CHV NOTICIAS – Construcciones con materiales y diseños a prueba de sismos y una cultura de reacción ante movimientos telúricos, son parte del legado de uno de los eventos marcó la historia de nuestro país. Expertos llaman a las nuevas generaciones a no olvidar que Chile es un país eminentemente sísmico y que siempre se deben estar preparados.
“Mi casa es bien firme, pero para mí que era el primero que vivía, muy fuerte” y “en el Quisco al lado del epicentro la casa de veraneo como era de madera saltaba como un potro”, son solo algunos de los testimonios de quienes la tarde del 3 de marzo de 1985 vivieron uno de los terremotos más intensos de la historia reciente de nuestro país.
El subdirector del Centro de Sismología de la Universidad de Chile, Mario Pardo, explica que este evento “fue uno de los sismos de mayor impacto en Chile central, debido a la alta densidad de población que existe en la zona”.
Si bien no es el más intenso, su magnitud alcanzó los 7, 8 grados, que más tarde se corrigió a los 8,0 en escala Richter. 177 personas muertas, 2.575 resultaron heridas y casi un millón de personas damnificadas fue el lamentable saldo que dejó este movimiento.
Con epicentro a 20 kms de la costa entre Valparaíso y Algarrobo, el terremoto causó incluso un pequeño tsunami, que para muchos fue casi imperceptible. Pero la intensidad del movimiento de placas fue suficiente para arrasar con las viviendas de adobe.
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El arquitecto y académico de la Universidad Central, Uwe Rohwedder, afirma que “los adobes no es que no puedan resistir un terremoto sino que necesitan ciertas prácticas que hay que revisar”.
Construcciones patrimoniales, tanto en la costa centro-sur de Chile y Región Metropolitana, sufrieron la furia del terremoto. Para Rodolfo Saragoni, miembro de la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales, este terremoto marcó un antes y un después en la forma de construir.
La destrucción que causó este evento también impactó a una alicaída economía, que intentaba remontar de un período de recesión. El historiador y académico de la Universidad de Santiago, Cristóbal García-Huidobro recuerda que “Chile venía recién saliendo de los estertores de la crisis de 1982, que devastó la economía nacional (…) parecía que la situación económica estaba mejorando después de varios años de descalabro”.
“Se había inaugurado recién el terminal portuario de San Antonio, que era una obra faraónica para la época y este terremoto devasta buena parte de la infraestructura vial del centro y centro-sur”, rememora.
Aún cuando Chile es en esencia un país sísmico, la destrucción golpeó muy fuerte y hay consecuencias de políticas públicas aún vigentes. El académico pone como ejemplo al impuesto específico de combustibles, el cual se creó -según explica- “para reconstruir la infraestructura vial de Chile”. Ahora opera como un impuesto verde para desincentivar el uso del automóvil”.
Asimismo este fenómeno de la naturaleza fue el primer sismo registrado con acelerógrafos, instrumental especilizado que aportó información de relevancia para las construcciones futuras.
Las enseñanzas de este terremoto han permitido enfrentar de mejor manera los grandes sismos posteriores, lo cual se tradujo en menores daños en la infraestructura. Además generó una cultura más clara respecto a qué hacer cuando se presenta un movimiento telúrico de mayor intensidad.
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Fuente: CHV Noticias, Miércoles 04 de Marzo de 2020
A 35 años del evento: Las enseñanzas que dejó el terremoto de 1985
CHV NOTICIAS – Construcciones con materiales y diseños a prueba de sismos y una cultura de reacción ante movimientos telúricos, son parte del legado de uno de los eventos marcó la historia de nuestro país. Expertos llaman a las nuevas generaciones a no olvidar que Chile es un país eminentemente sísmico y que siempre se deben estar preparados.
“Mi casa es bien firme, pero para mí que era el primero que vivía, muy fuerte” y “en el Quisco al lado del epicentro la casa de veraneo como era de madera saltaba como un potro”, son solo algunos de los testimonios de quienes la tarde del 3 de marzo de 1985 vivieron uno de los terremotos más intensos de la historia reciente de nuestro país.
El subdirector del Centro de Sismología de la Universidad de Chile, Mario Pardo, explica que este evento “fue uno de los sismos de mayor impacto en Chile central, debido a la alta densidad de población que existe en la zona”.
Si bien no es el más intenso, su magnitud alcanzó los 7, 8 grados, que más tarde se corrigió a los 8,0 en escala Richter. 177 personas muertas, 2.575 resultaron heridas y casi un millón de personas damnificadas fue el lamentable saldo que dejó este movimiento.
Con epicentro a 20 kms de la costa entre Valparaíso y Algarrobo, el terremoto causó incluso un pequeño tsunami, que para muchos fue casi imperceptible. Pero la intensidad del movimiento de placas fue suficiente para arrasar con las viviendas de adobe.
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El arquitecto y académico de la Universidad Central, Uwe Rohwedder, afirma que “los adobes no es que no puedan resistir un terremoto sino que necesitan ciertas prácticas que hay que revisar”.
Construcciones patrimoniales, tanto en la costa centro-sur de Chile y Región Metropolitana, sufrieron la furia del terremoto. Para Rodolfo Saragoni, miembro de la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales, este terremoto marcó un antes y un después en la forma de construir.
La destrucción que causó este evento también impactó a una alicaída economía, que intentaba remontar de un período de recesión. El historiador y académico de la Universidad de Santiago, Cristóbal García-Huidobro recuerda que “Chile venía recién saliendo de los estertores de la crisis de 1982, que devastó la economía nacional (…) parecía que la situación económica estaba mejorando después de varios años de descalabro”.
“Se había inaugurado recién el terminal portuario de San Antonio, que era una obra faraónica para la época y este terremoto devasta buena parte de la infraestructura vial del centro y centro-sur”, rememora.
Aún cuando Chile es en esencia un país sísmico, la destrucción golpeó muy fuerte y hay consecuencias de políticas públicas aún vigentes. El académico pone como ejemplo al impuesto específico de combustibles, el cual se creó -según explica- “para reconstruir la infraestructura vial de Chile”. Ahora opera como un impuesto verde para desincentivar el uso del automóvil”.
Asimismo este fenómeno de la naturaleza fue el primer sismo registrado con acelerógrafos, instrumental especilizado que aportó información de relevancia para las construcciones futuras.
Las enseñanzas de este terremoto han permitido enfrentar de mejor manera los grandes sismos posteriores, lo cual se tradujo en menores daños en la infraestructura. Además generó una cultura más clara respecto a qué hacer cuando se presenta un movimiento telúrico de mayor intensidad.
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Fuente: CHV Noticias, Miércoles 04 de Marzo de 2020