EL ECONOMISTA AMÉRICA – Sin lugar a duda, el Chile actual muestra mucho más crecimiento económico, inclusión y derechos sociales que el Chile en el que nacieron nuestros padres y abuelos. Y sin ir más lejos, los que somos más jóvenes hemos podido disfrutar de ciertas bondades de un país moderno, donde nacimos con teléfono, Internet, carreteras, y además, podemos viajar a otras naciones. En resumen, estamos mucho más conectados que antes.
No obstante lo anterior, afirma Felipe Ulloa, geógrafo, magister en Gerencia para el Desarrollo Flacso, ciertas bondades que trajo el modelo económico virtuoso de Chile, hoy comienzan a extrañarse, es decir, todos podemos notar que falta más crecimiento económico y más oportunidades para que todos podamos seguir avanzando y cumpliendo nuestras expectativas en la vida.
Un elemento para considerar lo mencionado es el desarrollo de la infraestructura, sea esta carreteras, puertos y aeropuertos. Es sabido que cuando los países invierten en infraestructura, crecen económicamente, y ese crecimiento se transforma en desarrollo cuando se le exigen ciertas cualidades como la sustentabilidad social y ambiental.
En la actualidad Chile, continúa el especialista, posee infraestructura que data de los últimos 15 a 20 años, pero esa infraestructura ya está comenzando a quedar pequeña para que el país pueda cumplir sus desafíos de crecimiento económico, y por tanto no permite que las personas puedan también crecer y cumplir sus expectativas de vida y nuevos proyectos. Esto es, si el país crece económicamente, todos crecemos y una vía conocida para ese crecimiento es la inversión en infraestructura.
Ulloa señala que si uno analiza de forma simple, cualquier infraestructura, ya sea de carreteras, puertos y aeropuertos, puede distinguir ciertos niveles de congestión, en el caso de las carreteras, por todos es sabido que cuando las familias se desplazan a diferentes regiones en los fin de semanas largos o festivos, la infraestructura en vez de acompañar el deseo del descanso familiar, resulta estresante e incómoda, pues los niveles de congestión hace que un viaje que debería durar 1 a 2 horas, dure 4 a 5 y más horas. De esta forma se ejemplifica que la infraestructura del país no les permite a sus ciudadanos poder cumplir con éxito sus expectativas de vida.
Entonces, urge que los gobiernos comprendan que el desarrollo de infraestructura es una tarea de largo plazo y no se puede supeditar solo a cuatro años de una administración, para esto es crucial que se entienda la infraestructura como una política pública que va más allá de una Administración de cuatro años. Es necesario generar un plan directo de transportes e infraestructura que indique las brechas de infraestructura existente a nivel nacional, y que posteriormente se desarrolle una cartera de proyectos de inversión para mejorar así la infraestructura que no es otra cosa que mejorar la vida de las personas.
La inversión en este ítem hace que el PIB crezca y que el país tenga más recursos. En este sentido, se puede entender que la infraestructura es para el desarrollo sustentable, para el desarrollo de las personas, para aumentar los niveles de empleo y oportunidades, y para que Chile, vuelva a crecer y para que todos puedan ser incluidos en estos nuevos desafíos y las personas puedan cumplir sus expectativas de futuro.
Fuente: El Economista América, Miércoles 31 de octubre de 2018