EL MERCURIO – Hay consenso en que urgen soluciones para que Santiago —una ciudad en la que cada año aumenta el número de automóviles— avance en soluciones a la congestión vial. No solo por los tediosos tacos, sino que también por la contaminación ambiental que se registra, especialmente durante el invierno.
Con eso en mente, el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica desarrolló un proyecto que propone implementar una restricción vehicular de dos dígitos diarios durante las horas punta y que cuente con la opción de eximirse por medio del pago de un pase diario. El valor de este dependería del tipo de vehículo y de la época del año, y la recaudación iría para mejorar el transporte público.
A juicio de sus gestores, se trata de una solución “inteligente”.
“Esta restricción hace tres cosas: logra un bienestar importante para la población; se distribuye equitativamente en la población, ya que incluye medidas para esto; y en tercer lugar tiene factibilidad para aplicarse”, dice Juan Pablo Montero, profesor de Economía de la UC y director del proyecto.
De acuerdo a la investigación, el pase tendría un costo de $9.000, lo que evitaría la compra de un segundo auto. Mientras que en invierno, con la intención de combatir la polución ambiental, el permiso solo estaría disponible para autos Euro III del año 2000 en adelante.
La recaudación por estos pagos iría al transporte público, combinando rebajas de tarifa y mejoras en el servicio como aumentos de frecuencia. Según Montero, la propuesta es más viable que aplicar la tarificación vial: “Esto tiene más factibilidad política de implementarse. Hoy son pocas ciudades las que tienen tarificación, mientras que la propuesta es más cercana a lo que ya se conoce, que es la restricción”.
Los impactos
La aplicación de la política, añade el estudio, implicaría que los tiempos de viaje en auto bajarían 14% y, en el caso de los buses, 3%, lo que se traduce en una ganancia de US$ 438 millones al año, equivalente a 0,18% del Producto Interno Bruto (PIB). En cuanto a la emisión de contaminantes, estos disminuirían en alrededor del 35%.
Con la recaudación para el transporte, el análisis apunta a que si todo se destina a rebajar la tarifa del pasaje este caería en 36%. “Con esto, los grupos de menores ingresos quedarían mejor que sin la política”, consigna la propuesta.
En el caso de los grupos de mejor situación socioeconómica, “las ganancias producto de los ahorros en tiempos de viaje son altamente valoradas; por lo mismo, la gran mayoría opta por pagar el pase diario”.
La ministra de Transportes, Gloria Hutt, valora la iniciativa: “Plantea un tipo de gestión que aborda contaminación y congestión juntas, lo que es una solución doble”. Agrega que “se podría avanzar en desarrollar un tipo de piloto, pero importa tener más información sobre los efectos, y en eso se debe continuar”.
En esa línea, menciona que, por ejemplo, muchos de los viajes en hora punta son de reparto y de trabajo. “No es que se tenga la posibilidad de no hacer el viaje, porque se trabaja en eso; entonces, aplicar una elasticidad a todos por igual no podría ser. Por eso, se debe ver el efecto”.
Francisca Astaburuaga, urbanista y coordinadora del Comité de Ciudad del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), dice que, por ejemplo, “se podría aplicar en una zona definida donde esté bien cubierto el transporte público; así no genera un gran impacto con el cambio y con la recaudación una mayor mejora se puede ampliar a otros lugares necesarios”.
Fuente: El Mercurio, Lunes 26 de noviembre de 2018