EL MERCURIO – Las firmas de acciones privadas están en camino a reunir una cantidad récord para la inversión en infraestructura en 2018, mientras las administradoras de dinero apuestan por la necesidad cada vez mayor de mejorar y expandir los ferrocarriles, los gasoductos y los centros de datos del mundo.
Las compañías reunieron en conjunto US$ 68.200 millones en los primeros tres trimestres del año, un aumento del 18% en comparación con el mismo período de 2017, y ya están sobrepasando los US$ 66.200 millones que acumularon en todo 2016, según datos de Preqin.
Liderando la carga están KKR & Co., Stonepeak Infrastructure Partners y Squared Capital, que reunieron cada uno un vehículo de inversión de US$ 7 mil millones aproximadamente este año.
Las cifras están listas para aumentar incluso más, porque el total no incluye los US$ 5 mil millones recaudados hasta ahora por Blackstone Group LP en la fase inicial de su planeado fondo de infraestructura de US$ 40 mil millones. Mientras tanto, dos organizaciones poderosas de infraestructura, Global Infrastructure Partners y Brookfield Infrastructure Partners, las que reunieron fondos por US$ 15.800 millones y US$14 mil millones, respectivamente, en 2016, ya tienen en la mira nuevos fondos de aproximadamente US$ 20 mil millones cada uno.
Retornos atraen a los fondos de pensiones
Los inversionistas institucionales, tales como los fondos de pensiones, han estado asignando más dinero a infraestructura, atraídos por su reputación de lograr retornos constantes, los que por lo general caen entre valores de ingreso fijo más seguros y títulos privados más riesgosos. Eso es especialmente atractivo con tasas de interés que todavía están en niveles históricamente bajos y precios de acciones cercanos a máximos sin precedentes.
No obstante, lograr esos retornos no es algo tan sencillo. Hay ahora mucho efectivo detrás de una cantidad limitada de oportunidades, por lo tanto, la preocupación es que los fondos de infraestructura tendrán que luchar para encontrar lugares donde poner a trabajar sus miles de millones o pagar muy caro para hacerlo. Pero aquellos relacionados con los títulos privados aseguran que el cambio tecnológico en telecomunicaciones y energía y la necesidad de mejorar ferrocarriles antiguos y otros activos de transporte crean una demanda más que suficiente por su capital.
Estados Unidos es el mercado más grande para los activos de infraestructura de energía, los que en general no están en manos del gobierno. La revolución de la fracturación hidráulica de la industria energética y el cambio por el que optó el país de ser un exportador neto de gas natural, como también el auge de los proyectos de energía verde, han creado nuevas oportunidades para la inversión. KKR anunció en julio que había llegado a un acuerdo para la adquisición de Discovery Midstream Partners, el que acumula y procesa gas natural, por cerca de US$ 1.200 millones a través de una empresa colectiva recién formada con la compañía de energía Williams Co.
La revolución digital, mientras tanto, ha desviado la atención hacia los activos de telecomunicaciones de EE.UU. como las torres de celulares y los centros de datos. En junio, Brookfield acordó la compra de 31 de los centros de datos de AT&T Inc., negocio que ascendió a US$ 1.100 millones.
Las firmas con los fondos más abultados sostienen que su escala creciente crea nuevas oportunidades, puesto que les da acceso a acuerdos que los fondos más pequeños no podrían hacer. Blackstone está viendo activos que le permitan invertir al menos mil millones de dólares, lo que incluye una cantidad de compañías que cotizan en bolsa, según una persona al tanto de la estrategia de la firma.
Toda esta racha de acumulación de fondos se produce a pesar de que no ha habido ningún avance en la legislación sobre infraestructura en Washington. El Presidente Trump hizo campaña sobre la base de la promesa de un plan de US$ 1 billón para obras de infraestructura y entregó una propuesta a principios de este año. La iniciativa enfrentó la oposición del Congreso desde el principio en gran parte porque requería que los estados y ciudades contaran con su propio dinero para el mejoramiento de carreteras, aeropuertos y sistemas de agua.
La Casa Blanca desde entonces ha cambiado el foco a otras prioridades, tales como el comercio. En julio, Stonepeak anunció que DJ Gribbin, ex alto asesor de infraestructura de Trump, se uniría a la firma como socio de operaciones.
Los fondos como aquellos bajo la dirección de Stonepeak y Blackstone, los que están concentrados principalmente en Norteamérica, señalan que probablemente se concentrarán más en energía y telecomunicaciones que en transporte, gran parte de lo cual recae en la categoría de activos públicos.
Problemas para privatizar autopistas
En EE.UU., privatizar activos públicos como carreteras de peaje, puentes y aeropuertos ha sido difícil desde hace tiempo debido a las alternativas baratas de financiamiento, tales como la deuda municipal y los desafíos de navegar por la política local. Pero otras esferas del mercado de infraestructura están floreciendo, dicen negociadores.
“Si quiere privatizar una carretera de peaje en una importante ciudad urbana en EE.UU., eso se convierte en una transacción muy difícil de hacer”, manifestó Robert Palter, uno de los líderes de los proyectos de capital global y práctica de infraestructura en la firma consultora McKinsey & Co. “Si hablara de una variedad distinta de infraestructura como la adquisición de puertos y ferrocarriles privados, esos son negocios que se están haciendo”.
Los gobiernos fuera de EE.UU. son más abiertos al capital privado, otorgando a las firmas como GIP, Brookfield y KKR con fondos globales la oportunidad de privatizar activos en esos lugares. GIP compró tres aeropuertos en el Reino Unido, todavía es propietario de dos de ellos, y transformó sus terminales en centros comerciales. Muchos acuerdos importantes de transporte en el exterior involucran activos que no están en manos del gobierno. En abril, GIP adquirió el segundo mayor operador de trenes de alta velocidad de Italia, que se conoce como Italo, por 1.980 millones de euros (US$ 2.300 millones).
Algunos todavía mantienen la esperanza de que los fondos se utilicen para arreglar los sistemas de transporte público plagados de problemas de EE.UU.
“Al final, la realidad es que la infraestructura en EE.UU. aún se mantiene en forma lamentable”, aseveró Mark Weisdorf, ex jefe ejecutivo de la plataforma de inversiones en infraestructura en J.P. Morgan Asset Management.
Fuente: El Mercurio, Jueves 18 de octubre de 2018