PULSO – A partir de enero de este año, el gobierno puso el pie en el acelerador respecto al proyecto que busca unir el territorio de Asia-Pacífico con el continente americano por medio de un nuevo cable submarino de fibra óptica de alta velocidad, que se sumaría a otros que ya pasan por Chile.
Al respecto, ya hay algunos detalles de las posibles rutas que podría seguir este megaproyecto, convirtiendo a Chile -según estiman los expertos- en el principal hub digital del Cono Sur. “El valor y análisis de la información es cada vez más importante. Por lo tanto, la conectividad y los cables de fibra óptica cumplen un rol estratégico para el desarrollo de los países. Esto pone a toda la actividad nacional y su industria, en un estado mucho más competitivo a nivel global”, dice Eduardo Vera, director de Relaciones Internacionales de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Modelamiento Matemático.
La primera opción es una ruta de 24.000 kilómetros desde Tokio a Chile, lo que implica una inversión de US$600 millones. La otra (que va ganando en las posibilidades), tiene cerca de 22.800 kilómetros, vía Shanghái, con una inversión de US$500 millones. La ventaja de esta última es que Shanghái es la ciudad más populosa de China, con más de 23 millones de personas en su área metropolitana.
Además, la alternativa de China, beneficiaría al intercambio digital con Argentina, Brasil, Perú y otros países de la región, donde Chile sería una especie de puente de conectividad. Incluso, la iniciativa resolvería un problema histórico de telecomunicaciones: la conectividad insular de Isla de Pascua y el archipiélago de Juan Fernández.
“Puede que haya, eventualmente, espacio para dos cables submarinos. Si uno mira, entre Estados Unidos y Europa hay una gran cantidad de estos, lo mismo con Asia. En el Hemisferio Sur hay muy pocos. Va a depender de quién está detrás de esos proyectos”, dice Vera.
La iniciativa se podría configurar, además, como una potente red de respaldo y resiliencia para los cables de conectividad instalados en el Pacífico Norte, ante eventuales daños por desastres naturales u otras razones.
A la vez, es un salto histórico en cuanto a la capacidad de la infraestructura de telecomunicaciones de Chile, pues hasta el momento solo el 6% de la conectividad digital de Sudamérica proviene de nuestro país.
Aliados
El gobierno está buscando aliados para impulsar este proyecto en la región. Ya se han iniciado conversaciones con Argentina y Brasil, quienes han mostrado interés por ser parte de esta iniciativa. La idea del Ejecutivo es concretar este proyecto a través de una alianza público-privada que incorpore a los países participantes bajo el modelo de consorcio. Es decir, que los integrantes puedan hacer una inversión en conjunto.
Hoy, la Subtel se encuentra en la etapa de análisis y mantiene conversaciones con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para realizar estudios de factibilidad económica y proyección de demanda, además de un estudio sobre los costos asociados a su construcción.
Además, Chile se comprometió ante la Ocde a estar entre los tres primeros países con los precios de energía más bajos, lo que facilitaría el desarrollo de proyectos relacionados a tecnologías digitales.
Sin embargo, Raúl Ciudad, presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de la Información (ACTI), cree que se requiere aún más infraestructura. “Se necesitan otros US$25 mil millones de inversión durante los próximos 10 años, para poder alcanzar una cobertura y acceso a redes de fibra y de comunicaciones a nivel nacional, dice Ciudad, y agrega: “Esto nos permitiría llegar al 95% o 100% de cobertura, lo que nos acercaría a los niveles de la Ocde”.
Fuente: Pulso, Lunes 30 de julio de 2018