EL SUR – El ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine, inauguró el paso bajo nivel de la Rotonda General Bonilla, que disminuye los tiempos de desplazamientos desde la Autopista Concepción-Cabrero a cualquier punto de la intercomuna. La obra permite descongestionar el tránsito pesado, pero en el mediano y largo plazo, facilitará el desarrollo urbano hacia el oriente, una mejora clave, habida cuenta de la escasez de terrenos para uso inmobiliario en Concepción.
El paso bajo nivel va en línea con la eliminación del peaje Chaimávida, que hace más de cinco años fue promovido por la autoridad municipal como una herramienta clave para reorientar el crecimiento de la urbe. En esa dirección, hay vastos terrenos que permitirían a muchas familias volver a soñar con tener un jardín e ir a almorzar a casa en la semana. Tiene lógica para una conurbación distribuida de forma heterogénea y desbalanceada, con casi 80 kilómetros de viviendas de norte a sur (desde Pingueral a Lota), pero no más de 10 kilómetros construidos de oeste a este (entre Hualpén y Nonguén). Esta proyección cobra más fuerza considerando que el casco histórico enfrenta un repoblamiento con grandes edificios, el que se ha acentuado tras el terremoto de 2010.
Hoy es habitual ver el reemplazo de antiguas casas de amplios patios, por departamentos, varios de un ambiente o un dormitorio, incluso fuera del tradicional cuadrante compuesto por Víctor Lamas, Prat, Paicaví y Los Carrera. Este foco en la densificación es favorable a la necesidad habitacional del estudiante universitario, del profesional que vive solo, de la pareja joven sin hijos o del ciudadano que ve en el bien raíz una inversión para arrendar.
Si bien hay otros públicos que se acomodan a este esquema, cabe advertir que no es del todo amigable para los penquistas que quieren conservar la vida de barrio sin tener que aguantar kilométricos traslados diarios. Cabe recordar que el segundo Informe Calidad de Vida Urbana Gran Concepción 2013-2014, elaborado por el Observatorio Metropolitano, preguntó “¿Qué es lo que más valora de su ciudad?” y el 76,5% de los consultados respondió “la naturaleza y sus áreas verdes”.
También hay que tener en cuenta que la Cámara Chilena de la Construcción Concepción anunció recientemente que los precios de casas y departamentos subirían al menos un 6%, producto de normativas y reglamentaciones, como el IVA, la ley de ductos, que permite que cada residente de edificio elija su proveedor de telecomunicaciones; los aporte al espacio público, plan de descontaminación, etc.
Si la capital penquista se enfoca solo en crecer verticalmente, incrementará la congestión de sus calles céntricas, cuyas calzadas tienen escasas opciones de ensanchamiento, y aumentará la ya problemática demanda de estacionamientos.
Es importante recordar que la comuna no tiene los problemas de espacio que enfrenta Santiago, aquejada por los llamados “ghetos verticales” y las complejidades propias de una urbe con más de seis millones de habitantes.
Concepción puede combinar el perfil de una urbe de vanguardia sin sacrificar la cotidianeidad de los penquistas; es decir, armonizar un desarrollo inmobiliario vertical con uno horizontal.Este es el derrotero que han seguido las ciudades del primer mundo que hoy ofrecen mejor calidad de vida; las mismas que no superan el millón y medio de personas y que destacan por ofrecer un desarrollo territorial a escala humana.
La construcción de una urbe sostenible pasa por integrar su diversidad demográfica y evitar el agobio de las megalópolis, esas conubaciones atractivas de visitar, aunque hostiles para habitar.
Para ello, es clave que los planes reguladores comunales, como el de Concepción, no renuncien a brindarles comodidad a sus ciudadanos ni deleguen esta responsabilidad en municipios vecinos.
Fuente: El Sur, Martes 21 de agosto de 2018