EL MERCURIO – “Este es un elefante blanco que cobró vida”, afirma Eloísa Galleguillos (54), miembro del Consejo de la Sociedad Civil (Cosoci) de Calama, luego de que las últimas semanas marcaran un hito histórico para la ciudad con el proceso de entrega del área de hospitalización del postergado recinto.
Esta etapa, que sigue al proceso de atención ambulatoria iniciado a fines de 2017, precede al traslado en agosto próximo de los primeros pacientes al área de hospitalización, que con 202 camas tendrá un 43% más que el sanatorio al que reemplaza.
El proceso para llegar a este punto ha sido largo: las primeras demandas por la construcción del recinto datan de 1998. Con los años se sumaron marchas, amenazas de bloqueo al ferrocarril, visitas a La Moneda y el duro golpe que significó para los calameños presenciar la paralización de las faenas de construcción entre 2013 y 2015.
“Acá la primera piedra del hospital se paseó por muchas partes antes de decidirse por este lugar”, recuerda con humor Amanda Jalla (74), miembro de la agrupación Cosoci y directora de la cámara de comercio local.
En el intertanto, debido a la carencia de algunas especialidades, hubo pacientes que incluso fallecieron durante el viaje de tres horas al hospital de Antofagasta en busca de atención.
Es lo que le ocurrió no una, sino dos veces, a Jacqueline Echeverría (53), vocera del movimiento ciudadano de Calama. Parada frente al flamante edificio, recuerda que “mi participación en el movimiento ciudadano nace cuando yo pierdo a mis padres en el traslado como pacientes a Antofagasta, en 1994 y en 2002. Por un infarto mi padre, y mi madre, por un accidente vascular encefálico”.
Con más de medio siglo de funcionamiento, el viejo hospital estaba proyectado para atender a una población de 45 mil personas, no a los 165 mil habitantes que arrojó para Calama el Censo 2017.
El nuevo recinto, que demandó una inversión de $55 mil millones (unos US$ 88 millones), hoy cuenta con especialistas impensados para la ciudad hace unos años, comentan algunos médicos. Es el caso de los cardiólogos, pediatras, anestesiólogos y oftalmólogos. Entre estos, más del 50% son migrantes, a quienes los usuarios agradecen especialmente su buen trato.
Uno de ellos es la doctora venezolana Maciel Faúndez (33), quien declara que “es un orgullo ser la primera cardióloga en la historia de Calama. También un gran reto”, mientras atiende a una paciente.
Para el director (s) del hospital, Gregorio Silva, el pronto inicio de las operaciones es mérito de la comunidad. “Especialmente de la gente que se movilizó. Por eso el hospital lo sienten como suyo”, afirma el neurólogo, quien proyecta que de las 52 mil atenciones de los últimos años, estas aumentarán un 30% con las nuevas instalaciones. “Estamos en la recta final de la puesta en marcha”, añade.
El director del Servicio de Salud regional, Héctor Andrade, precisa que el nuevo hospital está en la etapa de “entrega física” por parte del consorcio que lo construyó. “A partir del 15 de mayo, como servicio de salud, estamos en conformación de la comisión receptora, que tiene un plazo de 30 días para su funcionamiento. Luego corresponden todos los pasos de autorización sanitaria”, concluye.
Fuente: El Mercurio, Sábado 26 de mayo de 2018