendencia de Santiago de no ejecutar el proyecto “Nueva Alameda Providencia” es la manifestación de un hecho que ya han hecho notar entidades como el CPI y que ha inspirado una iniciativa tan valorada como el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano: lo difícil que es preservar políticas públicas en el campo de la infraestructura ante cambios de gobierno.
Los argumentos para no seguir adelante con este proyecto son los mismos que en su momento se dieron para “bajar” el Puente del Chacao: la falta de recursos y el incumplimiento de las exigencias de la Evaluación Social de Proyectos.
El proyecto, que planteaba el rediseño integral del espacio público y la infraestructura de transporte en los 12 kilómetros comprendidos entre Pajaritos y Tobalaba, fue muy difundido y logró una alta participación de la ciudadanía y el compromiso de varios municipios de sumarse activamente. Con un diseño resultado de un concurso internacional, proponía que muchas de las inversiones fueran realizadas por el sector privado, a través de los mecanismos de concesiones o de “financiamiento urbano compartido”. El acuerdo implícito tras el apoyo brindado al proyecto estaba explícitamente vinculado a la necesidad de intervenir la Alameda y adaptarla a las necesidades actuales de la ciudad de Santiago.
Es efectivo que esos acuerdos pueden modificarse con el tiempo, especialmente cuando hay cambios de entorno que lo justifiquen. En este caso, sin embargo, queda la impresión de que las necesidades de intervenir la Alameda no sólo se mantienen, sino que, con los meses, han aumentado. Sigue siendo una principal barrera entre el norte y el sur de la ciudad; es el principal eje de transporte; se ha consolidado como una vía con alto comercio, formal e informal, y sus espacios útiles son absolutamente subutilizados como consecuencia de la segregación que enfrentan ante el enorme tráfico.
Las políticas públicas se deben expresar en proyectos de calidad. No obstante, los proyectos en sí mismos no son la política pública, sino una expresión de ella a través de los cuales la autoridad persigue alcanzar ciertos resultados, que en este caso estaban muy bien expresados en la convocatoria que se hizo al proyecto Nueva Alameda Providencia.
Si las necesidades de intervenir este eje siguen siendo las mismas -como consecuencia de la importancia que tiene para la ciudad de Santiago- es imperativo conocer el o los proyectos alternativos que las actuales autoridades de Santiago proponen para que esta vía, fundamental para nuestra capital, tenga la calidad e infraestructura de clase mundial que la ciudad se merece.
Carlos Cruz
Director ejecutivo
Consejo de Políticas de Infraestructura
Fuente: CPI, Martes 26 de marzo de 2019
El proyecto Alameda, por Carlos Cruz
CPI – La decisión de la Intendencia de Santiago de no ejecutar el proyecto “Nueva Alameda Providencia” es la manifestación de un hecho que ya han hecho notar entidades como el CPI y que ha inspirado una iniciativa tan valorada como el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano: lo difícil que es preservar políticas públicas en el campo de la infraestructura ante cambios de gobierno.
Los argumentos para no seguir adelante con este proyecto son los mismos que en su momento se dieron para “bajar” el Puente del Chacao: la falta de recursos y el incumplimiento de las exigencias de la Evaluación Social de Proyectos.
El proyecto, que planteaba el rediseño integral del espacio público y la infraestructura de transporte en los 12 kilómetros comprendidos entre Pajaritos y Tobalaba, fue muy difundido y logró una alta participación de la ciudadanía y el compromiso de varios municipios de sumarse activamente. Con un diseño resultado de un concurso internacional, proponía que muchas de las inversiones fueran realizadas por el sector privado, a través de los mecanismos de concesiones o de “financiamiento urbano compartido”. El acuerdo implícito tras el apoyo brindado al proyecto estaba explícitamente vinculado a la necesidad de intervenir la Alameda y adaptarla a las necesidades actuales de la ciudad de Santiago.
Es efectivo que esos acuerdos pueden modificarse con el tiempo, especialmente cuando hay cambios de entorno que lo justifiquen. En este caso, sin embargo, queda la impresión de que las necesidades de intervenir la Alameda no sólo se mantienen, sino que, con los meses, han aumentado. Sigue siendo una principal barrera entre el norte y el sur de la ciudad; es el principal eje de transporte; se ha consolidado como una vía con alto comercio, formal e informal, y sus espacios útiles son absolutamente subutilizados como consecuencia de la segregación que enfrentan ante el enorme tráfico.
Las políticas públicas se deben expresar en proyectos de calidad. No obstante, los proyectos en sí mismos no son la política pública, sino una expresión de ella a través de los cuales la autoridad persigue alcanzar ciertos resultados, que en este caso estaban muy bien expresados en la convocatoria que se hizo al proyecto Nueva Alameda Providencia.
Si las necesidades de intervenir este eje siguen siendo las mismas -como consecuencia de la importancia que tiene para la ciudad de Santiago- es imperativo conocer el o los proyectos alternativos que las actuales autoridades de Santiago proponen para que esta vía, fundamental para nuestra capital, tenga la calidad e infraestructura de clase mundial que la ciudad se merece.
Carlos Cruz
Director ejecutivo
Consejo de Políticas de Infraestructura
Fuente: CPI, Martes 26 de marzo de 2019