Sábado, Noviembre 23, 2024

La buena idea del Metro penquista

DIARIO CONCEPCIÓN – No hace demasiado la idea de un Metro para Concepción parecía ser producto de un desencuentro con la realidad, la primera reacción daba la impresión de variar entre la escepticismo y la ironía, un proyecto ilusorio, injustificado, no rentable, alejado de las verdaderas prioridades, un intento de figuración comunicacional.

Pudo haber sido explicable, dada la extensa historia de postergaciones de los proyectos regionales y la muy larga práctica de postergarlos mientras la prioridades nacionales se esgrimían con beneficio indudable para la capital, el crecimiento en resignación y la falta de audacia, la actuación pálida y acumulativa de actores regionales sin la suficiente voz, o sin el suficiente compromiso o independencia, o si los hubo, estos fueron minoritarios y acallados.

El impulso nuevo no vino de donde era esperable; de los organismos regionales que se supone deben poner estos asuntos en la mesa, sino de los gremios, esta vez, de la Cámara Chilena de la Construcción. No fue solo una opinión voluntariosa, sino el producto de un trabajo serio sobre la infraestructura del país, bajo el denominador “infraestructura crítica para el desarrollo” título que deja claro su contenido, una obra técnica de mucha profundidad, basado en datos duros, de 637 páginas, de poca prosa y mucho análisis.

Se desprende que la idea del metro no solo es una idea sino una idea muy buena, que podría significar subir de los aproximadamente 5 millones de pasajeros al año que mueve actualmente el Biotrén, a 49 millones, una estimación basada en un estudio que hizo Fesur estimada al año 2025, para cuando el metro dispondría de tres líneas en la ciudad.

Con el pensamiento predominante de la ciudadanía penquista, acostumbrada a ver derrotados sus sueños de progreso mayor, con la cultura de la espera por tiempo indefinido, esta propuesta puede parecer un sueño más, la diferencia con otros sueños está en las voluntades y el compromiso, más un factor imponderable, que es la capacidad de los colectivos regionales y urbanos para exigir la atención del gobierno de turno, por encima de su color político, ya que se trata del desarrollo necesario del país en esta parte del territorio.

En lo relativo a factibilidad, las primeras cifras parecen promisorias, por ejemplo, la rentabilidad social, que se sitúa, según las estimaciones de expertos, con un adecuado retorno de un 6% o lo cual está a menos de un punto debajo de la rentabilidad de la muy publicitada y rápidamente resuelta línea 7 del Metro que va entre Renca y las Condes.

Es perfectamente evidente que ya están saturadas las vías de circulación urbanas en Concepción, y que el aumento de vehículos circulando es una clara tendencia, con una tasa estimada de crecimiento que en los últimos años ha sido de 360 autos nuevos por año. También es evidente que no se puede enanchar las calles existentes, a menos que se emprenda un invasivo proceso de remodelación urbana a alta escala.

Es el momento de los liderazgos, de quienes están dispuestos a poner en riesgo su capital político inmediato por el desarrollo de la Región y el país, de los se atreven a mirar el futuro con un pensamiento transcendente y mayor. Es el momento de ver a la distancia el futuro de una ciudad que no se puede valorar solo con una calculadora, la hora de concretar un proyecto estructural trascendente, la oportunidad de revertir la trayectoria de letargo de la ciudad de Concepción.

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Fuente: Diario Concepción, Domingo 14 de octubre de 2018

DIARIO CONCEPCIÓN – No hace demasiado la idea de un Metro para Concepción parecía ser producto de un desencuentro con la realidad, la primera reacción daba la impresión de variar entre la escepticismo y la ironía, un proyecto ilusorio, injustificado, no rentable, alejado de las verdaderas prioridades, un intento de figuración comunicacional.

Pudo haber sido explicable, dada la extensa historia de postergaciones de los proyectos regionales y la muy larga práctica de postergarlos mientras la prioridades nacionales se esgrimían con beneficio indudable para la capital, el crecimiento en resignación y la falta de audacia, la actuación pálida y acumulativa de actores regionales sin la suficiente voz, o sin el suficiente compromiso o independencia, o si los hubo, estos fueron minoritarios y acallados.

El impulso nuevo no vino de donde era esperable; de los organismos regionales que se supone deben poner estos asuntos en la mesa, sino de los gremios, esta vez, de la Cámara Chilena de la Construcción. No fue solo una opinión voluntariosa, sino el producto de un trabajo serio sobre la infraestructura del país, bajo el denominador “infraestructura crítica para el desarrollo” título que deja claro su contenido, una obra técnica de mucha profundidad, basado en datos duros, de 637 páginas, de poca prosa y mucho análisis.

Se desprende que la idea del metro no solo es una idea sino una idea muy buena, que podría significar subir de los aproximadamente 5 millones de pasajeros al año que mueve actualmente el Biotrén, a 49 millones, una estimación basada en un estudio que hizo Fesur estimada al año 2025, para cuando el metro dispondría de tres líneas en la ciudad.

Con el pensamiento predominante de la ciudadanía penquista, acostumbrada a ver derrotados sus sueños de progreso mayor, con la cultura de la espera por tiempo indefinido, esta propuesta puede parecer un sueño más, la diferencia con otros sueños está en las voluntades y el compromiso, más un factor imponderable, que es la capacidad de los colectivos regionales y urbanos para exigir la atención del gobierno de turno, por encima de su color político, ya que se trata del desarrollo necesario del país en esta parte del territorio.

En lo relativo a factibilidad, las primeras cifras parecen promisorias, por ejemplo, la rentabilidad social, que se sitúa, según las estimaciones de expertos, con un adecuado retorno de un 6% o lo cual está a menos de un punto debajo de la rentabilidad de la muy publicitada y rápidamente resuelta línea 7 del Metro que va entre Renca y las Condes.

Es perfectamente evidente que ya están saturadas las vías de circulación urbanas en Concepción, y que el aumento de vehículos circulando es una clara tendencia, con una tasa estimada de crecimiento que en los últimos años ha sido de 360 autos nuevos por año. También es evidente que no se puede enanchar las calles existentes, a menos que se emprenda un invasivo proceso de remodelación urbana a alta escala.

Es el momento de los liderazgos, de quienes están dispuestos a poner en riesgo su capital político inmediato por el desarrollo de la Región y el país, de los se atreven a mirar el futuro con un pensamiento transcendente y mayor. Es el momento de ver a la distancia el futuro de una ciudad que no se puede valorar solo con una calculadora, la hora de concretar un proyecto estructural trascendente, la oportunidad de revertir la trayectoria de letargo de la ciudad de Concepción.

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Fuente: Diario Concepción, Domingo 14 de octubre de 2018

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