Lunes, Noviembre 25, 2024

Regreso de las concesiones hospitalarias

EL MERCURIO – Luego de un hiato de casi cinco años, el Gobierno ha anunciado que volverá a utilizar la modalidad de concesiones para la construcción de hospitales públicos. Durante la primera administración del Presidente Piñera se les dio un gran impulso a estos proyectos (que habían sido iniciados bajo el Presidente Lagos), los que fueron luego detenidos en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. Ahora se retoma el impulso. Serán 18 hospitales concesionados, algunos de alta complejidad, como el Instituto Nacional del Cáncer, los que se agregarán a los tres ya terminados (Maipú, La Florida y Antofagasta), y a los dos en construcción.
Estos cambios de política han tenido un alto costo para la ciudadanía, pues han significado retrasos importantes en la construcción de hospitales que reemplacen o complementen los existentes, algunos en muy mal estado. Sin embargo, muchos de los argumentos utilizados contra los hospitales concesionados -por ejemplo, su supuesto mayor costo- se han demostrado falsos, como lo descubrió el propio Ministerio de Salud (Minsal) al constatar cómo sus llamados a licitación quedaban desiertos por falta de interés de las constructoras. Y esos son simplemente los costos iniciales: dado que los proyectos del Minsal suelen renegociarse debido a que se licitan sin estar terminados, sus costos aumentan. Estos llegan a ser así, en promedio, 30% superiores a los de los hospitales concesionados, y con retrasos de años en vez de pocos meses en entrar en servicio.
Por cierto, una parte de esas diferencias tiene que ver con la inexperiencia del Minsal en la construcción de hospitales, en contraste con todo el bagaje que en materia de obras concesionadas acumula el Ministerio de Obras Públicas. En rigor, es la impericia del Minsal la que explica que los hospitales que construye terminen siendo más caros y sufran más retrasos que los concesionados por el MOP. Por ello, es solo en nuestro contexto que esto se transforma en una ventaja de las concesiones.
Otras ventajas, empero, son intrínsecas al sistema. Un ejemplo es el mantenimiento preventivo que reciben los hospitales y sus equipos. Dado que el concesionario es responsable del buen funcionamiento del recinto y resulta penalizado cada vez que ocurren fallas, prefiere realizar un mantenimiento preventivo, de menor costo en el largo plazo y que significa menos interrupciones de servicio. Por el contrario, en los hospitales construidos por el Minsal, el director recibe peticiones de recursos de sus distintas unidades en forma permanente, y eso redunda en que se asigne baja prioridad al mantenimiento; en general, solo se destinan recursos allí cuando se produce un evento que paraliza servicios. Esto tiene a la larga un gran costo. De hecho, de acuerdo con una tesis sobre el tema desarrollada en la Universidad de Chile, el gasto en mantenimiento de los hospitales de Maipú y La Florida representó el 3,5% de los gastos operacionales durante 2015, contra el 2% en una muestra de hospitales públicos. Lo notable es que los hospitales concesionados son nuevos, por lo que se trata de mantención preventiva, a diferencia de los hospitales estatales de la muestra, algo más antiguos.
Otra ventaja de las concesiones es la subcontratación de servicios de alimentación y limpieza, pero el Gobierno ha observado que este es uno de los factores que crean más oposición hacia las concesiones, por lo que en este nuevo proceso ha renunciado a las ventajas que provienen de un manejo más eficiente de esos servicios. Por ello, los nuevos contratos serán solo de construcción, operación y mantenimiento del hospital, incluyendo equipos médicos. Esto, apostando a reducir las tensiones entre directores de recintos y concesionarios, así como el eventual rechazo por parte de los funcionarios. Lo que en cambio sí constituye una eventual desventaja de los hospitales concesionados que debe considerarse es la inflexibilidad de los contratos, que puede rigidizar su operatoria.
El programa de concesiones chileno es poco ambicioso en relación con las experiencias de Australia y España, donde se han entregado todos los servicios de salud de determinadas zonas a un concesionario, a cambio de un monto fijo por cada persona cubierta, obteniéndose resultados satisfactorios. Pese a ello, este reinicio del sistema representa un avance respecto de la situación actual.
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Fuente: El Mercurio, viernes 04 de enero de 2019

EL MERCURIO – Luego de un hiato de casi cinco años, el Gobierno ha anunciado que volverá a utilizar la modalidad de concesiones para la construcción de hospitales públicos. Durante la primera administración del Presidente Piñera se les dio un gran impulso a estos proyectos (que habían sido iniciados bajo el Presidente Lagos), los que fueron luego detenidos en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. Ahora se retoma el impulso. Serán 18 hospitales concesionados, algunos de alta complejidad, como el Instituto Nacional del Cáncer, los que se agregarán a los tres ya terminados (Maipú, La Florida y Antofagasta), y a los dos en construcción.
Estos cambios de política han tenido un alto costo para la ciudadanía, pues han significado retrasos importantes en la construcción de hospitales que reemplacen o complementen los existentes, algunos en muy mal estado. Sin embargo, muchos de los argumentos utilizados contra los hospitales concesionados -por ejemplo, su supuesto mayor costo- se han demostrado falsos, como lo descubrió el propio Ministerio de Salud (Minsal) al constatar cómo sus llamados a licitación quedaban desiertos por falta de interés de las constructoras. Y esos son simplemente los costos iniciales: dado que los proyectos del Minsal suelen renegociarse debido a que se licitan sin estar terminados, sus costos aumentan. Estos llegan a ser así, en promedio, 30% superiores a los de los hospitales concesionados, y con retrasos de años en vez de pocos meses en entrar en servicio.
Por cierto, una parte de esas diferencias tiene que ver con la inexperiencia del Minsal en la construcción de hospitales, en contraste con todo el bagaje que en materia de obras concesionadas acumula el Ministerio de Obras Públicas. En rigor, es la impericia del Minsal la que explica que los hospitales que construye terminen siendo más caros y sufran más retrasos que los concesionados por el MOP. Por ello, es solo en nuestro contexto que esto se transforma en una ventaja de las concesiones.
Otras ventajas, empero, son intrínsecas al sistema. Un ejemplo es el mantenimiento preventivo que reciben los hospitales y sus equipos. Dado que el concesionario es responsable del buen funcionamiento del recinto y resulta penalizado cada vez que ocurren fallas, prefiere realizar un mantenimiento preventivo, de menor costo en el largo plazo y que significa menos interrupciones de servicio. Por el contrario, en los hospitales construidos por el Minsal, el director recibe peticiones de recursos de sus distintas unidades en forma permanente, y eso redunda en que se asigne baja prioridad al mantenimiento; en general, solo se destinan recursos allí cuando se produce un evento que paraliza servicios. Esto tiene a la larga un gran costo. De hecho, de acuerdo con una tesis sobre el tema desarrollada en la Universidad de Chile, el gasto en mantenimiento de los hospitales de Maipú y La Florida representó el 3,5% de los gastos operacionales durante 2015, contra el 2% en una muestra de hospitales públicos. Lo notable es que los hospitales concesionados son nuevos, por lo que se trata de mantención preventiva, a diferencia de los hospitales estatales de la muestra, algo más antiguos.
Otra ventaja de las concesiones es la subcontratación de servicios de alimentación y limpieza, pero el Gobierno ha observado que este es uno de los factores que crean más oposición hacia las concesiones, por lo que en este nuevo proceso ha renunciado a las ventajas que provienen de un manejo más eficiente de esos servicios. Por ello, los nuevos contratos serán solo de construcción, operación y mantenimiento del hospital, incluyendo equipos médicos. Esto, apostando a reducir las tensiones entre directores de recintos y concesionarios, así como el eventual rechazo por parte de los funcionarios. Lo que en cambio sí constituye una eventual desventaja de los hospitales concesionados que debe considerarse es la inflexibilidad de los contratos, que puede rigidizar su operatoria.
El programa de concesiones chileno es poco ambicioso en relación con las experiencias de Australia y España, donde se han entregado todos los servicios de salud de determinadas zonas a un concesionario, a cambio de un monto fijo por cada persona cubierta, obteniéndose resultados satisfactorios. Pese a ello, este reinicio del sistema representa un avance respecto de la situación actual.
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Fuente: El Mercurio, viernes 04 de enero de 2019

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