Domingo, Noviembre 24, 2024

Toltén, Cautín y 1.531.685, por Óscar Guillermo Garretón

LA TERCERA – El 2016 se cayó el puente ferroviario sobre el río Toltén. Tenía 120 años. El miércoles lo hizo el del río Cautín. Data de 1896. Algunos creen que es un problema ferroviario, que no les atañe. Se equivocan. Afecta a Chile, a decenas de miles y a ciudades completas. Por allí cruzaban embarques forestales y del papel y celulosa hacia puerto, el alimento de salmones hacia el sur, etc. La vía por la que llegan a puerto los concentrados de cobre de Codelco Andina, también tiene tramos de más de 100 años.

Quizás aun así, no se emociona mucho. Veámoslo de otro modo. Una autoridad calificó de “colapso histórico” el vivido en las carreteras el domingo de Semana Santa. Tacos, desvíos de rutas, detenciones prolongadas. Malos ratos, llantos de niños cansados, pocas ganas de repetir la experiencia. Sin embargo, en un tiempo más, aunque se amplíen las carreteras, la Semana Santa de 2017 será recordada con nostalgia de buenos tiempos, comparado con lo que se viene.

1.531.685 es el número de viajes de camión que en 2017 movieron cargas en los puertos de San Antonio y Valparaíso. Un promedio diario de un camión cada 10 segundos para 12 horas de trabajo. Y el promedio no sirve. Hay horas, días y meses de mayor carga.

Aun no sumo un solo auto o bus; y cada año batimos récords de venta de automóviles. Si la ruta 68 se ampliara a cuatro vías por sentido, túneles incluidos, ¿cómo embuto ese tráfico en Valparaíso y Viña? ¿Por avenida Argentina, por Agua Santa?

Cuando se desarrolló el Merval con trenes de cercanía -una gran iniciativa- nadie se preocupó de evitar el bloqueo del acceso ferroviario al puerto de Valparaíso. Hoy, estrangula su desarrollo. Un barco estándar post panamax, carga 70.000 teus (1 teu = 1 contenedor de 20 pies). Si desembarca o embarca solo 8.000 teus en Valparaíso y deben moverse por camión (promedio = 1,7 teus/camión), son 4.705 camiones llegando y partiendo del ex “puerto principal”.

Por algo se plantea el futuro “puerto de gran escala” en las cercanías de San Antonio. Pero, créanme, no es viable sin una moderna red ferroviaria de carga y sus promotores lo saben. Trenes de dos pisos de contenedores, de al menos dos kilómetros de largo, circulando al doble o más de la velocidad actual. Los puertos de la Región de Biobío y sus calles, se encaminan a una crisis similar.

Llueven papeles y discursos sobre la pérdida de competitividad de nuestra economía y la importancia de crecer. Los malos ratos de Semana Santa son más elocuentes. El abandono por decenios del modo ferroviario de carga y pasajeros está estrangulando nuestros puertos, nuestra economía y nuestras vacaciones. Los restos de los puentes de Toltén y Cautín son monumentos funerarios a nuestra pérdida de productividad y la congestión vial, una de sus manifestaciones cotidianas.

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Fuente: La Tercera, Lunes 2 de julio de 2018

LA TERCERA – El 2016 se cayó el puente ferroviario sobre el río Toltén. Tenía 120 años. El miércoles lo hizo el del río Cautín. Data de 1896. Algunos creen que es un problema ferroviario, que no les atañe. Se equivocan. Afecta a Chile, a decenas de miles y a ciudades completas. Por allí cruzaban embarques forestales y del papel y celulosa hacia puerto, el alimento de salmones hacia el sur, etc. La vía por la que llegan a puerto los concentrados de cobre de Codelco Andina, también tiene tramos de más de 100 años.

Quizás aun así, no se emociona mucho. Veámoslo de otro modo. Una autoridad calificó de “colapso histórico” el vivido en las carreteras el domingo de Semana Santa. Tacos, desvíos de rutas, detenciones prolongadas. Malos ratos, llantos de niños cansados, pocas ganas de repetir la experiencia. Sin embargo, en un tiempo más, aunque se amplíen las carreteras, la Semana Santa de 2017 será recordada con nostalgia de buenos tiempos, comparado con lo que se viene.

1.531.685 es el número de viajes de camión que en 2017 movieron cargas en los puertos de San Antonio y Valparaíso. Un promedio diario de un camión cada 10 segundos para 12 horas de trabajo. Y el promedio no sirve. Hay horas, días y meses de mayor carga.

Aun no sumo un solo auto o bus; y cada año batimos récords de venta de automóviles. Si la ruta 68 se ampliara a cuatro vías por sentido, túneles incluidos, ¿cómo embuto ese tráfico en Valparaíso y Viña? ¿Por avenida Argentina, por Agua Santa?

Cuando se desarrolló el Merval con trenes de cercanía -una gran iniciativa- nadie se preocupó de evitar el bloqueo del acceso ferroviario al puerto de Valparaíso. Hoy, estrangula su desarrollo. Un barco estándar post panamax, carga 70.000 teus (1 teu = 1 contenedor de 20 pies). Si desembarca o embarca solo 8.000 teus en Valparaíso y deben moverse por camión (promedio = 1,7 teus/camión), son 4.705 camiones llegando y partiendo del ex “puerto principal”.

Por algo se plantea el futuro “puerto de gran escala” en las cercanías de San Antonio. Pero, créanme, no es viable sin una moderna red ferroviaria de carga y sus promotores lo saben. Trenes de dos pisos de contenedores, de al menos dos kilómetros de largo, circulando al doble o más de la velocidad actual. Los puertos de la Región de Biobío y sus calles, se encaminan a una crisis similar.

Llueven papeles y discursos sobre la pérdida de competitividad de nuestra economía y la importancia de crecer. Los malos ratos de Semana Santa son más elocuentes. El abandono por decenios del modo ferroviario de carga y pasajeros está estrangulando nuestros puertos, nuestra economía y nuestras vacaciones. Los restos de los puentes de Toltén y Cautín son monumentos funerarios a nuestra pérdida de productividad y la congestión vial, una de sus manifestaciones cotidianas.

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Fuente: La Tercera, Lunes 2 de julio de 2018

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