PULSO – El país asiático tiene su mirada puesta en Chile, donde la inversión china se está acogiendo y, además, generando las facilidades para que esta se materialice. Pese a esto, en el mercado hay dudas respecto de la forma en la que operan y la trayectoria de prácticas que han tenido en otros países del mundo, miradas que Chile hoy quiere desmitificar.
Chile está en la vitrina de los inversionistas chinos. La llegada al país asiático de productos tan tradicionales como el vino y las cerezas está abriendo el apetito de los asiáticos por adquirir más productos locales. Y se ha notado en noviembre, mes donde China ha acaparado la parrilla noticiosa nacional.
La semana pasada estuvo en el país la mayor y más relevante delegación china. La visita, liderada por Ma Biado, vicepresidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, se produjo a días del China Week, encuentro empresarial donde Chile muestra las bondades que los empresarios asiáticos pueden encontrar en el país más angosto de América Latina.
Y también coincidió con la compra de parte del grupo Joyvio de la chilena Australis, salmonera ligada al empresario Isidoro Quiroga, operación que se anunció la noche del domingo 18 de noviembre y que involucra, una vez que se concrete, una inversión de más de US$ 880 millones.
Las áreas de mayor interés para los asiáticos son minería, el negocio forestal, los vinos y la fruta fresca. También la infraestructura, donde los chinos han mostrado un gran interés, sobre todo en la construcción de hospitales, cuentan cercanos al país asiático.
De hecho, la semana del 12 de noviembre también visitó el país una importante delegación de inversionistas. Fueron unos 40 empresarios vinculados con la ingeniería e infraestructura, dos áreas donde los chinos quieren poner sus fichas y donde aún han sido algo tímidos.
Pero, ¿por qué les ha costado ingresar? Un ejecutivo chileno que conoce la forma en que operan los empresarios chinos, y que también ha asesorado a varias empresas de ese país que buscan llegar a este lado del mundo, comenta que a los privados del país asiático les ha costado entender la forma en que opera Chile, donde la puerta de entrada para materializar este tipo de inversiones es bajo la competencia que abren los procesos de licitación que promueve, en el caso de la infraestructura, el Ministerio de Obras Públicas.
“Lo primero que consultan es cuál es el “success fee”, es decir, cuánto se debe pagar para tener éxito en los procesos, cuando les decimos que eso acá no cuenta, quieren aprender cómo ser competitivos para poder quedarse con las licitaciones.
Es que cuando nadie restringe a los chinos, ellos pasan por encima, pero si la legalidad los obliga, ellos son respetuosos de la legalidad”, confidencia la fuente.
La experiencia internacional
Es lo que ha pasado en procesos en los que han participado en países como África y también en Panamá, donde recientemente un consorcio chino conformado por las firmas China Communications Construction Company (CCCC) y China Harbour Engineering Company (CHEC) resultaron ganadores para la construcción del cuarto puente sobre el canal, al ofertar US$ 1.420 millones, el valor más bajo.
El proceso no estuvo exento de polémicas relacionadas con fraude, colusión y corrupción, entre otras cosas.
Las críticas a la forma de actuar de los chinos también se tomó la Apec, encuentro donde el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aprovechó en su discurso en Papúa Nueva Guinea de criticar la “opaca” diplomacia de la chequera y las prácticas comerciales de China. Lugar donde también advirtió que los aranceles contra el país asiático se mantendrán en vigor.
En todo caso, las fuentes consultadas recalcan que una de las cualidades de los inversionistas chinos es que cumplen lo que prometen. Es decir, las obras se terminan en presupuesto, tiempo y calidad.
En relación a malas experiencias, en Chile, en tanto, la única experiencia negativa que se conoce hasta ahora fue la vivida por la china CHEC, la segunda mayor constructora de ese país.
La firma hoy está construyendo el embalse Las Palmas, impulsado por el MOP y que considera una inversión de US$ 171 millones, pero en 2014 estuvo a cargo de la construcción de un muelle en el puerto de San Vicente -obra que marcó su ingreso al país- y donde se les acusó de malas prácticas laborales.
Según trabajadores del terminal marítimo, la firma mantenía a 80 trabajadores chinos viviendo en el recinto al interior de un contenedor y trabajando de lunes a domingo de 8.00 a 22 horas. Si bien la situación causó revuelo, es hasta ahora el único caso que se ha conocido.
La llegada de contenedores con operarios cuyas condiciones laborales y remuneraciones son desconocidas es un tema que destaca el senador José Miguel Insulza (PS), quien recuerda que en el Caribe ya enfrentaron un problema parecido. “Ellos (China) están invirtiendo en el mundo y enhorabuena, pero tienen su problema por la traída de trabajadores.
En Chile hay un límite a la cantidad de extranjeros; una obra de infraestructura construida por trabajadores chinos no es una cosa que a nosotros nos interese. Si en Bahamas fueron capaces de decírselo, no creo que nosotros no podamos hacerlo”, recalca quien fuera canciller.
Una de las razones por lo que estas empresas no han consolidado muchas posiciones en este tipo de inversiones, comenta un ejecutivo que conoce a los inversionistas chinos, es porque han entendido las reglas con las que opera Chile.
“Para los chinos, Chile es un país con categoría Ocde, es decir, que cuenta con ciertas normas que son más rigurosas y que ellos deben cumplir, a veces sin muchas ganas”, indica.
El director de InvestChile, Cristián Rodríguez, señala que hay que desmitificar algunas ideas que existen sobre las empresas chinas. “Hoy tenemos compañías con estructuras modernas y muy orientadas a los negocios que buscan oportunidades de inversión”.
Añade que “si bien es cierto que el componente estatal en las empresas más tradicionales sigue siendo relevante, en términos protocolares, la entrada de una empresa en Chile implica que entiende que está ingresando a un mercado que cuenta con una regulación que es igual para todas las empresas, reglas claras, con competencia y en la que la intervención estatal no es posible”, dice.
Pero pese a eso, el diálogo con las autoridades sigue siendo algo importante para los chinos. “Aunque saben que el lobby no les sirve de nada, igual lo hacen”, cuenta un cercano a una de las empresas donde los chinos hoy tienen presencia en Chile.
“El embajador es el representante de las empresas en Chile y él canaliza la llegada de las empresas al país”, dice la fuente que prefiere mantener su anonimato.
En lo que va del año, por ejemplo, solo el ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine, ha tenido cuatro reuniones registradas por Ley de Lobby de empresas chinas que están interesadas en la cartera de concesiones que promueve el MOP. Una cita más registra, a la fecha, el ministro de Economía, José Ramón Valente, según la plataforma de Transparencia.
Las visitas chinas son habituales en el país. De acuerdo con InvestChile, este año han sostenido 27 reuniones y han venido a este lado del mundo tres grandes delegaciones de empresarios chinos, cuenta Cristián Rodríguez, quien recalca que este 2018 está marcando un hito para la inversión China en Chile.
“Este es el período más intenso en lo referido a la llegada de capitales chinos”, destaca.
Lo que se nota, señala, al comparar las cifras del Banco Central, donde se indica que el stock de inversión extranjera directa proveniente de China y Hong Kong a 2017 es solo de US$ 684 millones.
“Eso es lo que está cambiando hoy. InvestChile tiene una carpeta de 16 proyectos de inversión potenciales de empresas chinas, equivalente a US$ 1.503 millones, con 2.190 empleos potenciales, lo que se suma a la serie de anuncios que hemos visto en los últimos tres meses y que están muy por sobre la inversión histórica china en el país”, explica Rodríguez.
El vínculo con el Congreso
Y en el mundo político también conocen el interés de los chinos por invertir en Chile. Es que ellos también son parte de la agenda protocolar con que los asiáticos llegan al país.
De hecho, la semana pasada Ma Biado y su delegación, compuesta por 20 personas, más el embajador de China en Chile, Xu Bu, también fueron al Congreso, donde tuvieron reuniones con los presidentes de ambas cámaras.
Y en la cita todos estos temas estuvieron en la agenda del máximo representante de la nación asiática. También visitaron la Viña Indómita -adquirida hace más de un año por la china Yantai Changyu-, donde se conversó del espacio que abre para Chile la comercialización del salmón al otro lado del mundo, camino que ya despejó el vino chileno y las cerezas, productos que fueron consumidos por la veintena de personeros que estuvieron recorriendo el país y que son conocidos por los 500 millones de habitantes que hoy son calificados en el país rojo como “activamente consumidores”.
Ninguno de los integrantes de la delegación conocía Chile y todos llevaban de regalo vino chileno. Ochenta cajas, recuerda el diputado Fidel Espinoza (PS), quien almorzó con ellos como presidente del grupo interparlamentario de amistad entre ambos países.
“Ellos están interesados en muchas áreas, en los ferrocarriles, en ciencia e innovación, donde visualizan ventajas comparativas de Chile en la astronomía”, comenta el parlamentario.
Junto con Espinoza, el senador Francisco Chahuán (RN) -también integrante del capítulo de diálogo- admite que los negocios con este país funcionan de manera distinta a lo que ocurre con Occidente.
Uno, porque los orientales están acostumbrados a cobijar todo bajo un paraguas estatal, por lo que se debió realizar un trabajo explicativo respecto del funcionamiento de los negocios en nuestro país.
“Ocurría una situación bastante paradójica, porque Chile tenía cuatro veces más inversión extranjera en China, que China en Chile, porque ellos estaban acostumbrados a negociar Estado-Estado”, reconoce el senador.
Como había interés mutuo de que este gigante desembarcara acá, Chile procedió a abrir canales de certeza jurídica, como la firma de dos tratados: de doble tributación y de aseguramiento de inversiones recíprocas.
Además, se están traduciendo las licitaciones estatales al idioma chino por los respectivos ministerios, y ya se instalaron cuatro bancos de esa nación en Chile que funcionaran como plataforma de reconversión del renminbi (su moneda) para el Cono Sur.
En InvestChile también indican que acaban de lanzar, en Beijing y Shanghai, la primera guía del inversionista en mandarín de Latinoamérica, donde se abordan desde temas tributarios hasta la legislación laboral y ambiental.
“Se va a venir un aluvión de inversión china no solo en infraestructura y EE.UU. se está quedando atrás con su proteccionismo, que puede significar un veranito de San Juan, pero será un retroceso en el largo plazo. El océano Pacífico va a ser el teatro de las operaciones comerciales en los próximos 100 años”, acota Chahuán.
También recuerda que, en general, los asiáticos no colocan exigencias a los países donde invierten, excepto que no se critique mucho a China en ciertos temas, y no considera que exista una relación desigual que pueda perjudicar a nuestro país en un momento de tensión.
“Ellos deben atenerse a la legislación chilena. Los chinos no nos hacen ningún favor, así que tampoco debemos andar de manera avergonzante por la vida, aunque ellos tampoco lo piden; no imponen demasiado y no creo que nos puedan causar problemas. ¿Qué van a hacer, no nos va a comprar cobre o litio?”, se pregunta.
Chahuán, por su lado, también enciende dos luces amarillas: “Esta inversión china tiene un contrapunto que es el litio, que creo es esencial para el desarrollo.
Me parece que sería un error que el litio quede en manos extranjeras. Y lo otro es la propiedad de la fibra óptica, se ha conversado con el gobierno, y Chile quiere ser dueño de esta instalación y de los datos, no solo un usuario.
El Presidente está preocupado de ello, porque es un tema de seguridad nacional”, dice.
Fuente: Pulso, Lunes 03 de diciembre de 2018